Imagina que viajas con tu caravana con intención de disfrutar del fiordo danés de Flensburg cuando tu navegador falla y acabas retenido por un grupo de guardias reales. Es lo que le ha ocurrido a un turista finlandés que acabó por error circulando demasiado cerca del Castillo de Grasten, la residencia de verano de la reina Margarita. La situación se volvió aún más dantesca al coincidir con el cambio de guardia.
Según recoge el diario Grasten Avis, en cuanto los efectivos militares divisaron el vehículo entrando en los terrenos de palacio, detuvieron la ceremonia para interceptar al conductor. Tras bloquear la caravana y aclarar las circunstancias que le llevaron a entrar en territorio real, el turista tuvo que esperar a que finalizase el cambio de guardia para dar la vuelta y retomar su camino.
La reina Margarita se encuentra en estos momentos en dicha residencia de verano junto a sus hermanas Benedicta de Dinamarca y Ana María de Grecia, a las que está muy unida y con las que suele reunirse cada año en esta residencia de verano. Precisamente estos días está ejerciendo la regencia mientras los reyes Federico y Mary se encuentran disfrutando de sus vacaciones privadas en el extranjero.
La familia real danesa veranea en Grasten desde 1935, año en el que los reyes Federico IX e Ingrid, abuelos del rey Federico X, eran príncipes herederos y obtuvieron el derecho a disfrutarlo como regalo de boda. Tras ellos, la reina Margarita ha seguido disfrutando allí de la época estival y se ha convertido en un lugar de cuento y de reunión para todos los parientes de los antiguos soberanos.
El actual palacio es el tercero que se ha levantado en su actual ubicación. El primero se construyó a mediados del siglo XVI y era un pequeño pabellón de caza. Lamentablemente, el edificio se quemó y en 1603 se edificó uno nuevo, que probablemente se ubicó en el ala sur del actual. Durante la Segunda Guerra Mundial fue habilitado como hospital. El recinto cuenta con la iglesia barroca más grande al norte de los Alpes y es lo único que queda del antiguo castillo.
Aunque es una residencia privada, los jardines palaciegos, auténticas joyas de la jardinería danesa, abren en días señalados cuando los ciudadanos pueden pasear por sus senderos entre setos perfectos, rosaledas y esculturas florales y ver el reflejo de las torres del palacio y la capilla en el tranquilo lago Slotssø, que rodea la finca.