El Día del Rey en Bélgica, conocido como Fête du Roi en francés y Koningsdag en neerlandés, se celebra cada 15 de noviembre en honor a la monarquía y al soberano en ejercicio. La tradición, instaurada en 1866 bajo el reinado de Leopoldo II, coincide con la festividad de San Leopoldo en el calendario litúrgico germánico. Aunque no es un día festivo nacional, las instituciones federales cierran y se organizan actos solemnes, como el tradicional Te Deum en la catedral de San Miguel y Santa Gúdula de Bruselas y la ceremonia en el Parlamento Federal, a la que suelen acudir algún miembro de la familia real belga. La costumbre dicta que el monarca en ejercicio “no se celebra a sí mismo”, motivo por el cual el rey Felipe, la reina Matilde y sus cuatro hijos no estuvieron presentes, como ya ocurrió en años anteriores.
El año pasado, el rey Alberto II, la princesa Astrid, el príncipe Lorenzo y el príncipe Laurente participaron en los distintos actos que tuvieron lugar en esta jornada tan significativa, tanto en la catedral como en la ceremonia organizada en el Palacio de la Nación, cuyo acto estuvo dedicado al tema Crecer, superarse, compartir aventuras: los movimientos juveniles en acción.
Este año, en cambio, la celebración del Día del Rey en Bélgica ha estado marcada por notables ausencias, entre ellas la del propio rey Alberto II y la de Lorenzo, esposo de la princesa Astrid. En representación de la familia real, han participado la propia Astrid, el príncipe Laurent y la princesa Claire, que este sábado se sumaron a los actos oficiales de una de las citas más solemnes del calendario institucional.
La jornada se abrió con el tradicional Te Deum en la catedral de San Miguel y Santa Gúdula de Bruselas, presidido un año más por el arzobispo de Malinas-Bruselas, Luc Terlinden, en un ambiente de recogimiento y tradición. Tras la ceremonia religiosa, los protagonistas se trasladaron al Palacio de la Nación para asistir al acto organizado por la Cámara de Representantes, el Senado y el Gobierno Federal.
Este año, el encuentro ha girado en torno a un tema de plena actualidad: Diplomacia en un mundo en evolución, un debate que reunió a responsables políticos y expertos para reflexionar sobre el papel de Bélgica en el escenario internacional. Durante el acto, también hubo tiempo para disfrutar de alguna pieza musical interpretada en directo y, por supuesto, para hacerse la tradicional fotografía protocolaria con las autoridades y responsables políticos presentes.
Con su presencia, Astrid, Laurent y Claire han reforzado el compromiso de la monarquía con los valores de unidad y continuidad, en una celebración que cada 15 de noviembre recuerda la importancia de la institución en la vida del país.
La reaparición de Laurent y Claire
El protagonismo de la jornada ha recaído en el príncipe Laurent y la princesa Claire, que reaparecieron juntos tras semanas de especulaciones. En septiembre, el príncipe reconoció públicamente ser el padre biológico de Clément Vandenkerckhove, un joven de 25 años, fruto de su relación con la cantante y modelo belga Iris Vandenkerckhove, conocida artísticamente como Wendy Van Wanten. La noticia supuso un auténtico terremoto mediático. Laurent explicó que su decisión estaba motivada por “un sentido de bondad y respeto hacia las personas implicadas”. Clément nació en el año 2000, varios años antes de que Laurent se casara con Claire Coombs en 2003, con la que tiene tres hijos: la princesa Louise, de 21 años y los gemelos; los mellizos, el príncipe Nicolas y Aymeric, de 20 años.
La pareja quiso mostrar unidad y complicidad en su reaparición pública: llegaron juntos, sonrientes, y se mostraron cercanos con el público a la salida del Te Deum. Laurent y Claire posaron juntos para una fotografía solicitada por los asistentes, después de que él recibiera flores, reforzando la imagen de un matrimonio sólido y unido.
Una celebración con sabor familiar
La princesa Astrid, hermana del rey Felipe, volvió a ser una de las figuras más visibles de la jornada, acompañando a Laurent y Claire tanto en la catedral como en el Parlamento. A la salida del oficio religioso, se acercó con cercanía a saludar a quienes aguardaban en los alrededores del templo, mostrando su faceta más cordial y accesible.
Su presencia constante en los actos institucionales la ha consolidado como un apoyo esencial para la monarquía belga, reforzando la imagen de continuidad y compromiso de la institución.




















