La princesa Leonor y el resto de guardiamarinas del 97º crucero de instrucción del Juan Sebastián de Elcano afrontan la recta final de una increíble travesía. Este emblemático buque de la Armada ha sido su hogar y su escuela en los últimos meses. Aunque las diferencias a bordo entre la heredera al trono y el resto de sus compañeros no se notan, existen desde el momento en que se preparan todas las maniobras para atracar en el siguiente puerto. En la mente de la princesa de Asturias se produce una transición: del anonimato de alta mar a la expectación en tierra firme. Ella sabe que, a su llegada, es esperada con gran interés, que habrá cámaras captando todos sus movimientos, autoridades recibiéndola y un fuerte dispositivo de seguridad. Debe llevar el uniforme impecable, con todas sus condecoraciones. Distinciones que recuerdan todo lo que es y cuál será su papel futuro que ha abrazado con tanta determinación. El siglo XXI ha barrido con las disparidades en la formación; ya no existen diferencia para princesas y príncipes.
El uniforme perfecto y las condecoraciones
Es tradición que los guardiamarinas de Elcano saluden desde cubierta cuando el barco se aproxima al muelle. Es la primera imagen en cada escala, y sus uniformes deben lucir perfectos. Todos van impecables, pero Leonor debe serlo aún más. Su indumentaria es analizada con lupa, el moño con el que recoge su pelo, perfectamente pulido; la gorra, bien colocada y todo en ella debe estar en perfecto estado de revista. También lleva sobre el pecho sus condecoraciones, los símbolos que marcan su singularidad. Es la heredera al trono y ya ha pasado por el Ejército de Tierra. Ambas circunstancias se reflejan en las distinciones que ha recibido y que lleva en todas sus indumentarias en Elcano, ya sean de gala, de verano o de invierno. Leonor porta las insignias del collar de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, que recibió el 31 de octubre de 2023 con motivo de su 18 cumpleaños y tras jurar la Constitución ante las Cortes Generales, tal y como dicta la Carta Magna para el heredero a la Corona. Es la mayor distinción honorífica que hay entre las órdenes civiles españolas.
También porta en su vestimenta de la Armada la insignia de la gran cruz del Mérito Militar con distintivo blanco que su padre le entregó en julio de 2024, tras acabar su formación en Zaragoza, cuando fue nombrada dama alférez cadete del Ejército de Tierra. Por último, luce otra condecoración, la gran cruz de la Orden de Cristo, que le fue otorgada en julio del año pasado de manos del presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, con motivo de su primer viaje oficial en solitario al país vecino.
La princesa de Asturias ha descubierto lo querida y popular que es, algo que ha venido de la mano del 'peaje' que tiene que pagar como Princesa heredera
Las autoridades
Otra de las diferencias de Leonor sobre el resto de sus compañeros es que cuando llega a puerto siempre tiene que saludar a las autoridades o personalidades que en cada ciudad reciben a Elcano. Esto también incluye algunas recepciones. El buque actúa como embajador de España en cada escala y la princesa Leonor vuelve a ser tratada como alteza real en tierra firme, es decir, como la máxima representante de nuestro país. El desembarque del resto de guardiamarinas pasa totalmente desapercibido, pero ella no puede disfrutar de ese anonimato total. Descubrir lo querida y popular que es ha venido de la mano del ‘peaje’ que tiene que pagar como Princesa heredera del siglo XXI, como una Princesa global que puede ser fotografiada en cualquier momento, todo un golpe de realidad.
Leonor de Borbón es guardiamarina, pero también es Princesa y es un doble papel que tiene que desempeñar en cada momento de su vida. A bordo es la guardiamarina Borbón Ortiz, una más en ese ambiente náutico de la Armada, de oficiales y de tripulantes, salvo esos momentos en los que sabe que las cámaras la están fotografiando para mostrar a los españoles cómo está siendo su formación.
En todas las ciudades de Iberoamérica que ha visitado, la princesa Leonor ha disfrutado de las tradiciones y de la cultura a través, por ejemplo, de su gastronomía típica, dejándose llevar por los sabores locales. Así sucedió recientemente cuando en compañía de la reina Letizia estuvo en un restaurante de Ciudad de Panamá. Una señal más de que es embajadora en cada lugar por el que pasa.
La expectación que Leonor ha despertado en Iberoamérica es máxima. Interesa todo de su vida
La seguridad
Indudablemente, dada su condición de futura Reina, la presencia de la princesa Leonor en cada puerto lleva acarreado un dispositivo de seguridad, como corresponde a la primera en la línea de sucesión al trono y como ocurriría si visitara esos países de manera oficial. En el buque está protegida por sus compañeros y toda la tripulación, no hay miradas de fuera y realmente puede ser una alumna más, pero al llegar a puerto todo cambia. Como decíamos, en tierra vuelve a ser Princesa, todas las precauciones son pocas y todos los protocolos se activan.
La expectación
Si poder recrear parte de la experiencia que en el siglo XVI llevaron a cabo Elcano y Magallanes circunnavegando por primera vez la Tierra es de por sí algo extraordinario para cualquier guardiamarina, también es especial tener como compañera a la futura Reina, quien ostentará el mando supremo de las Fuerzas Armadas. Mientras el resto de la tripulación es anónima, a Leonor todo el mundo la conoce y todos quieren saber de ella porque interesa todo de su vida.
Leonor no se esperaba que una vez cruzado el Atlántico, la expectación sería tanta o más que en España, evidenciando que la ‘Leonormanía’ también había llegado al continente americano. Especialmente significativa fue su despedida desde el puerto de Cádiz, que no se perdieron sus padres, los Reyes, embargados por la emoción de ver partir a una hija, a la que estarían mucho tiempo sin ver. Todos los ojos estaban puestos en ella y la ciudad se volcó. Desde el primer momento en que puso un pie en Salvador de Bahía, el pasado febrero, ya estuvo en el punto de mira de muchísimas personas. Desde entonces así ha sido en Montevideo (Uruguay), Punta Arenas (Chile), Valparaíso (Chile), Lima. El Callao (Perú), Ciudad de Panamá (Panamá) y seguramente será en las tres paradas que quedan: Cartagena de Indias (Colombia), a donde llegó este viernes, Santo Domingo (República Dominicana) y Nueva York (Estados Unidos). Solo ella y el capitán de navío y comandante del buque, Luis Carreras-Presas do Campo, quien habla con la prensa sobre la singladura, son los únicos dentro de la tripulación de Elcano a los que se pone nombre.