Que esta visita es importante, lo venían anunciando todos los analistas a ambos lados del canal de la Mancha, otra cosa es ver cómo la monarquía británica, en la era de Carlos III, hace su magia como si el tiempo no hubiera pasado. La visita de Estado de Emmanuel Macron al Reino Unido —la primera de un jefe de Estado europeo desde el Brexit y la primera de un presidente francés desde 2008— no es solo un gesto diplomático: es una coreografía cuidadosamente diseñada y un ejemplo de la diplomacia suave que los Windsor saben hacer. Desde el recibimiento a pie de pista que les han brindado los príncipes de Gales en la exclusiva base aérea de Northolt, hasta el modo en el que les han recibido a su llegada al condado de Berkshire ha sido un espectáculo digno de otra era, en parte porque el Castillo de Windsor, mucho más familiar e imponente que el propio Buckingham, no acogía una visita de Estado desde hace once años y también porque Carlos III ha aprovechado esta oportunidad para demostrar que bajo su reinado la monarquía británica sigue brillando.
El Castillo de Windsor no vivía una ceremonia así desde hace once años
Carlos III no ha tenido un comienzo de reinado fácil, nunca lo pareció, ya que la suya fue una sucesión tardía, llena de expectativas y repleto de palos en sus ruedas, desde el complicado momento político que atraviesa hasta la enfermedad que le obligó a reducir la marcha nada más comenzar a reinar. Así que la visita de Estado del Presidente de la República de Francia y la Primera Dama, la primera de un mandatario europeo desde su Coronación, ha sido la ocasión perfecta para demostrar que como jefe de Estado está entre dos realidades, el que le reclama como líder actual para estrechar lazos con mandatarios de todo el mundo, y el que es capaz de conservar intacta la imagen, el ceremonial y la peculiaridad única de la realeza.
Al llegar a Windsor y encontrarse con los reyes, los príncipes de Gales han ocupado un marcado segundo plano
La llegada de los Macron al Castillo de Windsor ha sido espléndida por muchos motivos, el tiempo ha acompañado, pero, sobre todo, Carlos III ha querido que esta visita sea revestida de la máxima relevancia institucional. El hecho de que se realice en el Castillo de Windsor, ya que el Palacio de Buckingham se encuentra en obras y sometido a unas reformas que durarán años, ha sido un acierto. Lejos del ajetreo de Londres, rodeado de terrenos reales y época estival, los británicos se han echado a las calles como si de una boda real se tratara, aunque a menor escala, todo ello animado por las marchas militares, la música, el espectáculo y las banderas francesas que ondeaban desde primera hora de la mañana alternándose con las del Reino Unido.
La procesión de carruajes ha tenido lugar por las mismas calles que recorrieron Harry y Meghan el día de su boda
Tras el recorrido en coche de la base aérea al castillo de Windsor, los reyes Carlos y Camilla (la reina ha elegido un verde brillante que ha recordado a esos colores por los que apostaba Isabel II para este tipo de actos, bajo el argumento que era necesario que la vieran de lejos) han dado la bienvenida oficial al matrimonio Macron en el estrado real, situado en Datchet Road, en Windsor, mientras se disparaban las salvas reales en el Home Park de Windsor y también en la Torre de Londres, ya que la capital británica ha sido igualmente engalanada.
A continuación, ha comenzado en una procesión en carruaje que ha recorrido los encantadores calles que rodean al castillo hasta entrar en la propia residencia real. El recorrido, sobre todo en su tramo por los terrenos reales y con carruajes descubiertos, ha recordado al que hicieron Harry y Meghan el día de su boda, en mayo de 2018. El tercer carruaje, el Ascot Landau, es el que ha llevado a Guillermo y Kate, acompañados por el ministro de las Fuerzas Armadas de Francia, Sébastien Lecornu, y la ministra de Cultura francesa, Rachida Dati.
Camilla ha elegido un verde brillante como los que usaba Isabel II para este tipo de actos con el fin de que la vieran de lejos, un contraste tono empolvado de Kate
A su llegada al patio del Castillo de Windsor, la guardia de honor les rindió honores reales y la banda del regimiento interpretará los himnos nacionales de Francia y del Reino Unido, así como un amplio repertorio que despertó el espíritu de los viejos aliados dispuestos a limar las tensiones que, entre otras cosas, se despertaron después del Brexit. Emmanuel Macron, acompañado por Carlos III, realizó la tradicional inspección militar antes de reunirse de nuevo con la reina Camilla, la Primera Dama y los príncipes de Gales, que adoptaron una posición secundaria en cuanto llegaron a Windsor y comenzaron a caminar un paso por detrás del soberano.
Tras concluir el desfile militar, todos ingresaron en el interior del castillo, que hay que recordar que era la residencia favorita de Isabel II, donde reposan sus restos mortales, también donde se celebraron las bodas más familiares, como la de Harry y Meghan; y también el castillo que dio el propio nombre a los Windsor, ya que la Familia Real británica tomó el apellido de este lugar y no al revés. Es más, entre los actos que tiene programado Macron de forma privada, está el depositar unas flores en el lugar donde reposan los restos mortales de Isabel II, en la capilla conmemorativa del rey Jorge VI dentro de la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor.
Para Kate, que ha vuelto de forma progresiva a la vida pública, este ha sido un gran regreso a la máxima relevancia institucional
En la agenda tienen programado un almuerzo en el Comedor de Estado, al que asistirán otros miembros de la Familia Real que no se han confirmado y, tras reponer fuerzas, los reyes Carlos y Camilla invitarán a los Macron a visitar una exposición especial de objetos relacionados con Francia pertenecientes a la Royal Collection, en el Salón Verde del propio castillo, que habitualmente está abierto al público. Por la tarde, el mandatario francés y la primera dama viajarán a Londres, donde visitarán la Abadía de Westminster para depositar una corona en la tumba del Soldado Desconocido y realizar una breve visita guiada por la iglesia de la abadía. Posteriormente, acudirán al Palacio de Westminster, donde el presidente pronunciará un discurso ante parlamentarios en la Galería Real y se reunirá con miembros del Parlamento y lores, todo ello para reunirse después en Lancaster House con los líderes de la oposición.
Por la noche, los reyes Carlos y Camilla ofrecerán un banquete de Estado en el Castillo de Windsor en honor a los Macron, todo ello en la espectacular St George’s Hall, uno de los salones más majestuosos del castillo, utilizado tradicionalmente para banquetes de Estado y recepciones reales, y donde los duques de Sussex celebraron también su banquete de bodas. Durante la cena está previsto que Rey y el presidente francés pronuncien sus discursos.
En un adelanto que la oficina de prensa del soberano ha brindado a los medios de comunicación, se puede leer que el rey Carlos III prometerá lealtad a Francia: "Durante siglos, nuestros ciudadanos se han admirado, se han divertido y se han imitado", añadiendo que sigue "admirado por los extraordinarios atributos y logros de Francia". Con respecto a esta mención, lo de imitarse, lo cierto es que ha habido un cómico momento en el que algunos británicos se han asomado a los balcones y, a modo de cliché, estaban vestidos a lo francés levantando unas baguettes al paso de Macron.