Poco antes de que esas conversaciones tuvieran lugar, la duquesa de Cambridge se dejaba ver a su llegada al Palacio de Kensington y lo hacía con el semblante muy serio. Vestida con ropa de sport, la esposa del príncipe Guillermo conducía su propio vehículo, mientras que en la parte de atrás del mismo viajaba su hijo pequeño, Louis de Cambridge