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Un encuentro con el rey Juan Carlos en su casa de Abu Dabi: "Sofi' no tiene igual en mi vida y seguirá siendo así"


"Nunca he dejado de servir a España y al pueblo español; así me crio mi padre"


El rey Juan Carlos en su casa de Abu Dabi© Álvaro Cánovas/ 'Paris Match'/ ABACA
Por: PARIS MATCH
5 de noviembre de 2025 - 6:07 CET

La Reconciliación del Rey Juan Carlos ya ocupa las librerías en Francia. En su residencia de Emiratos, adonde llegó en 2020 buscando un segundo plano elegido y forzado por las circunstancias, don Juan Carlos ha mantenido un encuentro con varios medios del país vecino. Frente a él, el mar se extiende hasta donde alcanza la vista y sol ardiente le recuerda al Mediterráneo y a España.el  En el jardín se pueden ver tres olivos centenarios, arrancados y replantados aquí, en la isla de Nurai, frente a la costa de Abu Dabi. Como él, un antiguo Rey en el exilio, a miles de kilómetros de su reino.

El rey Juan Carlos posa en el jardín de su casa en Abu Dabi© Álvaro Cánovas / Paris Match / ABACA
En la villa que el jeque Mohamed bin Zayed puso a su disposición desde 2020 en la isla artificial de Nurai, en Abu Dabi, el Rey recibió al experto en realeza Stéphane Bern antes de la publicación de su libro en Francia. El mar como telón de fondo y tres olivos centenarios, trasplantados desde España, dan a su jardín con piscina unos aires mediterráneos. El exmonarca confiesa que echa de menos a España "todos los días"

Nacido en Roma hace casi 88 años, ha vivido en Suiza, Portugal, España —por supuesto— y ahora en la capital de los Emiratos Árabes Unidos. Pero a lo largo de las páginas de sus memorias, proclama: "Llevo a España en mi corazón". Sobre la gran mesa que da a la veranda, frente al jardín y al mar, hay montones de periódicos, cartas con sellos de España, pero también tapas y jamón ibérico. Ya no hay corte, únicamente un hombre solo con sus recuerdos.

"No le gusta que la llame una 'gran profesional', pero España no podría haber tenido una Reina más devota e irreprochable", dice de doña Sofía

Recibe a amigos y visitantes, como el príncipe Luis de Luxemburgo (hermano del nuevo gran duque), al que se espera al día siguiente. A veces ve a sus hijas, la infanta Elena y la infanta Cristina. Su nieto Felipe Juan Froilán de Marichalar, que vive en Abu Dabi, pasó algún tiempo en la isla con él. Charla por teléfono con aquellos que no han roto lazos. "Hace tres días hablé con mi amigo cercano el Rey Simeón II de Bulgaria, llamé a la emperatriz Farah por su cumpleaños, pero extraño a mi querido primo el príncipe Miguel de Grecia, a quien solía llamar cada vez que tenía una pregunta sobre historia o genealogía…". Sus siete perros, sin embargo, se quedaron con doña Sofía en España. Su compañero es un loro mudo cuya cresta, una vez desplegada, se tiñe de los colores rojo y amarillo, como la bandera de España.

Reconocimiento a la Reina Sofía 

Fiel hasta el final, la Reina Sofía lo llama para saber de él. En sus memorias, Juan Carlos la colma de elogios: "Ella no tiene un igual en mi vida y seguirá siendo así, aunque nuestros caminos se hayan separado desde mi partida de España… Ella sigue siendo la madre de mis hijos, una Reina extraordinaria y un ancla emocional fundamental e irremplazable. 'Sofi' es una mujer excepcional, de integridad, bondad, rigor, dedicación y benevolencia. Ella es la encarnación de la nobleza del espíritu. No le gusta que la llame una 'gran profesional', pero España no podría haber tenido una Reina más devota e irreprochable… Somos diferentes, pero compartimos el mismo sentido del deber".

Media Image© Álvaro Cánovas / Paris Match / ABACA

Su inteligencia sigue siendo aguda, incluso cuando sus silencios son a veces más explícitos que sus palabras. Fue a la sombra de Franco, quien lo había designado su sucesor, en 1969, donde don Juan Carlos aprendió a guardar silencio. Así que aprieta los dientes y no se queja. Como dice su biógrafa, Laurence Debray, quien pasó dos años con su familia en Abu Dabi para permitir al monarca depuesto contar su verdad: "Su única obsesión es no avergonzar a su hijo, el Rey Felipe VI, a quien cedió el trono en 2014, y no ser una carga para la Familia Real".

El Rey recibe visitas y charla por teléfono con sus amigos: "Hace tres días llamé a Simeón II de Bulgaria y también a la emperatriz Farah por su cumpleaños"

Actualmente, ha regularizado su situación. La inmunidad que disfrutaba en el momento de estos hechos, así como la falta de pruebas directas en otros casos, permitieron que estos asuntos se cerraran sin más acción. Pero el antiguo monarca aún no es bienvenido en Madrid. Don Juan Carlos no estará presente el 21 de noviembre en las ceremonias que marcan el quincuagésimo aniversario del retorno de la democracia, de la cual él fue el principal arquitecto. 

