La nueva vida de Matilde Borromeo, la bella y discreta hermana de Beatrice

La aristócrata italiana deslumbró en el estreno de la temporada lírica de La Scala de Milán. Y lo hizo sin el príncipe Antonius von Fürstenberg

Por Martín Bianchi

Su boda, en el verano de 2011, fue una de las más elegantes y románticas de aquel año, rivalizando incluso con las de Guillermo y Catalina de Cambridge y Alberto y Charlene de Mónaco. Matilde Borromeo y el príncipe Antonius von Fürstenberg hicieron soñar al mundo con su “sí, quiero” en la mágica Isola Bella, la diminuta isla del lago Maggiore que Vitaliano VI Borromeo convirtió en el siglo XVII en una caja de sorpresas barroca, con jardines colgantes y palacios flotantes incluidos.

Italia siguió cada detalle de este enlace como si se tratara de una boda real. Y no estuvo muy lejos de serlo. La novia era hija del conde Carlo Borromeo y descendiente de Papas y Santos, mientras que el novio era hijo de Su Alteza Serenísima el príncipe Heinrich von Fürstenberg, sobrino de Ira de Fürstenberg y miembro de una de las familias nobiliarias más antiguas de Alemania (en el castillo de los Fürstenberg, en la Selva Negra, nace el río Danubio). Los Casiraghi, los Agnelli, los Brandolini d’Adda, los Sforza… la jet set transaplina al completo asistió al enlace, que fue portada de todas las revistas.

Ahora, la prensa italiana apenas se hace eco del distanciamiento que existe entre Matilde y Antonius. Quizá porque la discreta pareja, que tiene dos hijos en común, los pequeños Carl Egon y Alexander, mantiene una relación cordial pese a todo. En marzo de este año, por ejemplo, coincidieron en la boda del príncipe Christian de Hannover y Alessandra de Osma en Lima, Perú.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Beatrice Borromeo y su marido, Pierre Casiraghi, han sido dos de los grandes apoyos de Matilde en este último año. La aristócrata ha encontrado consuelo en su familia y en sus grandes pasiones: la naturaleza y la hípica. Cursó Veterinaria y estudios Agrarios y vive a caballo entre Milán y el campo, donde se encarga de la granja ecológica de su familia y se entrena como amazona de élite, un deporte que la lleva a competir en los torneos más importantes de Europa. Este verano, por ejemplo, participó en el concurso de saltos de Montecarlo. Su hermana, Beatrice, y su cuñado, Pierre, la alentaron desde las gradas.

En los últimos meses, Matilde parece haber recuperado la sonrisa. El viernes pasado, acudió a la inauguración de la temporada lírica de La Scala, en Milán, junto a lo más granado de la sociedad italiana, incluido Sergio Mattarella, presidente de la República. La “contessina” Borromeo deslumbró con un vestido negro de alta costura de Giorgio Armani -el diseñador es gran amigo suyo y de su familia-. Su hermana Beatrice también brilló vestida de Armani. La prensa italiana celebró el estreno de “Attila” de Giuseppe Verdi, bajo la batuta de Riccardo Chailly. Y ovacionó la elegancia de las Borromeo.

Sin duda, la “Prima” de La Scala de Milán ha sido la puesta de largo de Matilde en su nueva vida. Era difícil encontrar una mejor ocasión para hacerlo. A nadie se le escapa que "Attila", una obra de la época juvenil de Verdi, cuenta la historia de venganza de Odabella, una valiente mujer que se enfrenta al rey de los hunos. "Las mujeres somos un campo de batalla", entona la heroína verdiana al comienzo de la ópera. Esas palabras deben haber resonado en el palco de las Borromeo.