En los tiempos que corren, las monarquías europeas se rigen por unos parámetros que poco o nada tienen que ver con los de antes. Su máxima, como no podía a ser de otra forma, es proyectar una imagen de absoluta ejemplaridad ante el ciudadano de a pie. Es decir, hacer todo lo posible para que el pueblo perciba la institución no solo como algo útil, sino en la que se vea representado y de la que sienta orgulloso. Ese es el principal empeño de todas las Casas Reales del viejo continente, incluida la española, y a ello dedican buena parte de sus esfuerzos.
Sin embargo, como ocurre en cualquier otro ámbito de la sociedad en la que vivimos, aquí también puede haber ovejas negras. Obviamente, ninguna Familia Real está libre de verse atrapada en algún momento por una gran polémica o un escándalo de tal magnitud. Y si hablamos de esto último, el (ex)príncipe Andrés de Inglaterra y el noruego Marius Borg, hijo de la princesa heredera Mette-Marit, son el paradigma. Son ellos dos los protagonistas negativos de este año en el mundo de la realeza, por lo que conviene analizar como ha lidiado esta con sus dos mayores quebraderos de cabeza
El príncipe Andrés o cómo poner en jaque a la monarquía británica
Lo venía arrastrando desde hace muchos años, quizá demasiados. Hablamos de los problemas que le ha ocasionado a la Corona británica la estrecha relación que tenía el hijo favorito de Isabel II con el empresario y depredador sexual Jeffrey Epstein, quien apareció muerto en su celda en 2019 mientras cumplía condena. Desde que el caso les estalló en la cara hace más de un lustro, el hermano menor del rey Carlos III era ya un apestado entre los suyos. Había sido apartado y no tenía agenda institucional alguna, si bien seguía manteniendo la mayoría de sus títulos nobiliarios. Eso fue hasta hace un par de meses, cuando se convirtió definitivamente en Andrés Mountbatten-Windsor (su nombre de pila) tras ser despojado de todo lo que le hacía pertenecer a la realeza.
Las consecuencias se desencadenaban este otoño a raíz de un mail del 2011 que vio la luz, donde el que fuera duque de York mantenía una conversación cómplice con el pederasta. "¡No te preocupes por mí! Parece que estamos juntos en esto y tendremos que superarlo. Si no, mantente en contacto y pronto volveremos a jugar", le decía. Un mensaje que no solo evidenciaba el tipo de vinculo que ambos mantenían, sino que dejaba claro que Andrés Mountbatten-Windsor (mintió en aquella sonada e infame entrevista para la BBC, donde sostuvo que había cortado por completo el contacto con el empresario estadounidense en 2010.
La revelación de este correo electrónico se produjo apenas unas semanas después de que su exmujer, Sarah Ferguson estuviera en el punto de mira por el mismo asunto. Entonces fue el mail que ella envió a Epstein, dejándola en evidencia y demostrando que también había mentido cuando afirmó haber dejado de hablar con él. A pesar de todo ello, el expríncipe se aferraba con uñas y dientes a sus privilegios, como el hecho de seguir viviendo en Royal Lodge, algo que le generaba a Carlos III bastantes quebraderos de cabeza. Un foco de tensión que se extendía también al heredero, Guillermo de Inglaterra, quien no aprobaba en modo alguno la conducta de su tío.
Lo más trágico, eso si, ocurrió en abril de este año cuando Virginia Giuffre, la principal víctima del caso y denunciante del expríncipe Andrés, decidió quitarse la vida. Ante semejante escenario, fue el 17 de octubre cuando este anunciaba en comunicado lo que se llevaba esperando por los suyos y por los británicos desde hace mucho tiempo: su renuncia. "Ya no utilizaré mi título (de duque de York) ni los honores que se me han concedido”, señaló. Una decisión que fue tomada en consenso con Carlos III, para evitar que los últimos escándalos en torno a su figura perjudicaran aún más la imagen de la monarquía.
Tras ello, la estocada definitiva para él llegaría apenas dos semanas después, cuando el jefe del Estado daba un paso más al ejecutar la retirada formal del título de príncipe a su hermano que le corresponde por nacimiento, rescindiéndole además el contrato que le permitía seguir viviendo en los terrenos de Windsor. Hasta ese momento, la presión había sidi insostenible, y eran muchas las voces que reclamaban al soberano que diera un golpe sobre la mesa y tomara medidas más rotundas, como así hizo. En cuanto a Beatriz y Eugenia de York, las hijas de Andrés Mountbatten-Windsor y Sarah Ferguson, estas seguirán siendo princesas. Para el rey era importante dejara indemnes a sus sobrinas, quienes son activos de la Casa Real pese a no ejercer a tiempo completo.
En cuanto a la última aparición pública del expríncipe, esta se produjo el pasado 12 de diciembre durante el bautizo de su nieta Athena, la hija menor de Beatriz de York. Fue un acto de carácter íntimo y privado que tuvo como escenario la Capilla Real del Palacio de St James, en la ciudad de Westminster (Londres). Allí acudió también, entre otros familiares y amigos, su exmujer Sarah Ferguson (66), quien igualmente ha dejado de ser duquesa después de verse salpicada por el escándalo relacionado con el fallecido magnate estadounidense.
Bajo este panorama, lo que en cualquier otra época hubiera sido un encuentro feliz y emotivo, esta vez venía marcado por los últimos acontecimientos. Además, la relación de Beatriz con su padre no es especialmente buena, pero tampoco quería dejarle fuera de un evento como este. Según su entorno, ella entendía que habría sido muy cruel por su parte privarle de una cita así, sabedora de que este adora a sus nietas y atraviesa por un momento sumamente complicado. Alejado por completo de la vida pública, cuando casi todo el mundo le ha dado ya la espalda, la Princesa no será, desde luego, quien le dé la puntilla a su progenitor.
