Desde que Carlos III, a petición del Gobierno británico, extendió esta invitación sin precedentes, se sabía que este viaje de Estado no iba a ser como los demás. Tanto la Casa Real británica como el Ministerio de Defensa han brindado a Donald y Melania Trump una visita histórica, empezando porque nunca antes un presidente de los Estados Unidos había recibido esta invitación dos veces y continuando porque, además de desplegarse todos los honores posibles, se han añadido otros gestos cargados de simbolismo inéditos en visitas de Estado. El Presidente y la Primera Dama de los Estados Unidos ya están en Washington y dejan atrás imágenes impactantes repletas de iconografía real.
El Marine One sobrevolando el Castillo de Windsor
El helicóptero presidencial estadounidense cruzando el cielo sobre uno de los bastiones más antiguos de la monarquía británica: el Castillo de Windsor, el castillo habitado más grande del mundo, la residencia favorita de Isabel II, el lugar del que la realeza británica tomó su apellido.
Los Príncipes de Gales dan un paso al frente
En el reinado de Carlos III, los príncipes Guillermo y Kate son los encargados de la primera toma de contacto y esta fue la primera imagen que dio la vuelta al mundo simbolizando la continuidad de la dinastía Windsor y recordando que son los futuros reyes.
La reina Camilla le recuerda a Kate su lugar como princesa de Gales
Este ha sido uno de los momentos más virales del viaje y sucedió a los pocos minutos de empezar. La reina Camilla le recuerda a la princesa de Gales cuál es su lugar y su posición dentro de ese recibimiento antesala a la procesión de carruajes. Es un vídeo que hay que ver para comprobar como la jerarquía real es lo primero.
El reconocible perfil de Donald Trump envuelto en iconografía real
Probablemente, el perfil de Donald Trump, tanto por su figura física como por su presencia mediática, sea uno de los más reconocibles de los líderes mundiales. Esta imagen, ante las reconocibles paredes de Windsor, con la Guardia de Honor en formación y en una de las carrozas reales más solemnes de la monarquía británica, tiene una poderosa carga simbólica y envuelve al mandatario de una iconografía real que a ratos parece sentir como propia
Proximidad personal
Carlos III tiene un estilo mucho más cercano que el de Isabel II y con el que Donald Trump se siente más cómodo. Habitualmente es un regimiento de honor el que participa en los recibimientos de Estado, pero en esta ocasión el despliegue militar no ha tenido precedentes y han sido tres los regimientos citados. El propio Trump, durante el banquete de Estado, advirtió que esta segunda invitación es uno de los "honores más grandes de su vida" y ha calificado a Carlos III de "amigo", destacando su caballerosidad y elegancia. "Es un gran rey", dijo al despedirse de él.
Escenarios reservados para la realeza
De forma natural, el Castillo de Windsor tiene un aire mucho más familiar, ya que durante décadas fue el hogar o lugar para los fines de semana, mientras que el Palacio de Buckingham funcionaba como núcleo de la institución, es decir, se concentraban allí desde las oficinas hasta el ceremonial. A esto se le ha dado una vuelta de tuerca y es que para los Trump se han abierto lugares normalmente reservados para la realeza o ligados a la vida personal de los Windsor. El presidente y su mujer recorrieron las bóvedas reales y el coro de la Capilla de San Jorge, un lugar reservado para la Familia Real británica muy reconocible, ya que allí se sentaron durante la boda de Harry y Meghan y también, entre otros muchos actos de carácter familiar, para el funeral del duque de Edimburgo, donde Isabel II dejó esa imagen de soledad que sobrecogió al mundo.
Nada es casual
Estas escaleras, donde comenzó el desfile militar que tuvo lugar al caer la tarde, son un ejemplo de lo anterior, del uso de escenarios muy ligados a los Windsor. Esta foto, en el imaginario colectivo y la iconografía real, inmediatamente conectan Isabel II, provocan la sensación de "haberlo visto antes". Este fue el escenario más inesperado de los elegidos para que la soberana posara por su 90 cumpleaños ante el objetivo de la fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz. Nada es casual, ya que la artista estadounidense también ha fotografiado a Donald Trump al menos en dos ocasiones: en 1988 con su primera mujer, Ivana, en el Hotel Plaza de Nueva York, una imagen representativa de la opulencia y el poder de la pareja en la cúspide de su influencia social y empresarial; y la más llamativa y poco convencional, que fue tomada en 2006 en el aeropuerto de Palm Beach (Florida), en la que Trump está sentado al volante de su Mercedes-Benz SLR McLaren plateado, con alas de gaviota, mientras Melania posa en las escaleras de un jet privado, embarazada de siete meses y con un minúsculo bikini dorado.
El 'mini Trooping the Colour' para Trump
Una de las celebraciones nunca vistas durante una visita de Estado es el Beating Retreat, una ceremonia militar tradicional que se celebra al atardecer, con raíces en Inglaterra del siglo XVII. Normalmente queda reservada para los grandes aniversarios del ejército o para conmemoraciones nacionales, sin embargo, en esta ocasión se usó para realzar la visita de Trump. El Ministerio de Defensa y la Casa Real desplegaron 1.300 efectivos militares, incluyendo 120 caballos y 200 músicos de las Fuerzas Armadas y una exhibición aérea de cazas F-35 británicos y estadounidenses, en una demostración de fuerza aérea compartida. El cierre lo pusieron los Red Arrows, el equipo acrobático de la RAF, la Real Fuerza Aérea.
El piropo que se ha hecho viral
Los Trump pueden presumir de haber asistido en su honor a dos banquetes de Estado: el que se celebró en el 2019 en el Palacio de Buckingham y el que ha tenido lugar ahora en el Salón de San Jorge del Castillo de Windsor. Han trascendido varias anécdotas de la noche, como la importante posición que ocupó Michael Boulos, el marido de Tiffany Trump, al que sentaron a la derecha de la princesa de Gales. Sin embargo, la que se ha hecho viral, es el piropo que el Presidente de los Estados Unidos dedicó a Kate Middleton.
El Reino Unido y su estrategia de "encanto histórico"
Donald Trump ha expresado admiración por Winston Churchill (el que fuera primer ministro británico en dos ocasiones y uno de los líderes de la Segunda Guerra Mundial) en varias ocasiones, y ha utilizado su figura como símbolo de liderazgo, resistencia y visión estratégica. Así que no es casualidad que, tras los honores recibidos en el Castillo de Windsor y antes de hablar de negocios con el Keir Starmer, el jefe del ejecutivo británico, se le brindara la invitación para conocer Chequers y visitar los archivos personales que se conservan del hombre que logró que los estadounidenses se metieran en la contienda en tiempos de Roosevelt desequilibrando la balanza a favor de los Aliados. Este escenario, Chequers, la casa de recreo que se reserva al primer ministro en la campiña inglesa, también cuenta una historia muy poderosa y está vinculada a grandes líderes del siglo pasado. Más allá de los negocios y la diplomacia de la realeza, el Reino Unido ha desplegado una estrategia de “encanto histórico”, apelando a la a su orgullo personal con gran habilidad y despertando todas las afinidades simbólicas para fortalecer la relación bilateral y conseguir, que es de lo que se trataba, acuerdos millonarios.