Fue el rey Juan Carlos el que dijo que para un rey tener amigos era "difícil y peligroso", además añadió que en España se usa la palabra "amigo" con demasiada ligereza. La reina Sofía ha demostrado tener una opinión algo parecida, en algunas ocasiones ha deslizado que no tiene amigas, pero sí amistades. Esto no quiere decir que no tenga un círculo íntimo, la madre de Felipe VI lo tiene y lo ha disfrutado durante toda su vida. La que fuera reina de España encontró dentro de su propia familia unas relaciones de fidelidad y confianza que iban más allá de la amistad: la princesa Tatiana Radziwill, que ha muerto este viernes a los 86 años, fue la otra hermana que la vida puso en su camino.
De los múltiples exilios que vivió la Familia Real griega, a la generación de la reina Sofía le tocó vivir dos: durante la Segunda Guerra Mundial y el que tuvo lugar en 1967, que terminó con la monarquía helena hasta el día de hoy. El primero de esos exilios marcó la infancia de doña Sofía y de sus hermanos, ella tenía apenas dos años cuando la Alemania nazi cruzó la frontera griega en abril de 1941 y ese mismo mes el príncipe Pablo (heredero de su tío, el rey Jorge II) y su familia se marcharon del país. El príncipe Constantino, que con el tiempo sería el último rey de los helenos, era un bebé y su hermana, la princesa Irene, todavía no había nacido. En esa misma circunstancia había otra niña de la Casa Real griega con la doña Sofía solo se llevaba cuatro meses: la princesa Tatiana.
Las dos niñas se encontraron en el puerto ballenero de Durban, ya que Sudáfrica, entonces en manos del Imperio Británico, acogió a la Familia Real griega hasta su regreso a Atenas en el año 1946, y pronto se convirtieron en inseparables compañeras de juegos. "Tatiana y yo teníamos cada una nuestra muñeca; pero solo un carricoche para sacarlas de paseo. Nos peleábamos, tirando cada cual por su lado, para ver quién se lo quedaba. Y, claro, por nuestras peleas acababan discutiendo nuestras madres, como ocurre en todas las familias", contó la reina Sofía a Pilar Urbano para la biografía que la periodista publicó en 1996.
Tatiana Radziwill también conservaba recuerdos de su infancia en el exilio y los compartió con la periodista Carmen Enríquez para otra biografía que se publicó en el año 2018 con motivo de los 80 años de la reina Sofía. "Compartí su vida en Sudáfrica, cuando éramos bebés y, según nos contaron nuestras niñeras, yo acostumbraba a morderla… Pero luego aprendimos a no pelearnos y disfrutábamos de verdad la compañía y los juegos de una con la otra. Unos pocos años después, tuve la suerte de compartir con ella las vacaciones en Grecia durante toda mi juventud, lo que fue una fuente de inolvidable felicidad para mí".
La madre de Tatiana Radziwill era la princesa Eugenia de Grecia (1910-1989), por tanto, su abuelo era el tío abuelo de la reina Sofía, el príncipe Jorge (1869-1957), al que llamaban "uncle Jacob", y que se casó con la princesa María Bonaporte, una mujer muy interesante cuya vida merece la pena conocer. Descendiente de Napoleón, era una intelectual de primer orden, una mujer adelantada a su tiempo y heredera también de una enorme fortuna. El padre de Tatiana era Dominik Radziwill, un príncipe de la nobleza polaca.
