La visita de Leonor de Borbón a Navarra fue histórica, pero, sobre todo, una cita con su propia historia, en la que, paso a paso, sigue adentrándose rumbo al trono. La heredera, que encarna la suma de títulos de la Monarquía hispánica, ha ido recorriendo los territorios (Asturias y Girona) que dan nombre a sus distinciones. Y ahora, camino de cumplir 20 años, acaba de presentarse como princesa de Viana, distinción que lleva desde 2014.
Faltaba pisar tierra del viejo reino, conformador de la Corona de España, y dejó por unas horas su formación en la Academia General del Aire y el Espacio de San Javier para reforzar vínculos, conocer al pueblo navarro y que se la conozca un poco más. También para poner en valor la importancia del principado de Viana en el conjunto de España. Un reto que cumplió con el apoyo de los Reyes.
La historia empezó a escribirla Carlos III el Noble en 1423. Siglos después, durante la boda del entonces príncipe Juan Carlos, aparecía de nuevo la distinción, aunque fue Felipe VI el primer príncipe de Viana de la democracia, lo que añadió un valor institucional y emocional a esta visita. Un viaje oficial de dos días a la Comunidad Foral que arrancaron en Pamplona, cabeza del antiguo reino.
Camino de su 20 cumpleaños, inicia un otoño frenético mientras continúa con su formación militar y muestra lo importante que es la Reina en su vida
Emocionada y respondiendo con naturalidad y cercanía a la expectación y el cariño del público, la princesa hizo una primera ronda de saludos junto a sus padres y después accedieron juntos al palacio de Navarra, sede del Gobierno, donde fueron recibidos por la presidenta de la comunidad, María Chivite, y representantes de las instituciones.
Los Reyes y la princesa de Asturias y de Viana visitaron el salón del trono y, después, se trasladaron al salón isabelino, donde el director del Archivo Real de Navarra, Félix Segura Urra, les mostró el pergamino en romance navarro que recoge la creación del Principado de Viana y salió excepcionalmente de su custodia para esta ocasión histórica.
La heredera al trono ha ido recorriendo los territorios que dan nombre a sus distinciones, Asturias y Girona, pero faltaba Viana, que no recibía a una princesa con el título desde hacía seis siglos
Como señalamos, fue Carlos III el Noble quien lo instituyó, a mediados del siglo XV, para su nieto Carlos, hijo de Blanca de Navarra y Juan de Trastámara. Era una manera de ensalzar su reino, pero, sobre todo, de definir las dignidades para su heredero siguiendo el modelo de otras monarquías que habían dado un título específico a los herederos a la Corona.
"Con este documento de concesión, lo equiparó a las otras Coronas, además de dotarle de un gran patrimonio: rentas anuales de trece villas, casi cuarenta aldeas y ocho castillos, que le permitían mantener su posición", nos dijo Julia Pavón Benito, catedrática de Historia Medieval de la Universidad de Navarra y directora de la obra Reinas de Navarra.
Primera referencia a su título
A lo largo del viaje hubo seis dedicatorias firmadas —tres de Felipe VI y doña Letizia y tres de la princesa—. En las primeras, en Pamplona, los Reyes reflejaron "la alegría de esta primera visita oficial de nuestra hija y heredera, la princesa Leonor, como princesa de Viana".
Y la gran protagonista hizo por primera vez referencia a su distinción: "Siento un gran respeto y estima por lo que supone este título de princesa de Viana, y el hecho de haber podido ver ese documento original de hace más de 600 años, en el que este título queda instituido para los herederos del Reino de Navarra, me compromete y me responsabiliza para comprender aún más su dimensión histórica y simbólica".
Pasadas dos horas, llegaban a Viana, la ciudad con alma medieval que, después de seis siglos, recibía por primera vez a una princesa de Viana. La última y única que llevó este título fue la princesa Magdalena de Francia (Tours, 1 de diciembre de 1443 - Pamplona, 23 de enero de 1495).
Cientos de personas los esperaban en la plaza de los Fueros, donde el recibimiento fue a más: los tres trepando bloques de piedra para saludar hasta la cuarta fila, mientras ondeaban las banderas y se escuchaban las ovaciones. Y minutos después eran recibidos por la corporación municipal en el Ayuntamiento (1692), continuando la ruta por una pequeña exposición: 600 años del Principado de Viana y los jardines dedicados a Juan Manuel Serrat. El cantautor, hijo adoptivo de la ciudad desde 2014, tiene en Viana una vivienda que visita con frecuencia y su cuadrilla de amigos.
Los Reyes y la heredera al trono han hecho un viaje por la historia (y para la historia), el presente y el futuro; y se han sentido queridos y arropados
La anécdota
Allí, en los jardines, donde hay un monolito con esta frase suya: "En este lugar aprendí a amar la luz", mientras escuchaban el tarareo de sus canciones, se produjo la anécdota. Javier Erro, exconcursante de La Voz, estaba a punto de hacer un directo para RTVE cuando recibió la visita de la Familia Real. Le preguntaron por cómo había ido el día y acabaron hablando de música. Momento en el que Erro interpretó algunas estrofas del tema A million dreams, que la Reina reconoció al segundo.
