La reina Camilla ha presidido el acto anual con el que cada jueves previo al Día del Armisticio arrancan las conmemoraciones por el fin de la I Guerra Mundial en el Campo del Recuerdo. Después de causar baja el año pasado debido a una infección pulmonar, ha lucido su traje más castrense para rendir homenaje a los caídos en la contienda. De su estilismo, todo un homenaje al Regimiento de Lanceros Reales del que es coronel en jefe, ha llamado la atención un broche con una calavera, que luce en la boina y en la solapa, y parece sacado de una bandera pirata.
Se trata de una pieza que perteneció a Isabel II, la anterior coronel en jefe de este regimiento del Ejército de Tierra, y consta de una calavera con dos banderas cruzadas que evoca el lema de estos soldados: "Los chicos de la muerte o la gloria". La reina Camilla no tiene uniforme militar, pero este vestido azul, que lució la primera vez que ejerció el título honorífico de Coronel en Jefe, es todo un homenaje a estas fuerzas. Diseñado por Fiona Clare, capitana también de este regimiento, está inspirado en el uniforme de los lanceros, con unas originales hombreras de cota de malla, botones dorados y el cuello y la boina roja.
Conexión personal
La insignia de los Lanceros Reales no solo hace alusión a su cargo de coronel en jefe, también tiene un significado sentimental para Camilla, ya que su padre, Bruce Shand, que se formó en la Real Academia Militar de Sandhurst, a la que también asistieron los príncipes Guillermo y Harry, sirvió en el 12º destacamento de los lanceros en la Segunda Guerra Mundial. Su desempeño en el campo de batalla, donde fue hecho prisionero por los alemanes, le valió la Cruz Militar por su valentía. Bruce siempre estuvo muy unido a su hija y fue su sostén en los peores momentos de los años 90 cuando Camilla fue declarada villana nacional por su relación con el entonces príncipe de Gales. También fue él, quien en 2005, la llevó al altar, un año antes de fallecer a los 89 años.
El acto que la reina Camilla ha presidido este jueves en solitario honra a muchos más soldados británicos como su padre, héroes de guerra, y también civiles muertos en conflicto. Ante un campo artificial de amapolas situado en la Abadía de Westminster, ha colocado una cruz en honor a los caídos. Las flores que pueblan este "campo" son todo un símbolo que tiene su origen en el poema Flanders Fields, escrito en 1915 por el teniente coronel médico John McCrae. El poeta describió cómo tras una sangrienta batalla en los campos de batalla de Flandes, allí crecían las amapolas. La imagen de la flor se convirtió en un emblema de sacrificio y esperanza. Es la antesala del Día del Recuerdo, que se celebra el segundo domingo de noviembre y que reúne a la Familia Real en la solemne ceremonia ante el Cenotafio de Londres.










