La infestación por parásitos intestinales en nuestro entorno no es muy frecuente y está en muchas ocasiones relacionada con higiene deficiente o con malos hábitos de higiene y de prevención. Aunque estas patologías son universales, afectando a millares y millones de niños en diferentes áreas geográficas, en las últimas décadas su incidencia se ha incrementado de forma significativa en nuestro país, debido a la nueva situación socio-demográfica provocada por la inmigración, con el consiguiente aumento de niños procedentes de otras áreas endémicas que son portadores de parásitos intestinales.
En este artículo haremos referencia a las tres parasitosis intestinales más frecuentes en España. Son patologías no graves, a veces asintomáticas, pero que en ocasiones se complican o provocan síntomas que pueden alterar la salud, el bienestar y la calidad de vida.
La infestación por parásitos intestinales en nuestro entorno no es muy frecuente y está en muchas ocasiones relacionada con higiene deficiente o con malos hábitos de higiene y de prevención.
Giardiasis: cómo afecta a los niños
La Giardia lamblia es un protozoo cuyos quistes dan lugar a trofozoitos en el intestino delgado. Estos se fijan en sus paredes y producen quistes que, al caer a la luz intestinal, son eliminados con las heces. Estos quistes son muy infectantes y permanecen tiempo en suelos y aguas hasta que vuelven a ser ingeridos en alimentos o aguas contaminadas, reiniciando así su ciclo biológico. En nuestro medio, la ingestión de agua en las piscinas comunitarias suele ser una causa habitual de infestación. Es la parasitosis más frecuente a nivel mundial, teniendo una distribución universal.
Frecuentemente es asintomática, si bien la infección aguda puede dar lugar a diarrea acuosa, distensión y dolor abdominal. La lambliasis crónica se asocia a malabsorción intestinal, desnutrición y anemia.
El diagnóstico se realiza por el hallazgo de quistes en las heces. Para su tratamiento, el medicamento de elección en los niños es el Metronidazol en forma de suspensión. La prevención se realiza controlando la contaminación fecal de aguas y evitando la ingestión de alimentos y bebidas potencialmente contaminadas, sobre todo, en viajes a zonas endémicas.
Oxiurasis, una de las parasitosis intestinales más frecuentes en niños
Los enterobius vermicularis (oxiuros) son los nematodos que infectan solo a la especie humana. De pequeño tamaño, de 5 milímetros de longitud, cuerpo cilíndrico y de color nacarado, los oxiuros son los parásitos más frecuentes en los niños.
Su ciclo biológico es muy sencillo. Las hembras se desplazan hasta la zona perianal durante la noche y depositan sus huevos en la piel que bordea el ano. Al rascarse el niño, debido al picor, los huevos se alojan bajo las uñas y más pronto que tarde acaban de nuevo en el intestino del mismo paciente o de otros contagiados por transmisión fecal-oral.
En muchos casos, el niño que los padece no manifiesta ningún síntoma. El síntoma más constante y más llamativo es el picor anal, sobre todo nocturno, también las lesiones de rascado, el sueño intranquilo y los despertares nocturnos. Los oxiuros pueden parasitar la vulva de las niñas, dando lugar a una vulvovaginitis persistente y recidivante. No está demostrada la relación del bruxismo con esta parasitosis.
El diagnóstico se puede realizar por observación directa de los parásitos en región perianal o en las heces o a través de una cinta adhesiva transparente durante la noche puesta sobre el ano. El tratamiento farmacológico se realiza con Mebendazol a dosis de 100 miligramos por dosis, y repetición de esta a las dos semanas. Las medidas de higiene como lavado de manos, limpieza de uñas y de ropas de vestir y de cama, son imprescindibles y muy recomendables. El tratamiento médico debe ser realizado a todos los individuos convivientes de la familia.
Ascariosis, una parasitosis que impresiona
El áscaris lumbricoides es un helminto con forma y tamaño de lombriz, que en ocasiones supera los 20 centímetros, que tiene una amplia distribución mundial y que produce frecuentes infecciones en niños y adultos. Su ciclo biológico se inicia tras la ingestión de agua o de alimentos contaminados; las larvas eclosionan en el intestino delgado, atraviesan la pared intestinal, se incorporan al sistema venoso y llegan a los pulmones, donde penetran en los alvéolos y ascienden a las vías aéreas superiores, llegando de nuevo a la vía digestiva, al intestino delgado, donde se transforman en adultos, los cuales producen nuevos huevos y así se reinicia un nuevo ciclo.
Si la infestación del áscaris lumbricoides se prolonga, pueden aparecer complicaciones como la malnutrición, obstrucción intestinal y el absceso hepático.
Dan lugar a síntomas digestivos como dolor abdominal difuso, meteorismo y diarrea. También producen síntomas respiratorios con tos, secreciones y expectoración, fiebre y signos de condensación pulmonar. Si la infestación se prolonga, pueden aparecer complicaciones como la malnutrición, obstrucción intestinal y el absceso hepático.
El diagnóstico se fundamenta en el descubrimiento del parásito o de sus huevos en las heces, o por el hallazgo de las larvas en el esputo o en el contenido gástrico. El tratamiento médico se realiza con Mebendazol o con Pamoato de Pyrantel. La prevención se basa en extremar las medidas de higiene personal, el consumo de agua potable y el correcto lavado de las manos y de los alimentos.





