Jorge Romanov, al zarévich de Rusia, nos cuenta cómo son sus primeras navidades con su novia en Moscú

El gran duque y su pareja, la escritora italiana Rebecca Bettarini, hablan con ¡HOLA! sobre su nueva vida y sus proyectos en la capital rusa

Por Martin Bianchi

Su Alteza Imperial Jorge Romanov, zarévich y gran duque de Rusia, vive desde hace tres años en Moscú, la capital del país que su familia gobernó durante más de trescientos años. Sin embargo, el hijo de la gran duquesa María siempre regresaba a Madrid, la ciudad donde se crió, para pasar las navidades en familia. Este año, debido a la pandemia del coronavirus, se quedará en Rusia. Pero no estará solo. Su novia, la escritora italiana Rebecca Bettarini, le acompañará.

 

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"Para nosotros, las Navidades significan juntarse con la familia, pero este año viajar es imposible", explica Jorge en conversación con ¡HOLA! "Por suerte, la tecnología nos ayuda. Por lo menos podremos conectarnos todos por internet. Este será el primer año desde hace mucho tiempo en el cual no paso las Navidades en España, que es mi patria de adopción. Voy a echar muchísimo de menos Madrid y pasear por los mercadillos de la Plaza Mayor", se lamenta.

"Este año, como todo el mundo, todo se decidirá en el último minuto. Pero pensamos que ya es una gran suerte estar juntos en nuestra casa, virtualmente rodeados por nuestros padres y familiares, que gracias a Dios tienen buena salud, después del susto que hemos tenido con mi madre, la gran duquesa María, que tuvo covid en marzo", reconoce Jorge. "Afortunadamente fue una versión leve, que no tuvo consecuencias. Estamos muy agradecidos de estar bien y poder pasar nuestra primera navidad en Rusia bajo la nieve".

 

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Jorge asegura que en Rusia hay "un gran espíritu navideño" y que gracias a la buena gestión del covid están disfrutando de una cierta normalidad. "La ciudad está llena de impresionantes decoraciones y pistas de patinaje. Encima, aunque la Navidad ortodoxa se celebra el 6 y 7 de enero, tenemos la costumbre de organizar la cena del 24 de diciembre", dice. Él y su novia están aprovechando estas fechas para visitar las iglesias, los museos y los palacios moscovitas, vestigios de cuando los Romanov reinaban en Rusia.

Allí, el zarévich es una celebridad. Él y su madre visitaron por primera vez Rusia en 1992 y desde entonces vuelven cada año, invitados por las autoridades y la Iglesia Ortodoxa rusa. "Estoy muy orgulloso de la historia de mi país. Creo que hoy en día Rusia valora mucho el pasado histórico de la nación, y eso es algo importante en todos los países. La historia nunca se tiene que borrar porque nuestras raíces son las que determinan nuestra identidad y el futuro de la sociedad", dice.

 

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Durante años, Jorge ha trabajado para empresas rusas, ayudándolas a fortalecer sus relaciones económicas y sociales con la Unión Europea. Pero ahora también está volcado en proyectos sociales y solidarios. Es presidente del consejo de directores del mayor banco de alimentos de Rusia -FoodbankRus-, que ha estado en primera línea frente al Covid-19 y que recientemente fue elogiado por el presidente Vladimir Putin por su labor durante la pandemia. También ha creado su propia fundación, la Russian Imperial Foundation, con la que ayuda a asociaciones benéficas rusas en diferentes áreas: desnutrición, cáncer infantil, autismo…

Rebecca Bettarini se ha convertido en un gran apoyo para el dran duque y en una persona clave en la fundación, de la que ahora es directora. "Me dedico a recaudar fondos, a evaluar las nuevas iniciativas, a seguir a las fundaciones que hemos ayudado, a encontrar nuevas ideas", explica la escritora italiana.

Jorge y Rebecca forman un gran equipo. Se conocieron cuando eran muy jóvenes, a través de amigos en común. "Volvimos a vernos muchos años después en Bruselas en un evento en la embajada francesa. En esa época los dos trabajábamos en la Unión Europea. Nos conocimos en 2012 y empezamos a ser amigos. Luego Jorge me pidió que le ayudara en su nuevo proyecto de crear una fundación y acepté con mucho honor", recuerda ella.

 

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Para Rebecca, hija de diplomáticos italianos, Rusia se ha convertido en su segundo hogar. "Yo ya conocía Moscú, ya que había estado hace años, cuando mi padre se encargaba de las relaciones diplomáticas y económicas entre las regiones de Moscú y San Petersburgo y Lazio, la región de Roma", apunta. Empezó a aprender ruso durante la época de la universidad y eso también le ha facilitado mucho adaptarse a su nueva vida en la capital rusa.

"Me encanta vivir en Moscú. Me parece interesante y fascinante. Vivimos en el centro y yo adoro caminar por esos grandes bulevares, incluso cuando las temperaturas bajan fácilmente a -15 grados. La nieve y el río Moscova helado tienen una fascinación especial para mí", dice Rebecca. 

 

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“Encima la gente es muy simpática y agradable, los rusos son muy acogedores. En cuanto sabes el idioma, te das cuenta de que a la gente les encanta hablar, y son muy curiosos. No hay día que al salir a la calle no me quede hablando con alguien que haya encontrado por casualidad. Todavía me falta hablar perfectamente, pero cada día aprendo cosas nuevas. Es un idioma que al principio parece difícil, pero en realidad no tanto como se puede pensar. Hay muchos términos del francés y la pronunciación es parecida al italiano. Obviamente, Jorge está bien feliz de hablar conmigo en ruso, que es su idioma”.

Rebecca está tan enamorada del gran duque y de la cultura rusa, que hace unos meses se convirtió a la ortodoxia. “He empezado un camino espiritual profundo y intenso, que ha durado años y eventualmente terminó con mi conversión. Era algo que llevaba tiempo planeado”, explica. La ceremonia tuvo lugar en la catedral de San Pedro y Pablo, en San Petersburgo, una iglesia icónica donde reposan los restos de todos los zares de Rusia, desde Pedro el grande hasta Nicolás II. Para el gran duque fue emocionante acompañar a su novia en ese momento tan especial, y en un lugar tan importante para él y su familia. Allí también yacen los restos de sus abuelos, el gran duque Vladimir y la gran duquesa Leonida.