"Anda, por favor, es El gran showman. ¡Qué bonito! ¡Qué bien cantas!". La princesa Leonor se sumó a la conversación y confesó ser fan de la película desde pequeña. Erro se declaró admirador de la Reina desde que era muy pequeñito y vino el segundo momento: "Pero eres muy joven (25). Ay, madre, eres... como un hijo mío", mientras se fundían en un abrazo.
El monasterio de la estirpe real
Ya lo había dicho el Rey cuando la princesa Leonor visitó Covadonga por primera vez: "Lo importante es que ellas se empapen bien de la historia", haciendo referencia a sus dos hijas... y el 26 de septiembre la princesa Leonor no solo se "empapó" de historia, también fue la protagonista de un día histórico lleno de emoción que finalizó en el monasterio de Leyre.
Los Reyes, que lo conocen bien, y la princesa fueron recibidos por el abad mitrado del monasterio, Juan Manuel Apesteguía, y el prior Eduardo Oliver, y minutos después, con el himno nacional sonando, la Familia Real se situó firme ante el panteón real de los primeros Reyes de Navarra. Allí, tras abrir el abad, custodio del sepulcro, la verja del año 1500, la princesa les rindió homenaje con una ofrenda floral y un minuto de recogimiento coronado por los acordes del himno de la Comunidad Foral y el responsorio gregoriano Dirigatur, de más de doce siglos de antigüedad.
Conjuntadas, conectadas, reforzando la idea de unidad y sintonía, aunque la elección de la princesa transmite frescura y modernidad, frente al clasicismo de la Reina
Tras este momento de recuerdo, visitaron la llamada cripta, donde el abad le hizo entrega de un libro y de las primeras botellas de licor de hierbas y ginebra que elaboran continuando una tradición medieval, antes de fotografiarse todos juntos. La Familia Real, con los 17 monjes benedictinos y la inmensidad de la sierra de Leyre y el pantano de Yesa.
Olite volcada con la Princesa de Viana
Al día siguiente, 27 de septiembre, la pequeña gira continuó en Olite, donde "viajaron" al maravilloso mundo de Carlos III, el Rey Noble, que creó su título, y su esposa, Leonor de Trastámara, que fue Reina consorte coronada y la primera en llevar su nombre en Navarra. Allí mismo, a las puertas de un palacio que parece encantado, volvieron a encontrarse con cientos de vecinos esperándolos a pie de calle y en los balcones, antes de entrar en el monumental castillo. Los Reyes y la princesa, al encuentro de Carlos III y de la Reina Leonor en este edificio majestuoso que idearon juntos y "tenía tantas habitaciones como días el año".
Siete torres, una muralla, jardines (algunos colgantes, para deleite de la Reina) y una impresionante decoración para poder disfrutar de un lujo que no existía en España en aquella época. Tenía su sentido: Carlos III, de la dinastía D’Evreux, era francés. Los maestros constructores viajaron a sus castillos y los de la familia de la Reina Leonor y el resultado fue un palacio de cuento, sin olvidar los viñedos, huertas, estanques con cisnes, jaurías de perros para las cacerías y un verdadero zoológico (tenían hasta leones).
De todo ello hablaron en esta visita mientras recorrían la galería del Rey, el jardín de la Reina y la torre de los Cuatro Vientos. También de los adelantos que se trajeron a este impresionante rincón de Navarra: agua canalizada con tuberías de plomo y hasta una "nevera" huevo, en la que se conservaban los alimentos en nieve. Un viaje a otra época que los Reyes y la princesa pudieron hacer sumergiéndose en la vida de la corte gracias a unas gafas de realidad virtual.
"Aunque ha sido breve mi paso por Navarra, estos días me han servido para sentir que mi unión y compromiso con esta comunidad son aún más firmes"
Los Reyes Carlos y Leonor vivieron aquí los años más felices como matrimonio y murieron también, con una diferencia de diez años, en este palacio, al que estuvieron muy ligados su hija doña Blanca y su nieto Carlos, príncipe de Viana, quien, aun siendo Rey por derecho, no pudo reinar por la ambición de su padre, Juan II de Aragón. También Francisco Febo (Rey de Navarra desde 1479 a 1483), que sucedió a su abuela (la Reina Leonor I de Navarra), y su madre Magdalena, infanta francesa y princesa de Viana, así como don Juan de Labrit y doña Catalina, los últimos Reyes de Navarra.
Cuatro misiones en dos días
Era un momento favorable para hacer este viaje. El Gobierno de Navarra esperaba esta visita desde hacía al menos dos años y se preparó todo con la Casa Real. Había preguntas sobre la mesa: cuál sería la respuesta ciudadana, cuál el nivel de protestas —por las derivas nacionalistas— y qué expectación despertarían, pero podría decirse que, en dos días, con el apoyo de los Reyes, se ganó "la corona".
