Aunque el tiempo no acompañara, la primavera estaba en el aire. Bien presente. Tanto por la actitud como por el primaveral conjunto rosa, con sombrero a juego, que la reina Isabel escogió el pasado domingo para asistir al tradicional servicio de Pascua en el Castillo de Windsor.
La soberana inglesa, acompañada por su esposo, el Duque de Edimburgo, encabezó con floritura, incluso cuando a su llegada comenzó a caer aguanieve, la comitiva real. Integraban el séquito de los Windsor los Condes de Wessex, enormemente felices tras su reciente paternidad; la princesa Ana, junto a su marido, el capitán Timothy Laurence, y su primogénito, Peter Phillips con su prometida, Autumn Kelly. También asistieron lady Sarah Chatton, y el príncipe Andrés, esta vez sin sus dos hijas, las princesas Beatriz y Eugenia, que se encontraban de vacaciones en Verbier para festejar el 18º cumpleaños de la más pequeña.
Boda real en mayo Pero fueron Peter Phillips y Autumn Kelly los que acapararon los flashes al celebrar juntos su última Pascua como solteros, antes de que se den el sí quiero el próximo 17 de mayo. La complicidad de los futuros esposos trascendió en sus gestos y también en su indumentaria: la pareja conjuntó sus complementos -corbata y tocado- en la gama de los grises azulados. La joven canadiense, a la que veremos en cuestión de un mes y medio vestida de novia, dio muestras de su elegancia con un abrigo adamascado con corte al pecho.
Después del servicio, oficiado por el reverendo David Conner, la Reina se dirigió a un grupo de niños que la esperaban a las afueras de la capilla para presentarle algunos lemas llenos de color, mientras un coche aguardaba para llevar de regreso a palacio a la [reina Isabel] y a su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo. El resto del grupo volvió a pie.
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