Meghan no tiene tiempo que perder, eso ya lo demostró desde su primera aparición pública como duquesa de Sussex. En la agenda de la nueva Alteza Real de los Windsor se agolpan las primeras veces una tras otra. La semana pasada se estrenó en el Palacio de Kensington como anfitriona y este martes debutó en su primer acto en solitario, una cita en la que aprovechó para “hacer los deberes” de cara a otro gran debut: su primera gira internacional.
Fue en la tarde del martes cuando la mujer del príncipe Harry llegaba a la Real Academia de Artes (RA) de Londres entre una gran expectación para la inauguración de Oceania, la primera exposición a gran escala de arte oceánico que tiene lugar en Reino Unido, y se centra en las regiones de Melanesia, Micronesia y Polinesia, incluyendo Nueva Guinea, la Isla de Pascua, Hawái y Nueva Zelanda.
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Meghan hizo una visita guiada en la que se estuvo interesando por distintas piezas de la exposición y se lanzó con su primer hongi, al menos el primero que ha sido captado por las cámaras, quién sabe si estuvo practicando antes en palacio, por ejemplo, con Harry. La duquesa de Sussex sabía a quién debía saludar con un apretón de manos y a quién era conveniente saludar de la forma tradicional maorí, es decir presionando la nariz y la frente, a la vez que se estrechan las manos.
Este gesto, original de la etnia polinesia que llegó a las islas de Nueva Zelanda, de las que Isabel II es reina, le será muy útil a Meghan el mes que viene, cuando se embarque en su primer tour internacional. Los duques de Sussex aterrizaran en Australia el 16 de octubre y allí, tras cumplir con los Juegos Invictus, comenzaran un viaje por cuatro de los países de la Commonwealth que Harry conoce tan bien.
Tras una semana en Australia, que terminará en la isla Fraser, un destino soñado para una luna de miel, pondrán rumbo a otro no menos atractivo, las islas Fiji. El reino de Tonga y Nueva Zelanda (donde de nuevo le veremos practicar su hongi, tal y como hicieron Diana o Kate) serán los otros dos destinos de un viaje que durará dieciséis días, hasta el 31 de octubre.
Otra de las señas de identidad con la que Meghan se pudo familiarizar es con la capa tradicional, una pieza que se confecciona a mano durante años y que generalmente se conserva generación tras generación dentro de la misma familia. Aunque tradicionalmente solo la usaba la comunidad maorí actualmente es un regalo que se hace a altos dignatarios extranjeros al visitar el país, por lo que ya no es percibido como un gesto de apropiación cultural. Tanto la Reina, como el príncipe Carlos (también su mujer Camilla) la han lucido en varias ocasiones.