A las niñas Sofía y Tatiana las unió en la guerra, el exilio y la condición de princesas griegas, que les permitió salir de Europa en lo que duró la Segunda Guerra Mundial, cuando terminó la contienda bélica, la princesa Sofía regresó a Atenas, como le correspondía por ser hija de los príncipes herederos, Pablo y Federica, tras el plebiscito que se celebró en Grecia; mientras que la princesa Tatiana regresó a Francia, donde había nacido y donde casi siempre estuvo asentada su familia. Esta separación no impidió que la amistad se consolidara, ya que sus familias siempre estuvieron unidas. Tatiana Radziwill, fue una de las ocho damas de honor (entre las que también estuvo la princesa Irene y las princesas danesas Benedicta y Ana María) que acompañó a la reina Sofía en su boda. "Bueno, Tatiana y yo hemos sido siempre muy amigas. Íntimas. Antes de casarnos, después de casarnos…", explicó la reina Sofía en una de las contadas ocasiones que ha hablado de su círculo más íntimo.
Tatiana Radziwill, descendiente del abuelo de Europa, Christian IX de Dinamarca, tampoco escapó a las "quinielas" reales de su época. Casualidad o no, seguramente no, en la boda de Constantino y Ana María de Grecia ejerció de acompañante del entonces príncipe heredero Harald de Noruega; ya se sabe que por esos años su padre, el rey Olaf, intentó infructuosamente una y otra vez que su hijo se casara con alguna princesa europea, pero Harald ya se había enamorado de la "plebeya" que con el tiempo se convirtió en la reina Sonia. Por otro lado, las inquietudes de la princesa Tatiana -que hablaba cinco idiomas y tocaba el piano- estaban en otro lado: ella fue a la Universidad de París, estudió enfermería y se especializó en investigación bacteriológica. Fue en este contexto, lejos de los bailes de palacio, donde conoció al que sería su marido, el doctor, Jean Henry Fruchaud, con el que tuvo dos hijos, Fabiola y Alexis.
Una muestra de que Tatiana siempre estuvo allí, a su lado, aunque no fuera físicamente, ya que cada una tenía una vida, hijos y una agenda que cumplir, es que el matrimonio Fruchaud Radziwill fue una presencia discreta, pero habitual en los veranos de Palma de Mallorca. Acompañó a la reina Sofía a algunos viajes de trabajo, entre ellos a Praga o Bolivia, y recibía a la reina en su casa de París, siempre que la agenda oficial lo permitía. Cuando los nietos se hicieron mayores y la reina Sofía perdió de forma natural uno de sus grandes placeres, llevarlos a la escuela de vela de Palma, la princesa Tatiana siguió acompañando a la madre de Felipe VI a la isla casi todos los veranos, también en compañía de su marido, el doctor Fruchaud.
Es posible que la princesa ahora fallecida haya sido una de las personas que mejor y más han conocido a la reina Sofía, una mujer que siempre ha estado en primera fila, pero, a la vez, la ha rodeado una buena dosis de enigma, quizá por su carácter reservado, un rasgo que ella misma contó que heredó de su padre, el rey Pablo, y que también encontraba en la forma de ser de Felipe VI. La princesa Tatiana fue de las pocas personas que habló abiertamente sobre la personalidad de la reina Sofía, lo hizo con la periodista Pilar Urbano: "Siempre es ella misma, en casa y en la calle, en familia y en público. Siempre es natural. Nunca finge. Nunca tiene dos caras. No sabe disimular…. Ama tanto la verdad y la sinceridad (no soporta la doblez, ni la hipocresía, ni la mentira), en ella todo es espontáneo".
Ese núcleo duro que permaneció unido desde la infancia hasta el final lo completaban el rey Constantino, que falleció en enero de 2023, y la princesa Irene de Grecia. Ya fuera en Porto Heli, en Palma de Mallorca, en Londres o en Madrid, los tres hijos de los reyes Pablo y Federica se han cuidado durante toda la vida. La reina Federica escribió en sus memorias que doña Sofía, durante el exilio en Sudáfrica, desarrolló muy pronto un instinto maternal y de protección. Este fue solo el principio de una mujer que dedicó gran parte de su vida a cuidar, cuidó personas y cuidó reinados. Ahora, doña Sofía, tras la perdida de su hermano hace dos años, se despide de su amiga, su cómplice, su 'hermana'.