Ejerciendo por primera vez como princesa de Viana, Leonor ha mostrado su respeto al pasado y su compromiso con el presente y futuro de Navarra. Y ha cumplido el objetivo: cuatro misiones en dos días, aunque solo es el inicio de un camino (de un vínculo y de un entendimiento) para poder representar mejor a la Comunidad Foral en el futuro. Para proyectar hacia el futuro la idea de una Monarquía comprometida con la unidad de España.
"Espero regresar a menudo y seguir conociendo y acompañando a un pueblo emprendedor y comprometido que es un orgullo para España"
Lo dijo claramente en una de sus dedicatorias: "Aunque ha sido breve mi paso por Navarra, estos días me han servido para sentir que mi unión y compromiso con esta comunidad son aún más firmes". Y también lo dejó escrito Felipe VI (juntamente con la Reina) en el Libro de Oro del palacio de Navarra, para que la "princesa siga su camino de conocer cada día más y mejor esta tierra y su pueblo, que siente con fuerza su identidad y su historia como parte de la España constitucional para seguir encarando juntos un mejor futuro".
- Hubo recibimiento oficial y reconocimiento: Leonor fue recibida junto a sus padres por las máximas autoridades en la sede del Gobierno, en Pamplona, y se reconoció su figura y su dignidad como princesa de Viana
- Conoció el pergamino original con el que Carlos III el Noble creó el título de princesa de Viana, en 1423. Con este gesto tan importante pudo vincular su figura con la historia de Navarra (600 años), el compromiso de la Monarquía con la Comunidad Foral y la continuidad dinástica.
- Conectó con la identidad de Navarra. Con sus visitas a Viana, Olite y Tudela, puso en valor la historia de siglos, su impresionante patrimonio, su cultura y su singularidad. Asimismo, con su homenaje a los antiguos Reyes Navarros, en el monasterio de Leyre (Yesa), resaltó los orígenes de Navarra y la raíz histórica y espiritual del antiguo reino.
- Estrechó lazos con los navarros y se dejó conocer más. Demostró sobre el terreno lo preparada que está y la responsabilidad con la que se toma todo, pero también lo cercana y atenta que puede ser. Leonor se ganó a los navarros (desde niños a ancianos), que la acogieron entusiasmados, con su cariño, sus atenciones, sus abrazos, su sonrisa y su humanidad. Y Leonor les dijo que "espero regresar a menudo y seguir conociendo y acompañando a un pueblo emprendedor y comprometido que es un orgullo para España"
Una conexión con seis siglos de historia
Más de 600 años después, la visita de la Familia Real remarcó el vínculo de siglos con esta ciudad, el de una princesa conectada con el pasado medieval y entrando en la vida de las antecesoras que reinaron con su nombre. La primera ya la hemos situado: Leonor de Trastámara (1350-1415), hija de Enrique II, Rey de Castilla, y esposa de Carlos III. Y la segunda, Leonor I, su nieta, que fue princesa de Navarra y Aragón, condesa de Foix por matrimonio (1441-1472) y Reina durante solo quince días: del 28 de enero al 12 de febrero de 1479.
Pasadas las doce y media, los Reyes y la princesa de Asturias y Viana llegaban a Tudela, a orillas del Ebro, y se encontraban con la Plaza Vieja abarrotada de gente. Impresionante la imagen. El Rey dejando su bastón de mando cedido por el alcalde, Alejandro Toquero, para poder saludar a dos manos; la Reina llevándose la mano al corazón, y la princesa Leonor estirando su cuerpo y su brazo sobre las vallas para llegar más lejos.
Salió a los balcones a saludar, se puso el pañuelo rojo como una navarra más, se hizo fotos con cientos de personas, abrazó a niños y mayores, y siempre con una sonrisa en la cara
Minutos después, mientras seguían las ovaciones, entraban en el majestuoso edificio con fachada neoclásica (1800), que empezó siendo una cárcel, en el siglo XVI, y una sala de plenos, conocida como la cámara del secreto. Allí se le entregó a Leonor un pañuelo rojo de las fiestas de Navarra, con el escudo de Tudela y su nombre bordado en hilo de oro, que le colocó la Reina. Y, también, una cesta con tomates, cogollos, borraja, pimientos, melocotones, así como una menestra para que pudieran degustar en su casa, aunque, como la visita terminó pasadas las tres de la tarde, en el palacio del Marqués de San Adrián, actual sede de la UNED, almorzaron en el helicóptero.
Los Reyes y la heredera al trono han hecho un viaje por la historia (y para la historia), el presente y el futuro, y se han sentido queridos y arropados. Felipe VI y doña Letizia estaban felices de ver cómo la princesa era recibida en cada destino y cómo ha reforzado los vínculos de la Corona poniendo en valor el título de princesa de Viana.
Leonor ha salido a los balcones a saludar, se ha puesto el pañuelo rojo como una navarra más, ha abrazado a niños y mayores, se ha hecho cientos de fotos para agrandar recuerdos y, al igual que los Reyes, regresó a Madrid agradecida y emocionada.