Los Trump han comenzado una visita oficial de dos días al Reino Unido, con el objetivo de profundizar la "relación especial" entre ambas naciones. Este es el segundo viaje de este tipo que realizan el presidente y la primera dama de Estados Unidos a la capital británica. Aunque el escenario es prácticamente el mismo, los elementos que los rodean han cambiado desde 2019. Para empezar, han regresado a la Casa Blanca en 2025 tras el mandato de Joe Biden. Además, tienen nuevos anfitriones: los reyes Carlos y Camilla, con quienes se está escribiendo una nueva era en la monarquía británica tras la muerte de Isabel II. También, la situación política y social es muy diferente en ambos lugares en este momento. Pero en medio de tanto cambio, hay una tradición que se mantiene: la cena de gala en el castillo de Windsor, un desfile de tiaras, looks de alto impacto y joyas históricas que trasciende la institucionalidad y diplomacia del acto.
Los Príncipes de Gales están teniendo un papel clave en la visita de los Trump. Mientras que por la mañana los han recibido a su llegada y han participado en los primeros actos de la agenda del mandatario estadounidense, por la tarde también han formado parte de la cena de gala. Kate Middleton ha brillado con un vestido de alta costura firmado por Phillipa Lepley. Está compuesto por un abrigo de encaje Chantilly dorado, bordado a mano sobre un vestido de crepé de seda. Es la segunda cena de gala a la que acude este 2025 (en julio recibieron a los Macron) y vuelve a elegir la tiara Cambridge Lover's Knot, la de mayor relevancia institucional a la que tiene acceso del joyero real, además de la favorita de Diana de Gales.
La reina Camilla se ha decantado por un vestido de seda azul de Fiona Clare, diseñadora británica que se ha convertido en una de sus favoritas. Del joyero ha sacado la tiara Belgian Sapphire, de zafiros engastados en diamantes. Primero fue un collar que perteneció a la princesa Luisa de Bélgica. En la década de los 60s Isabel II la mandó a hacer tiara con el fin de que combinara con los pendientes y collar de zafiros que recibió como regalo de su padre cuando se casó. De la Familia Real británica también han estado la princesa Ana y su esposo, Timothy Laurence, así como los duques de Gloucester.
Melania Trump ha desafiado a la mala suerte con un vestido amarillo que la conecta con la reina Letizia. La primera dama ha elegido un sofisticado vestido largo en crepé color girasol con un cinturón ancho de seda lila brillante y hebilla cruzada de Carolina Herrera, firma que está muy presente en el vestidor de la esposa de Felipe VI. El líder norteamericano no ha viajado solo con su esposa. Le ha acompañado una de sus hijas, Tiffany Trump, y el esposo de esta, Michael Boulos.
El director ejecutivo de Apple, Tim Cook; el magnate Rupert Murdoch, principal accionista de Fox News; el director ejecutivo de OpenAI y responsable de ChatGPT, Sam Altman; el jefe del servicio secreto de inteligencia británica, Richard Moore; la ministra de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Yvette Cooper, con su marido Ed Balls; y el director ejecutivo de Nvidia, Jensen Huang, han sido algunas de las personalidades presentes.
Los secretos de la mesa, el menú y el cóctel creado para la ocasión
La velada se ha trasladado al castillo de Windsor, perteneciente al condado de Berkshire, a unos 40 kilómetros de Londres. Se trata de una residencia muy importante para la Familia Real, ya que es donde están enterrados Isabel II y Felipe de Edimburgo. Precisamente en su tumba, ubicada en la capilla de San Jorge, han colocado los Trump una corona de flores esta misma mañana. Lo habitual es que este tipo de acontecimientos se lleven a cabo en el Palacio de Buckingham, en pleno centro de la capital, pero está en pleno proceso de remodelación y se espera que las obras se alarguen hasta 2027. Sigue funcionando, eso sí, como sede administrativa del monarca y también acoge algunos actos.
Poco antes de que comenzaran a llegar los primeros invitados del listado de 160 asistentes, los Reyes han sorprendido supervisando los últimos preparativos. Querían que todo fuese perfecto para recibir al mandatario norteamericano y se han encargado personalmente de que así sea. Carlos III y Camilla, acompañados del vicealmirante Sir Tony Johnstone-Burt, han saludado al personal encargado de la organización y han observado cada detalle del salón St George's Hall, el imponente escenario de una noche histórica. Este punto, abierto al público durante las visitas que se hacen al castillo, tuvo que ser reconstruido tras el incendio de 1992 y cuenta con un techo adornado con los escudos de armas de todos los Caballeros de la Jarretera desde su fundación en 1348. De esta Orden, la más antigua del Reino Unido, forman parte miembros de la realeza internacional como Juan Carlos I, Felipe VI, Guillermo de los Países Bajos, Margarita de Dinamarca, Carlos Gustavo de Suecia, Akihito de Japón y Harald de Noruega.
Todo estaba medido y ningún detalle es fruto del azar. Los preparativos comenzaron hace seis meses y el personal de Windsor ha tardado una semana en poner la mesa porque entre los platos y las copas tiene que haber una medida concreta. Todos los arreglos están hechos con flores de temporada cogidas de los jardines del castillo, del Palacio de Buckingham, el Castillo de Windsor y los jardines Savill, en Windsor Great Park. Posteriormente se donarán a Floral Angels, una organización benéfica que las envía a hospitales y residencias de ancianos.