Marius Borg, el caso que hace temblar los cimientos de las Casa Real noruega
El próximo 3 de febrero, Marius Borg Høiby comparecerá ante el Tribunal de Distrito de Oslo en lo que allí se ha llamado como el 'juicio del siglo'. Está acusado formalmente de 32 delitos distintos, donde se incluyen 4 agresiones sexuales a diferentes mujeres, así como abusos a su expareja, Nora Haukland, y más actos de violencia hacia otra de sus compañeras sentimentales. En caso de ser condenado, el 'royal' escandinavo podría enfrentarse a una pena máxima de 10 años de cárcel, según establece la legislación de su país.
Según la investigación policial, buena parte de los hechos tuvieron lugar en su casa de Skaugum y esto resulta especialmente nocivo para la institución monárquica, ya que se trata de una residencia real. Está ubicada dentro de la finca que el rey Olaf compró en su día para que viva allí el que fuera heredero de la corona noruega, en este caso su único nieto varón, el futuro rey Haakon. "Es un caso muy grave", declaró al respecto Sturla Henriksbø, fiscal general del Estado de Noruega, durante su comparecencia ante la prensa hace unos meses. "Son actos que pueden destruir vidas", apostillaba.
Un asunto este que tiene al hijo mayor de la princesa Mette-Marit como protagonista y que, sin duda, provoca que se tambaleen los cimientos de la monarquía nórdica. Incluso, trascendió que la última violación de la que se le acusa a Marius Borg habría ocurrido después de que la policía lo hubiera detenido y fuera puesto en libertad. A este respecto, señalaba el fiscal que era verdaderamente "preocupante" que Marius hubiera proseguido con este comportamiento tras ser arrestado, en lugar de arrepentirse y cambiar. Unas palabras con las que Henriksbø dejó entrever que el acusado se sentía impune, acumulando un historial delictivo a sus espaldas que afectan de lleno a la imagen de la Casa Real noruega.
Fueron abusos ocurridos presuntamente en su dormitorio entre 2018 y 2024, después de que Marius y dichas mujeres hubieran tenido relaciones sexuales consensuadas. Al parecer, las agredió mientras dormían y lo grababa con una cámara. "Es una prueba clave que se utilizará en su contra", dijo el fiscal, tras contar que la policía revisó numerosos archivos donde encontró varias fotos y vídeos que mostraban los genitales de las víctimas. Además de todos estos cargos, al hermanastro de los príncipes Ingrid Alexandra y Sverre Magnus también se le imputa el haber realizado amenazas de muerte, agredir a un funcionario público e infringir la Ley de Tráfico.
Desde que estalló el escándalo en agosto de 2024, los miembros de la Familia Real noruega apenas se han pronunciado sobre este asunto tan que supone un verdadero misil para su reputación ante la ciudadanía. Cuando se les ha preguntado por ello, han evitado contestar o se han alineado en las mismas y escuetas declaraciones al respecto. "Por supuesto que esto el algo muy difícil para todos nosotros", dijo tanto el príncipe Haakon como su hija, Ingrid Alexandra, a diferentes medios locales. "Ya se ha aclarado cuál será la acusación. Ahora le corresponde al tribunal decidir. Por nuestra parte, seguiremos cumpliendo con nuestras tareas", sentenciaban. De esta forma, dejaban claro que la corona nórdica va a seguir afrontando sus obligaciones pese al torbellino emocional en el que se encuentra.
¿Qué le espera al primogénito de Mette-Marit? Los expertos en leyes han hablado, analizando algunos detalles que se pondrán sobre la mesa durante el proceso judicial. "Marius se defiende alegando consentimiento para la relación sexual, lo que es difícil de sostener ante un tribunal ya que hay abundantes pruebas de que esto no fue así". Aquí, se pone como ejemplo el hecho de que, tal y como se ha descubierto, él mismo buscó palabras como "violación" y "agresión sexual" en Google, previendo lo que le podía pasar. "Si es absuelto de estos cargos, solo será condenado en base a su confesión", dicen los letrados.
Hay que recordar que Marius ha reconocido únicamente los hechos acontecidos en el barrio Frogner, un distrito acomodado de Oslo, donde tuvo lugar una fuerte discusión con su pareja de entonces, seguida de agresiones, amenazas y destrozos. Una situación que, según el abogado de Høiby, venía causada por los problemas mentales del joven, derivados de la presión mediática, el consumo de alcohol y de cocaína. Respecto al tema de las adicciones, se supo que el 'royal' había sido ingresado en un centro de desintoxicación, lo que podría considerarse como una circunstancia atenuante para él en el juicio y puede suponer una posible reducción de la condena.
En cuanto a los posibles privilegios que puede tener Marius por ser quien es, se cree que esto no le beneficia en absoluto y es más bien al contrario. Es decir, que la pena que reciba puede ser tan justa como ejemplarizante, demostrando así que en Noruega no hay nadie por encima de la ley. Sobre todo, si hablamos de alguien que se ha movido en un ambiente criminal a espaldas de sus seres queridos. Por último, sobre quién está asumiendo las costas del proceso, la prensa escandinava asegura que se trata de la abuela del joven, Marit Tjessem, la madre de Mette-Marit. Al parecer, esta habría cedido la mitad de su patrimonio de 230,000 euros para pagar los honorarios legales que debe su nieto.












