Matilde y Máxima y sus significativas coincidencias a la hora de vestir

Por hola.com

La relación iba viento en popa, tenían ya planes de futuro y Máxima pidió el traslado desde el Deutch Bank de New York, donde ocupaba el cargo de vicepresidenta del departamento de títulos latinoamericanos, a la sucursal del Deutch en Bruselas. Manteniendo su trabajo con un horario flexible, podía ensayar sus primeros pasos como futura Princesa: protocolo, historia, instituciones y situación económica, política y social de los países Bajos. Todo un programa de integración seguido, paso a paso, desde la Corte de Holanda.
La entonces novia no oficial, vivía en un apartamento, estudiaba neerlandés en el exclusivo Instituto Cerán, de Spa, y empezaba a disfrutar de un nuevo círculo de amigos: los del príncipe Guillermo. Un periodo en el que Máxima encontraría en los príncipes herederos de Bélgica a los mejores confidentes. Dos personas que la cuidaron, la protegieron y la apoyaron cuando, después de que el Parlamento prohibiera a su padre asistir a la ceremonia de su boda, ambos recibieron a su familia en Bruselas con inmenso cariño.
Unos primeros pasos hacia la corte de Holanda con Matilde como guía de excepción para lo importante, pero también para ilustrarla en lo más mundano: peluquería, gimnasio, zapaterías y, por supuesto, el nombre y la dirección de las tiendas donde conseguir un vestuario apropiado para una Princesa.

Se preocupan por no coincidir en los modelos que lucen
Desde entonces, Máxima y Matilde comparten diseñador, el belga Eduard Vermeulen, de firma Natan, y no han sido pocas las ocasiones en las que se las ha visto luciendo el mismo traje en distinto color o incluso idéntico. El afamado modisto, que recibe regularmente el encargo de renovar sus guardarropas, se encarga de avisarlas de cuál prenda lleva una y cuál lleva la otra... Aunque por los resultados que ofrecen las imágenes con las que se ilustra este reportaje, no parece importarles demasiado tener el mismo gusto.
Contagiadas por el espíritu de los viejos tiempos, Máxima y Matilde han incorporado, también a su vestuario un antiquísimo complemento. Una princesa heredera tiene que ser reconocida y distinguida entre los ciudadanos. Y, además, todo atuendo real ha de completarse con un sombrero aunque impida la visión. Modelos, elaborados -pura alta costura- generalmente por la diseñadora belga, Fabienne Delvigne, la favorita de ambas, con los que sentirse únicas, aún luciendo el mismo modelo.