Panna cotta de berros de Hampshire con galletas de mantequilla de parmesano y ensalada de huevos de codorniz es el entrante que se ha creado para la cena, que continúa con un principal: albódiga de pollo ecológico de Norfolk envuelta en calabacín, con una salsa infusionada con tomillo y ajedrea. El postre es una bomba de helado de vainilla con sorbete de frambuesa de Kent en el interior y ciruelas Victoria ligeramente escalfadas. Los platos se maridan con los siguientes vinos: Wiston Estate, Cuvée, 2016; Domaine Bonneau de Martray, Corton-Charlemagne, Grand Cru, 2018; Ridge Vineyards, Monte Bello, 2000 y Pol Roger, Extra Cuvée de Réserve, 1998.
El menú está escrito en francés y cada comensal lo tiene junto a sus cubiertos. Hay 19 puestos distribuidos por la sala para encargarse del servicio de comida y bebida. Cada una de las estaciones estará atendida por un paje, un sirviente, un mayordomo auxiliar y un mayordomo de vino. Como es habitual, se ha creado un cóctel que represente al país invitado, a pesar de que Trump no bebe alcohol. Se le ha bautizado como Transatlantic Whisky Sour y combina Johnnie Walker Black, un whisky escocés, con mermelada, “coronado con una espuma de nuez y adornado con un malvavisco tostado sobre una galleta con forma de estrella”. Además, está "coronado con una espuma de nuez y adornado con un malvavisco tostado sobre una galleta con forma de estrella, evocando la calidez de un S'more junto al fuego".
La música también estaba cuidadosamente seleccionada, una lista muy variada e interpretada en directo por la Orquesta de Cuerda de la Duquesa de Edimburgo en la que encontramos Nessun dorma, de la ópera Turandot, de Giacomo Puccini; Tiny Dancer de Elton John; una mezcla de temas de las películas de James Bond; La llegada de la reina de Saba, de Handel; You Can't Always Get What You Want, uno de los himnos de los Rolling Stones; y canciones de los musicales Cabaret y West Side Story. Una actuación del gaitero mayor John Mitchell, del Primer Batallón de la Guardia Escocesa, marcaba el fin de la noche.
Dos discursos y un cariñoso mensaje a Kate Middleton
La mesa tiene 45 metros de largo, está adornada con 139 velas y hay 1452 cubiertos colocados. Donald Trump se siente junto a Carlos III en un extremo, mientras que Melania Trump y la reina Camila ocupan las sillas frente a sus esposos. De esta posición han pronunciado discursos, seguido de la interpretación de sus himnos nacionales. "Esta ocasión única e importante refleja el vínculo perdurable entre nuestras dos grandes naciones. Fundamentada en la profunda amistad entre nuestros pueblos, esta relación que, con razón, nosotros y nuestros predecesores hemos calificado durante mucho tiempo de «especial», nos ha fortalecido y fortalecido a lo largo de las generaciones. Nuestros pueblos han luchado y muerto juntos por los valores que apreciamos. Hemos innovado, comerciado y creado juntos, impulsando nuestras economías y culturas mediante innumerables formas de intercambio. Hemos celebrado juntos, llorado juntos y nos hemos mantenido unidos en los buenos y en los malos momentos", ha comenzado a decir el soberano en su intervención.
Cuando ha llegado su turno, Donald Trump ha elogiado la figura y el trabajo de Carlos III. "Tengo un gran respeto por usted y por su país. Durante muchas décadas, Su Majestad el Rey ha personificado la fortaleza, la nobleza y el espíritu de la monarquía británica y del pueblo británico. Se ha dedicado a preservar la gloria y el carácter único de este reino, restaurando la vida de los ríos y arroyos, apoyando las obras de sus artistas y compositores y plantando árboles y jardines en sus campos", ha indicado, resaltando así el firme compromiso del monarca con el medio ambiente. También ha dedicado unas palabras a los Príncipes de Gales: "Su Majestad también ha criado a un hijo extraordinario, el Príncipe de Gales. Es realmente asombroso, lo hemos conocido y creo que tendrá un éxito increíble en el futuro. Melania y yo estamos encantadas de visitar de nuevo al príncipe Guillermo y de ver a Su Alteza Real la princesa Kate, tan radiante, tan sana, tan hermosa. Es un gran honor".
Antes de la cena de gala ha habido un intercambio de regalos entre los Reyes y Donald Trump. Carlos III le ha entregado un volumen de cuero hecho a medida por el encuadernador real del castillo de Windsor, para conmemorar el 250 aniversario de la Declaración de Independencia de EE.UU; y también la bandera del Reino Unido que ondeaba en el Palacio de Buckingham el pasado 20 de enero, día de su toma de posesión de Trump como nuevo presidente de los Estados Unidos. Además, le han dado a Melania Trump un cuenco de plata y esmalte, elaborado con técnicas tradicionales por una artista de Irlanda del Norte, y un bolso personalizado de Anya Hindmarch. Por su parte, el mandatario ha obsequiado a su anfitrión con una réplica de la espada que el presidente Dwight Eisenhower usó durante la II Guerra Mundial.