"En medio del verano de 2020, dejé el palacio de la Zarzuela hacia Abu Dabi", escribe. "Ninguna guerra, ningún procedimiento legal me obligó a hacerlo. Decidí irme para no obstaculizar el buen funcionamiento de la Corona ni interferir con los deberes de mi hijo como soberano". Por eso eligió un destino más lejano que Italia, donde nació; Suiza, donde pasó su infancia; Portugal, donde pasó su juventud, o Francia, cuyo idioma habla. Una isla discreta, bajo el radar, para no molestar a nadie.

Ubicación secreta

"Para ayudar a mi hijo, busqué un lugar donde los periodistas de mi país no pudieran localizarme fácilmente". La ubicación es secreta, solo se puede acceder en lancha. "La última vez que vino un periodista español, las autoridades locales lo encarcelaron. ¡Tuve que intervenir para sacarlo!", ha comentado a la prensa francesa.

El rey Juan Carlos, en el salón de su residencia en Abu Dabi© Álvaro Cánovas / Paris Match / ABACA
En el salón de su residencia en Abu Dabi, en la que se puede ver un gran retrato suyo, vestido de civil en tonos beis y blanco, firmado por Hernán Cortés Moreno; unas fotografías de sus padres, de sus hijos y de sus nietos acompañan al Rey en su exilio

Cinco años después de su partida hacia Abu Dabi, encontramos a un exsoberano resignado que no tiene garantía de que alguna vez pueda volver a vivir en su país. En términos velados, dice: "Los Reyes no lloran". Es una cuestión de dignidad. Sus lágrimas, sin embargo, fluyeron libremente en 1993, cuando dio a su padre, don Juan, conde de Barcelona, un funeral digno de un Rey en El Escorial. Este fue el padre que, en 1975, se sacrificó, abandonando sus derechos dinásticos, para permitir que Juan Carlos se convirtiera en Rey.

En el haber de Juan Carlos I como jefe del Estado está el sanar las heridas de la guerra civil y unir al pueblo español, legalizando los partidos políticos, convocando elecciones, estableciendo la democracia parlamentaria… antes de salvarla durante el intento de golpe militar de febrero de 1981. Es por eso que sus memorias se titulan Reconciliación.

Don Juan Carlos, que en la mesa principal tiene un ¡HOLA! con la princesa Leonor en portada, desea que su nieta lo visite para contarle cómo, gracias a él, ella encarna el futuro de España

De ahí nace una pregunta: ¿es esto posible hoy, cuando la situación política está más crispada que nunca y los españoles han recuperado la confianza en la Monarquía? Don Juan Carlos espera que el pueblo español lo perdone por sus errores, dados todos sus logros. Lo repite una y otra vez: "Nunca he dejado de servir a España y al pueblo español; así me crio mi padre".

Laurence Debray, quien había construido una "persona de Juan Carlos" para sí misma, confiesa: "Descubrí a un hombre sensible, la fragilidad detrás de la bestia política, pero también la aridez de la vida de un Rey y su terrible soledad". Juntos, en este libro, miran hacia atrás a su infancia desgarrada entre dos países —Portugal, donde vivían sus padres, y España, donde, desde 1948, Franco supervisaba su educación— y dos figuras diametralmente opuestas, el caudillo y el conde de Barcelona. Sacudido, sin duda, pero como él dice: "Sabía dónde estaba mi deber".

El rey Juan Carlos, con bastón© Álvaro Cánovas / Paris Match / ABACA

Sin remordimientos

Cuando relata hoy su increíble viaje, no hay nostalgia. Recuerda la loca apuesta que fue la transición a la democracia, el regreso de España a la escena internacional, sus innumerables viajes por el mundo con la Reina Sofía y sus encuentros con jefes de Estado, algunos de los cuales se convirtieron en amigos. Al final de su vida, el Rey mira hacia atrás a su recorrido como "una carrera de obstáculos sin fin". No tiene arrepentimientos ni remordimientos. "¿Qué hombre no ha cometido errores?", argumenta.

Fotografías del rey Felipe VI y las infantas Elena y Cristina dentro de una caja con tres brújulas marinas© Álvaro Cánovas / Paris Match / ABACA
Fotografías de sus hijos dentro de una caja con tres brújulas marinas

Juan Carlos mantuvo el rumbo. Era un marinero, como su padre. Mirando al mar —que, él decía, "le daba una sensación de libertad"—, el Rey se convirtió en un hombre como cualquier otro. Y aunque su fuerza física lo ha abandonado gradualmente después de múltiples operaciones de cadera, recupera toda su energía cuando navega el "Bribón", el yate de seis metros que le ha valido cuatro títulos mundiales.

En casi 40 años como Rey de España, aprendió a navegar a vista en medio de la tormenta. En la gran mesa de su villa en Abu Dabi, su mirada cae en ¡HOLA! con un retrato de su nieta Leonor, princesa de Asturias y heredera al trono, en la portada. Un velo de tristeza parece nublar su mirada clara. Como cualquier abuelo, Juan Carlos quisiera que su nieta finalmente viniera a visitarlo. Él, el último gran testigo de la transición a la democracia, podrá entonces contarle su historia y cómo, gracias a él, ella encarna el futuro de España.

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