Los Nobel se visten de gala

El Presidente y la Primera Dama de Estados Unidos cambiaron sus planes y finalmente asistieron en Oslo al banquete del Nobel de la Paz presidido por la Familia Real noruega, mientras el prometido de la princesa Magdalena de Suecia se dio cita por primera vez en la cena paralela en Estocolmo de los prestigiosos galardones

Por hola.com

 

Las Cortes Reales escandinavas se han convertido estos días en mecas del glamour, como es tradición cada año con ocasión de la entrega de los Premios Nobel y las ceremonias vinculadas a ella. Los banquetes de gala de ayer catapultaron a las damas reales definitivamente al trono de la elegancia. Reinas y Princesas (también sus invitadas de honor) se volvieron a vestir para brillar y, en sendas citas, arrancaron el aplauso de los entendidos en moda. Oslo se convirtió en escaparate de la elegancia en azul –la princesa Mette-Marit, la Primera Dama de Estados Unidos y la esposa de Will Smith, Jada Pinkett, apostaron por distintas tonalidades de dicho color-, mientras Estocolmo en el de la sofisticación más regia debido a los vaporosos vestidos de la reina Silvia y sus hijas, las princesas Victoria y Magdalena, y sus exquisitos aderezos.

 

 

Si bien la Familia Real sueca preside puntualmente cada 10 de diciembre el tradicional banquete de gala de los Nobel en Estocolmo, que se considera el acontecimiento social del año de la alta sociedad sueca, la presencia de la Familia Real noruega en el banquete del Nobel de la Paz es un fenómeno relativamente reciente. Por su contenido político, hasta entonces la realeza sólo participaba en una recepción y almuerzo en el Palacio Real y asistía a la ceremonia de entrega, pero no al banquete, considerado una ceremonia informal, ni al concierto del día siguiente. La presencia de la reina Sofía en la ceremonia y el banquete del Nobel de 2006, invitada personalmente por el galardonado ese año, el "banquero de los pobres" bangladeshí Muhammad Yunus, convenció al Comité Nobel de la necesidad de invitar entonces a los Reyes, tradición que se ha mantenido desde entonces.

 

 

Además de las reales, hubo otras presencias que centraron la atención de los medios. Las del Presidente estadounidense, Barack Obama, y su esposa, Michelle, que cambiaron de planes (recoger el premio y regresar a casa) tras recibir varias críticas por no cumplir con la agenda habitual de un Premio Nobel, y decidieron finalmente quedarse a la cena de gala. Unas horas más en Oslo en las que Obama insistió en que no era merecedor del premio, resaltó la importancia del galardón demostró sus dotes de bailarín con la princesa Mette-Marit. Y, en Estocolmo, la del prometido de la princesa Magdalena, Jonas Bergström, que por primera vez se dio cita en el banquete de los preciados galardones. De la ausencia del prometido de la princesa Victoria, ya habían informado en los días precedentes los medios de comunicación suecos. Daniel Westling, que fue sometido a un trasplante de riñón hace unos meses, prefirió quedarse en casa ante el riesgo de sufrir una infección. No faltará la próxima.