Los Premios Eartshot, que han llevado al príncipe Guillermo a Río de Janeiro, constituyen su proyecto más personal, una apuesta por la sostenibilidad y una forma de posicionarse como un líder con impacto global mucho antes de su llegada el trono. En Brasil, sede este año de la ceremonia de entrega de los galardones y donde ha viajado sin Kate Middleton, también ha hecho otro viaje muy personal. Ha seguido los pasos de su madre 34 años después, emulando algunas de sus fotografías más icónicas.
En 1991, quedaba muy poco para la separación oficial de los entonces príncipes de Gales, Diana acompañó entonces a su marido, el príncipe Carlos, a uno de los últimos viajes que harían juntos. Durante aquella gira de seis días, la Princesa fue noticia por abrazar a niños enfermos de SIDA en una visita a un albergue, un gesto que inició en 1987, cuando dio la mano a un hombre seropositivo en un hospital británico, y que sirvió para visibilizar y desestigmatizar a los pacientes con VIH.
El viaje dejó esa imagen, fundamental, pero revolucionaria a principios de los 90, y también el posado junto al famoso Cristo Redentor en el cerro del Corcovado. De pie ante la imponente estatua, y con esa mirada tímida, tan característica de ella, como si llegará allí por casualidad, protagonizó algunas de las fotografías más recordadas de la visita a Río de Janeiro, que ahora su hijo recrea más de tres décadas después.
El príncipe Guillermo posa más de seguro de sí mismo, con una sonrisa y consciente del homenaje que le está haciendo a su madre. También ha hecho lo propio con la foto ante el mirador del Parque Nacional de Tijuca, en la que Diana aparece de espaldas contemplando la impresionante vista desde el cerro de la ciudad brasileña.
Diana de Gales ha sido más que una inspiración para las fotografías del hoy príncipe de Gales. Según un portavoz del palacio de Kensington, "le encantó conocer a tantas personas en Río estos días. Ha quedado impresionado por la cantidad de gente que recordaba perfectamente la visita de su madre a esta bella ciudad".
El viaje de tres días de Guillermo a Brasil está siendo intenso. En el preludio de la ceremonia de entrega de los Premios Earthshot que tiene lugar esta misma noche, además de honrar la memoria de su madre, ha exprimido al máximo las horas. Le hemos visto jugando al voleibol en Copacabana, dando patadas al balón en Maracaná y charlando y sacándose selfies con los ciudadanos. Llegó dispuesto a dejar una huella solo equiparable a la de Diana de Gales en una visita que culmina en el Museu do Amanhã de Río de Janeiro, donde se entragan los galardones. Al día siguiente, viajará a Belém para participar en la Cumbre de Jefes de Estado de la COP30, donde representará al rey Carlos III y al Gobierno británico en debates sobre cambio climático y biodiversidad, consolidando así su papel como líder global comprometido con causas medioambientales y diplomacia ecológica.











