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Digital Cover realeza© GTRES

Nunca se había estado tan cerca de conseguir derechos para las princesas de la casa

Aiko de Japón avanza en la vida pública el mismo día que paralizan la ley sobre su futuro

Si la reforma sobre la sucesión imperial no se aprueba antes del 22 de junio, lo más probable es que se posponga hasta después de las elecciones y quede sujeto a los nuevos equilibrios de poder en el Parlamento japonés


6 de junio de 2025 - 6:25 CEST

La cuestión de la sucesión en la Familia Imperial japonesa es un debate que lleva años abierto, mientras que Aiko de Toshi, la única hija de los emperadores Naruhito y Masako, avanza en la vida institucional. Los intentos por reformar la Ley de la Casa Imperial siempre acaban posponiéndose, metiéndose en un cajón o dejándose en manos del próximo gobierno, un ciclo que está a punto de volver a repetirse. El partido que está en el gobierno y el principal partido de la oposición están divididos sobre la reforma que otorgaría derechos a las princesas de la casa y si tenemos en cuenta que Japón celebrará elecciones este verano, todo apunta a que este proyecto de ley volverá a quedarse entre los asuntos pendientes. Nunca antes se había estado tan cerca de dar el primer paso para una igualdad de género, que no existe en la monarquía hereditaria continua más antigua del planeta y que es evidente que ningún gobierno japonés se atreve a cambiar. 

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Si se aprueba la ley, la princesa Aiko podría no ser expulsada de su casa y de sus funciones institucionales al casarse

Ha sido uno de los portavoces parlamentarios el que ha comunicado a los medios japoneses que gobierno y oposición (representados por el Partido Liberal Democrático y el Partido Democrático Constitucional) siguen "muy distanciados" sobre la reforma de la Ley de la Casa Imperial. Así que la idea extendida es que no se llegará a una conclusión antes de que finalice la actual sesión parlamentaria el próximo 22 de junio, lo que significa que este debate se quedará una vez más para después de las elecciones y entonces quedará sujeto a los nuevos equilibrios de poder. Todo apunta a que si el actual partido de gobierno mantiene su influencia, seguirá resistiéndose a cambios significativos en la ley sucesoria, sobre todo en lo que respecta a las mujeres. Por otro lado, si la oposición gana terreno, podría presionar para una reforma más inclusiva. Hay que recordar que desde hace tiempo el Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer pide a Japón que revise sus políticas y sus leyes, tanto las que afectan a las ciudadanas de a pie (como el Código Civil) como a las princesas de cuna, sometidas a un sistema que apuesta por su desaparición. 

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El emperador Naruhito ha incorporado a su hija a los actos de la máxima relevancia institucional

Mientras esto ocurre, los emperadores Naruhito y Masako han incorporado de forma progresiva a su única hija, la princesa Aiko, a la vida oficial. Teniendo en cuenta que la princesa de 23 años ya tiene completada su formación universitaria y ha vivido en una constante preparación diplomática, actualmente sigue los pasos naturales de su padre y de su abuelo, el anterior emperador, Akihito. La princesa ya ha atendido actos en solitario, ha dado alguna rueda de prensa y ya tiene programado su primer viaje oficial al extranjero, que será el próximo noviembre a Laos para participar en las celebraciones del aniversario de las relaciones diplomáticas entre ambos países. 

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Muestra de que los emperadores tienen la esperanza de que se reforme esa ley antes de que su hija tenga que elegir entre casarse o seguir en la casa, es que Aiko de Japón está participando en actos de la máxima relevancia institucional y con una potente carga simbólica. Este miércoles los tres acudieron a rendir homenaje a las víctimas de la Batalla de Okinawa en el 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial.  Durante su visita, la Familia Imperial participó en actos conmemorativos, incluyendo una ofrenda floral en el Monumento Kozakura en Naha. Madre e hija acudieron vestidas en un tono azul claro asociado a la paz, la serenidad y el respeto, lo que encajaba con el propósito del viaje. 

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¿Qué implica la ley actual?

