Mucho se ha escrito desde que Laurent de Bélgica reconociese que tiene un hijo (hasta ahora) secreto de 25 años. Sabemos la intrahistoria de ese anuncio, cómo previno a la casa real, la reacción del rey Felipe y también sabemos lo que piensa el joven, Clement VanderKerckhoven, gracias a un documental que también da voz a su madre, la cantante Wendy van Wanten. Quien no ha dicho absolutamente nada al respecto es la princesa Claire, mujer de Laurent desde 2003, tres años después del nacimiento de su primer hijo.
Por supuesto, es la última que debe dar explicaciones por los actos de su marido, máxime cuando se produjo antes de conocerla a ella. Aún así, hay preguntas en el aire y es inevitable mirar a Claire deseando conocer lo que opina, desde cuando lo sabía o cómo ha vivido todos estos años de rumores. Son solo algunos de los interrogantes que podría resolver, pero no lo va a hacer. O, al menos, no se espera en absoluto una reacción por su parte.
Quizás como contrapeso de su marido, díscolo e irreverente por naturaleza, Claire Coombs ha sido siempre una mujer discreta, cómoda en un papel secundario, leal y reticente a acaparar el foco mediático. Acostumbrada a tener la polémica cerca, es experta en esquivarla y neutralizar con un "sin comentarios" los rumores sobre su vida privada. No está actuando diferente en esta ocasión y, su postura recuerda y mucho a la famosa máxima de los Windsor: "Nunca des explicaciones, nunca te quejes" (Never explain, never complain). No en vano nació en la ciudad inglesa de Bath, aunque se trasladó a Bélgica con tres años, y es hija de un hombre de negocios británico.
Lo cierto es que cumple a la perfección con lo que la realeza británica espera de sus miembros. La mítica frase pertenece en realidad al ex primer ministro británico Benjamin Disraeli, pero Isabel II la convirtió en su mantra. Es un lema que define muy bien la actitud de los Windsor ante la prensa, y contra el que siempre se rebeló el príncipe Harry. Nunca entrar a desmentir informaciones, ni protestar ante una noticia poco conveniente, pero tampoco matizar, explicar o hacer comentarios sobre el asunto que en ese momento sea objeto de debate. Volviendo al otro lado del Canal de la Mancha, solo una vez, Claire de Bélgica pidió la palabra cuando se estaba atacando duramente a su marido por televisión y fue para proteger a sus hijos, Louise y los mellizos Aymeric y Nicolás.
Desde que Laurent de Bélgica lanzara el comunicado bomba, ni él ni su mujer han reaparecido públicamente. Tenía previsto acudir al estreno del espectáculo Alegría, del Circo del Sol, pero finalmente no asistieron. Entre tanto, los acontecimientos se están sucediendo a una velocidad pasmosa. Después del reconocimiento público, llegó el documental en el que Clement y su madre cuentan su verdad, el verdadero detonante de todo, y solo una semana después, Felipe de los belgas ya trabaja en el procedimiento para otorgar el título de príncipe a su recién conocido sobrino. Una maniobra rápida con la que puede esquivar el agravio comparativo con la princesa Delphine y, quizás, tratar de zanjar el asunto cuanto antes. Lo primero lo puede conseguir, lo segundo es más complicado.