La figura de Sarah Ferguson, durante años una de las más visibles y espontáneas de la Casa Real británica, atraviesa hoy un momento especialmente delicado. La exduquesa de York, que en otras épocas ocupaba titulares por su actividad pública, su carácter impredecible o su cercanía con el príncipe Andrés, lleva meses sin aparecer en ningún acto oficial ni social. Su ausencia coincide con la publicación de nuevos documentos relacionados con Jeffrey Epstein, un escándalo que ha vuelto a sacudir al exmatrimonio y que ha colocado a Sarah en el punto más bajo de su vida pública.
La última vez que se vio a Sarah Ferguson fue en el funeral de la duquesa de Kent, celebrado en septiembre de 2025. Acudió junto al entonces príncipe Andrés —hoy Andrés Mountbatten-Windsor, tras renunciar el pasado 17 de octubre a utilizar “mi título y honores que se me han concedido”— y su presencia fue descrita por la prensa británica como “incómoda”, debido a la situación judicial y mediática que ya rodeaba a la expareja.
Desde ese día, no ha vuelto a aparecer en público. Ni rastro de Sarah Ferguson. Ni siquiera hay imágenes suyas en el bautizo de su nieta Athena, la segunda hija de la princesa Beatriz de York y Edoardo Mapelli Mozzi, celebrado el pasado 12 de diciembre en la capilla real del Palacio de St James. Aquel acto iba a ser, en teoría, la primera ocasión en la que la expareja reaparecería tras la renuncia de Andrés a utilizar sus títulos. Sin embargo, las únicas fotografías disponibles muestran únicamente el vehículo en el que podría viajar el abuelo de la pequeña, Andrés Mountbatten-Windsor, llegando al lugar de la ceremonia. No existe ninguna imagen de Sarah, un detalle que ha intensificado las especulaciones sobre su paradero y sobre el delicado momento personal que podría estar atravesando.
Su ausencia también se ha notado en la misa de Navidad en Sandringham, a la que sí asistió en 2023, cuando todavía mantenía cierta presencia en la agenda familiar. En 2024, tanto ella como Andrés ya quedaron fuera de la celebración navideña, entonces, por la vinculación del príncipe Andrés con un espía chino.
Y este año, después del escándalo Epstein, también han quedado fuera. En cambio, sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia de York, sí acudían el pasado 25 de diciembre al tradicional oficio religioso en Norfolk, invitadas por su tío, el rey Carlos. Un acto familiar donde los Windsor mostraron una imagen de unidad, marcada por las ausencias de Andrés Mountbatten-Windsor y Sarah y de los duques de Sussex.
A esta desaparición pública se suma su silencio digital. Su cuenta de Instagram, que durante años fue una herramienta clave en su comunicación, lleva 15 semanas sin publicar y con los comentarios restringidos, una medida que coincide exactamente con la publicación de nuevos documentos del caso Epstein.
La sombra del caso Epstein es muy alargada
Las nuevas filtraciones han sido especialmente dañinas. Según publicó el Daily Mail, los archivos judiciales estadounidenses incluyen correos electrónicos de 2011 en los que Sarah Ferguson se dirigía a Jeffrey Epstein como “amigo fiel, generoso y supremo”, disculpándose por haberse distanciado tras su primera condena en 2008.
Estas comunicaciones contradicen la versión que ella y el príncipe Andrés habían sostenido durante años, en la que minimizaban su relación con el financiero. La publicación de estos documentos tuvo un efecto inmediato: Sarah perdió varios patronatos y colaboraciones benéficas en septiembre de 2025, según informó The Telegraph, y su nombre volvió a aparecer en los archivos judiciales estadounidenses junto al del príncipe Andrés.
Asimismo, su nuevo libro infantil, Flora and Fern: Kindness Along The Way, también fue cancelado. Su publicación estaba prevista para el 9 de octubre —según recoge The Telegraph—, después se retrasó al 20 de noviembre y finalmente fue retirado tras las revelaciones del caso Epstein. La exduquesa, que ya ha publicado más de cincuenta títulos, en su mayoría infantiles, vio así paralizado uno de sus proyectos más personales.
La situación legal de Andrés Mountbatten-Windsor sí se ha vuelto más delicada. Según The Times y BBC, las autoridades estadounidenses han señalado en varias ocasiones que el exduque de York no colaboró con la investigación del caso Epstein, lo que ha generado dudas sobre las consecuencias que podría afrontar si viajara a Estados Unidos. En el caso de Sarah Ferguson, las filtraciones de correos electrónicos y fotografías han tenido un impacto principalmente reputacional y benéfico, sin que exista información oficial que indique un riesgo legal similar.
En el plano personal, la exduquesa tampoco atraviesa un momento sencillo. Tras la renuncia del príncipe Andrés a todos sus títulos y privilegios, la pareja —que seguía viviendo junta en Royal Lodge pese a estar divorciada desde 1996— debe abandonar la que ha sido su residencia habitual en los últimos veinte años, después de que Carlos III rescindiera el contrato le permitía seguir viviendo allí.
Su nueva residencia a partir de ahora
Se han barajado varias opciones sobre dónde podría instalarse Sarah Ferguson una vez abandone Royal Lodge. Una de las posibilidades es que deje el Reino Unido y se traslade a Portugal, donde su hija Eugenia y Jack Brooksbank poseen una exclusiva mansión en el resort Costa Terra Golf and Ocean Club, a una hora al sur de Lisboa. Se trata de una urbanización de altísimo nivel, con vecinos tan conocidos como el diseñador Christian Louboutin, la actriz Alicia Vikander o el piloto de Fórmula 1 Max Verstappen.
Otra alternativa que suena con fuerza es que Sarah se mude a la casa de los Cotswolds de la princesa Beatriz y Edoardo Mapelli Mozzi. La propiedad cuenta con un pequeño cobertizo que antiguamente se utilizaba para el ganado y que ha sido completamente rehabilitado: ahora dispone de una habitación, nuevas puertas y ventanas, un sistema eléctrico renovado, nuevos canalones y una caldera de gas. Una propiedad rural, alejada del foco mediático y de la presión que actualmente rodea a la familia.
Incluso se ha hablado de que Andrés y Sarah estarían planeando organizar una fiesta de despedida en Royal Lodge, donde se reunirían con algunos de sus amigos más cercanos, aquellos que les han sido fieles a lo largo de los años.
sarahSarah Ferguson, que durante décadas fue una de las royals más espontáneas, cercanas y mediáticas del Reino Unido, atraviesa ahora la etapa más oscura de su vida. Su silencio, su ausencia de actos públicos, la pérdida de patronatos, la presión judicial y la necesidad de abandonar Royal Lodge dibujan un panorama incierto para la exduquesa de York, cuya reputación ha quedado profundamente dañada por su vinculación —directa e indirecta— con Jeffrey Epstein.

















