En la memoria de muchos se ha fijado la idea de que fue en el crucero que organizó la reina Federica en aguas griegas, el famoso Agamenón, como el lugar en el que enamoraron don Juan Carlos y doña Sofía, pero no sucedió exactamente así. Ese solo fue el primer encuentro, un viaje que tuvo lugar en 1954 con excursiones guiadas por el propio rey Pablo de Grecia y noches de baile con orquesta para reavivar el turismo y fortalecer las relaciones entre las casas reales europeas tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el amor, llegó más tarde y ambos han hablado de la boda de los duques de Kent como el momento clave en el inició de su noviazgo. Sucedió en el Reino Unido en 1961 y ahora, cuando ha fallecido Katharine Worsley, la duquesa de Kent, recordamos qué sucedió en un enlace que marcó el futuro de España y de los entonces príncipes Juan Carlos y Sofía.
Después de ese primer encuentro, el del comentadísimo crucero, los príncipes Sofía y Juan Carlos volvieron a coincidir en las Olimpiadas de 1960, año en el que Grecia ganó el Oro de Vela. Por aquel entonces, Sofía ya había regresado de Alemania y completaba sus estudios en Grecia. "Yo hubiera querido dedicarme de verdad a la historia, la arqueología, la música o a alguna actividad relacionada con niños… pero tenía bien claro que mi deber era estar en Grecia y 'disponible' para lo que viniera después. Y vino esto", le explicó la reina Sofía a la periodista Pilar Urbano en 1996, cuando ya llevaba dos décadas como reina consorte de España.
Ese destino los volvió a reunir un año después, cuando coincidieron de nuevo en junio de 1961 en el Reino Unido para la boda de los duques de Kent, charlaron mucho (en aquel momento ya había fallecido el hermano pequeño del don Juan Carlos) y bailaron un fox lento. "Yo me enamoré en el año 1961, en la boda de los duques de Kent... Me enamoré del conjunto, de todo lo que ella es. No de esto o de aquello. A ella le gustaba yo. Y eso, como hombre, me halagaba. A mí también me gustaba ella...", recordó el rey Juan Carlos ante la citada periodista.
Ese fue el momento en el que la reina Sofía y el rey Juan Carlos (que todavía estaba muy lejos del trono) se fijaron el uno en el otro, en presencia del príncipe Constantino, uno de los grandes pilares de doña Sofía. Ambos se protegían y se dejaban volar, así recordó la reina Sofía este momento. "Él acudió con su padre (don Juan de Borbón) y yo con mi hermano. Mejor así, porque todo pudo desarrollarse con más naturalidad, con más informalidad, con más libertad. Muchas veces he pesado que, si hubiesen estado allí mis padres, quizá no habría llegado a producirse ese encuentro personal entre Juan Carlos y yo", contó doña Sofía.
Cine, baile y mucha conversación
"La tarde de la llegada ya fuimos juntos al cine: Tino, Juan Carlos y yo, en un mismo taxi. Vimos Éxodo, con Paul Newman. Volvimos al hotel, nos cambiamos de ropa y, también juntos, acudimos a una recepción con cena de gala. Nos pusimos en la misma mesa. Fue entonces cuando empezamos a sentir el tirón del atractivo, pero sin ningún compromiso […] Mi hermano Constantino se dio cuenta y, hablando con mis padres por teléfono, se ve que les dijo ‘preparaos por si hay sorpresa: Juanito, el chico de los Barcelona (Juan de Borbón y María de las Mercedes eran los condes de Barcelona), está muy asiduo con Sofía, y a ella no parece que le desagrade", relató la reina Sofía recordando todos los eventos que rodearon a la boda de los duques de Kent.
"Me pareció encantador, y con una hondura que yo no sospechaba. Incluso me chocó que fuese un hombre profundo: yo creía que era solo un chico bromista. Vi que tenía una situación difícil, con un futuro muy incierto. Que vivía oficialmente acompañado, y humanamente solo, separado de sus padres y de sus hermanas, en un país bajo un régimen militar, sin monarquía y donde a su padre le tenían prohibido entrar. Empecé a admirar la alegría con que llevaba su compleja situación".
La boda de los duques de Kent se celebró en junio y ellos se prometieron en septiembre. La boda se celebró en Atenas en 1962 y por todo lo alto, ya que la que se casaba era la hija del rey, segunda en la línea sucesoria. Pocos meses después de la boda emprendieron una nueva vida, fijando su residencia en el Palacio de la Zarzuela, en 1969 el príncipe Juan Carlos fue designado sucesor a título de rey y juntos alcanzaron el trono en 1975.