El príncipe Eduardo de Ligne –hijo del príncipe Charles-Antoine de Ligne de la Trémoïlle, que ostenta derechos sobre el reino de Jerusalén- y la actriz italiana Isabella Orsini -ahijada del primer ministro Silvio Berlusconi-, se dieron el sí, quiero el pasado fin de semana en Antoing, Bélgica. La pareja contrajo matrimonio religioso, arropada por los numerosos invitados, que no quisieron perderse la romántica celebración nupcial, así como también por infinidad de lugareños contagiados por el ambiente de fiesta, pocos días después de su unión civil en el ayuntamiento de la citada localidad belga.
La novia fue fiel a la tradición. Se vistió de color (de fucsia concretamente, a tono con la corbata de él) en la ceremonia civil, y en la religiosa no faltó al blanca y radiante. Lució un vestido en color blanco roto, que combinó con un bolero de encaje; recogió su melena en un clásico moño alto, y coronó su puesta en escena más importante de su vida con una fabulosa tiara de aguamarinas a juego con los pendientes. Además, llevó un bouquet de rosas rojas. El novio optó por el clásico chaqué azul marino, que combinó con chaleco y corbata en color gris. Los pajes lucieron camisa blanca con bermudas rosas y fajín fucsia (ellos) y vestidos rosas con idénticos fajínes fucsias y coronas de flores a modo de diademas (ellas).
La fecha de la ceremonia civil, prevista originalmente para el 21 de junio, se retrasó a causa de la cargada agenda del Jefe del Estado italiano, al que finalmente le fue imposible asistir también en septiembre. Pero la ausencia de Berlusconi no restó empaque a la lista de invitados, ni expectación a la cita nupcial. Uno y otro estaban asegurados. Como también el romanticismo.