La ley vigente, que se creó después de la Segunda Guerra Mundial, establece que “el trono tiene que ser ocupado por un varón de linaje paterno”. Es decir, las mujeres no pueden llegar a la jefatura del Estado, aunque en el pasado hubo emperatrices reinantes por derecho propio. Esta es solo una de las muchas limitaciones que tienen las princesas, ya que la normativa actual establece que las princesas deben abandonar la casa, el título, sus derechos, sus privilegios y sus funciones institucionales al casarse con un plebeyo. Una expulsión por la que son indemnizadas por parte del Estado, ya que el sistema sí reconoce que las despoja del derecho con el que nacieron y es una exclusión forzada. Además, estas mujeres han recibido una formación académica excepcional y desempeñan papeles importantes en la agenda institucional, actuando como embajadoras de la nación. En otras palabras, el Estado invierte en ellas como figuras de representación, pero termina perdiendo un activo valioso con su salida. 

Esta imagen de la Familia Imperial muestra el menguado número de miembros varones que son en la actualidad© Getty Images
La Familia Imperial en la última fiesta de la primavera, uno de los eventos tradicionales

Que el linaje paterno prevalezca por encima del materno, también significa que las princesas de cuna no trasmiten sus derechos dinásticos a sus hijos, es decir, ellas no pueden ser emperatrices, pero sus hijos, aun siendo varones, tampoco. Esto ha sido así durante tanto tiempo que la Casa Imperial está en peligro de extinción, ya que durante cuarenta años solo nacieron mujeres, así que a día de hoy el único varón que puede ocupar el trono del futuro es el príncipe Hisahito, sobrino del actual emperador. 

Familia Imperial Japonesa en los jardines de Akasaka en la Fiesta de la Primavera del año 2025© AP / Cordon Press

¿En qué punto está el debate?

Tal y como recogen los medios japoneses, en lo que se han puesto de acuerdo por el momento, es en permitir que las princesas japonesas permanezcan en la Familia Imperial incluso después del matrimonio. Aun así, el partido de gobierno se muestra reacio a otorgar el estatus de miembro de la Familia Imperial a los maridos e hijos de esas princesas debido a la preocupación de que esto allane el camino para que personas de la línea materna se conviertan en emperadores. Con esta reforma, las princesas podrían seguir representando a la institución, pero eso terminaría con ellas, sus hijos no tendrían derecho a nada, lo que no vendría a solucionar el problema de la falta de varones en la casa. Si bien algunos insisten en que esto tiene que ser así, que las princesas no tienen que ser expulsadas, pero sí una vía muerta, otros parlamentarios apuestan por dejar esta decisión en concreto en manos del Consejo de la Casa Imperial.

El emperador Naruhito es seguido por su hermano, Fumihito, príncipe de Akishino, y su heredero al trono© Getty Images

El reto es garantizar la sucesión masculina, por lo que estudias opciones como la adopción

Otro asunto que mantiene divididos a los partidos, es la fórmula de la adopciónUna idea para buscar varones que se incorporen a la Familia Imperial es recuperar a los descendientes varones de las 11 antiguas ramas que fueron excluidas en 1947, cuando se redujo el número de miembros de la Casa Imperial tras la Segunda Guerra Mundial. La idea es que estos descendientes, que aún conservan linaje imperial, podrían reforzar la continuidad de la familia y garantizar la sucesión masculina. Sin embargo, mientras algunos consideran que es una solución para preservar la línea paterna, otros creen que podría generar complicaciones en la estructura actual de la familia imperial. Además, hay quienes defienden que se debe permitir que las mujeres permanezcan en la familia después del matrimonio, en lugar de recurrir a la reincorporación de antiguos miembros. 

Los emperadores Naruhito y Masako a la llegada de la fiesta© Getty Images
A pesar de que la reforma de la ley de sucesión parecía estar más cerca que nunca, el desenlace ha sido el mismo de siempre: el estancamiento. La falta de consenso entre los partidos ha frustrado una vez más los intentos de avanzar en una solución, y con el cierre de la sesión parlamentaria el 22 de junio, cualquier decisión queda aplazada. Aunque algunos proponen un informe provisional como intento de mantener el debate vivo, lo cierto es que la incertidumbre persiste, dejando el futuro de la familia imperial en manos de negociaciones futuras y nuevos equilibrios políticos.

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