En medio del revuelo mediático que ha despertado la inminente publicación de Reconciliación, el libro de memorias que firma junto a la historiadora Laurence Debray, don Juan Carlos ha protagonizado una nueva visita exprés a España. El padre del rey Felipe VI aterrizó en Vitoria el pasado miércoles 29 de octubre, procedente de Abu Dabi, donde reside desde hace ya seis años, tras su salida del país en agosto de 2020.
Su llegada coincidió con una jornada especialmente emotiva en el calendario institucional: el homenaje a las víctimas de la DANA, celebrado en Valencia y presidido por los Reyes, en el primer aniversario de la tragedia. Mientras Felipe VI y doña Letizia rendían tributo a los afectados, el rey emérito se desplazaba discretamente a la capital alavesa para someterse a una revisión médica rutinaria con el doctor Eduardo Anitua, su especialista de confianza.
La estancia ha sido breve pero significativa. Apenas 36 horas después de su aterrizaje, el exjefe del Estado abandonaba la ciudad vasca rumbo a Lisboa, donde se espera que permanezca unos días antes de regresar a Galicia para participar en las regatas de Sanxenxo. La capital portuguesa, además, tiene un componente emocional añadido: allí estudia la infanta Sofía, quien ha comenzado este año sus estudios universitarios, de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, en el exclusivo centro Forward College, que se encuentra en el corazón de la capital portuguesa.
Su estancia ha sido breve pero cargada de simbolismo. Coincidiendo con la publicación de los primeros extractos de Reconciliación, don Juan Carlos ha vuelto a acaparar titulares. La obra, que verá la luz en Francia el próximo 5 de noviembre, ha generado un notable revuelo por las confesiones íntimas que contiene y por el tono reflexivo con el que el rey emérito repasa su vida.
Vitoria y Sanxenxo se han convertido en una parada habitual en los viajes de don Juan Carlos a la península, ya sea por cuestiones médicas o deportivas, demostrando, que su vínculo con España sigue intacto. De hecho, uno de los fragmentos más conmovedores que se han publicado de sus memorias, revela la profunda añoranza que siente por su país: “No hay un solo día en que la nostalgia no me invada. Como si España se me hubiera quedado pegada a la piel”, confiesa el monarca.
Tal como avanzó El Mundo, aterrizó en el aeropuerto de Foronda procedente de Londres, a bordo de un vuelo chárter que partió del aeródromo británico de Farnborough. En Vitoria estuvo el tiempo justo para su revisión y después continuar su viaje a Portugal, donde va a pasar unos días antes de regresar a nuestro país.
Como en otras ocasiones que ha viajado a la capital de Euskadi, el monarca ha acudido a la clínica del doctor Eduardo Anitua, su médico de confianza y amigo personal, para someterse a una revisión rutinaria. Este centro se ha convertido en un punto de referencia para don Juan Carlos, que incluso dispone de un apartamento privado en sus instalaciones, tal y como informa Gasteiz Hoy. Es allí donde suele alojarse durante sus estancias en la capital alavesa, en un entorno discreto y familiar. Los doctores Anitua y Sánchez mantienen una estrecha relación con el padre del Rey, más allá del ámbito profesional. Ambos han viajado en varias ocasiones hasta Abu Dabi para atenderle personalmente, lo que demuestra el vínculo de confianza que han construido a lo largo de los años.
Esta misma tarde, el padre del Rey ha abandonado España, rumbo a Lisboa, donde permanecerá unos días antes de volver a Galicia para participar en las regatas de Sanxenxo, previstas para el 8 y 9 de noviembre. Estos días se celebrará la última cita náutica perteneciente a la liga española de la clase 6 metros, y será el broche de oro a una temporada muy especial para el rey emérito. El padre de Felipe VI estará previsiblemente acompañado por familiares y amigos en lo que se perfila como una despedida hasta la primavera de 2026, cuando se retome la competición. Este año ha sido especialmente activo: ha asistido a todas las pruebas desde abril, salvo la de octubre, que fue cancelada por el mal tiempo.
La última cita tuvo lugar en septiembre, con una animada cena a bordo de un barco bateeiro, donde no faltaron los sabores gallegos: percebes, mejillones, pulpo, sardinas y bica. Entre los asistentes estuvieron la infanta Elena, Simoneta Gómez-Acebo e Irene Urdangarín, quien visitaba por primera vez a su abuelo en las Rías Baixas. Una despedida con sabor a mar, familia y tradición, que reafirma el vínculo del rey emérito con una España que, como él mismo confiesa, lleva pegada a la piel.
















