Para los niños con dislexia, leer puede convertirse en un verdadero suplicio. Aun así, es imprescindible animar a todos los niños, incluidos aquellos con algún problema de aprendizaje, a que lean, puesto que es “una de las mejores maneras de fortalecer su mente”. Así lo asegura Silvia Elorriaga, que tiene dislexia y, a pesar de las dificultades que eso le ha podido suponer, especialmente en su infancia, es escritora. Por ello ha publicado el libro infantil ilustrado Tristán y la búsqueda del Ikigai (Ed. Babidibú), para que niños con dislexia y otros problemas de aprendizaje disfruten de la lectura. Sobre eso hemos hablado con Elorriaga que, además es madre de tres hijos con dislexia, y esto es lo que nos ha contado acerca de cómo acercar la literatura y el placer por la lectura a niños con problemas de aprendizaje:
Tristán, el protagonista del cuento, tiene dislexia. ¿De qué manera los niños con dislexia que lean el libro pueden sentirse identificados con él?
Desde el principio, he buscado que la dislexia sea un rasgo más de Tristán, evitando las etiquetas; es decir, que sea percibida como una cualidad. En ambos libros, aunque se evidencia que tiene dificultades para leer, los niños y niñas disléxicos se van a sentir identificados con su espíritu de aventura, su empatía o su creatividad, que son características comunes en personas con dislexia.
He intentado incluir mensajes que demuestren la relevancia de la lectura y la escritura en nuestro día a día. En el primer libro, “El secreto de Tristán”, la lectura les permite resolver el dilema que se presenta en la trama. Y en el segundo, “Tristán y la búsqueda del ikigai”, es la escritura la que juega un rol fundamental.
¿Es necesario que los niños con dislexia o con algún otro problema de aprendizaje tengan referentes?
Cuando visito colegios y tengo la oportunidad de hablar con los niños, siempre comparto con ellos la labor de personas con dislexia que han cambiado la manera de ver el mundo, como Walt Disney, que revolucionó la animación; Steve Jobs, que su visión innovadora supuso antes y después en el área de la tecnología; o Albert Einstein, que es un pilar de la ciencia.
Los niños con dislexia o con dificultades de aprendizaje suelen presentar bajos niveles de autoestima, y este es el aspecto fundamental que debemos proteger.
Verse reflejado en otra persona y saber que también tiene o tuvo dislexia, TDAH u otras dificultades, normaliza la situación. Esto reduce la sensación de aislamiento o de ser "diferente" y les motiva para creer que ellos también pueden cambiar el mundo.
¿De qué manera motivar a estos niños, a los que les puede resultar especialmente difícil leer, disfruten con la lectura? ¿Qué tener en cuenta en clase y en casa?
Tengo tres hijos con dislexia e intentamos que lean lo máximo posible. Es cierto que es un reto porque no les entusiasma, pero les animamos a leer cualquier cosa que les atraiga. Desde un cómic o una revista especializada en un tema que les interese mucho, hasta la parte posterior de las cajas de cereales mientras desayunan. Lo importante es leer, disfrutar de la lectura y, sobre todo, crear un hábito.
Lamentablemente, los niños con dislexia o con dificultades de aprendizaje suelen presentar bajos niveles de autoestima, y este es el aspecto fundamental que debemos proteger. Por ello, padres y educadores tenemos que formar equipo. Es importante trabajar codo con codo, compartiendo logros y estrategias, para asegurar que el mensaje que recibe el niño sea siempre el mismo: 'Eres capaz'.
Tú también eres disléxica, al igual que otros miembros de tu familia. ¿Qué echas en falta en tu infancia, ahora que eres adulta, en tu proceso de aprender a leer y a escribir y en el resto de aprendizajes?
La dislexia tiene un alto componente genético y vengo de una larga estirpe de disléxicos. En mi época, apenas se compartía información sobre lo que era la dislexia, y mucho menos las adaptaciones metodológicas que hay hoy en día. Me habría encantado saber cómo funcionaba mi cerebro. La información es poder, y creo que entender qué me sucedía mientras aprendía a leer y escribir me habría ayudado enormemente a trabajar esa autoestima que menciono anteriormente.
Mis padres nunca dudaron de mi potencial y pusieron a nuestro servicio todos los recursos que les fue posible conseguir. Ese apoyo incondicional compensó con creces la falta de adaptaciones en el sistema educativo y nos enseñó que, con esfuerzo, dedicación y guía, podíamos superar cualquier obstáculo.
¿Te costó aprender a leer? Una vez que aprendiste, ¿te gustaba?
Sí, me costó bastante leer pero tuve suerte, ya que a pesar de la dificultad, disfrutaba mucho leyendo. La lectura es una forma de desconectar; por eso, aunque leía despacio, siempre tenía ganas de abrir un libro y perderme en sus historias.
Siempre he pensado que leer cura el alma y, a mí, me hace mucho bien. Por ello, es esencial animar a los niños a que lean ya que es una de las mejores maneras de fortalecer su mente, de alimentar su curiosidad y, lo más importante, de demostrarse a sí mismos que, a pesar de los obstáculos, son capaces de conquistar cualquier historia que se propongan.
En caso de respuesta afirmativa, ¿cuál crees que fue la diferencia, qué hizo que despertara en ti ese placer por la lectura a pesar de la dislexia?
Para un niño con dislexia, la lectura es una barrera y una frustración. La clave fue que, a pesar de la dificultad en mecánica, la lectura se convirtió en mi refugio emocional y mental, no en una obligación.
Es importantísimo trabajar la motivación, ya que actúa como ese superpoder que inyecta la energía para no rendirse y seguir con el esfuerzo constante.
Recuerdo muy bien la rutina que mi madre instauró cada noche: nos propuso leer media hora antes de ir a dormir, sin importar el libro o el género, con la única condición de leer. Esta práctica, lejos de ser una imposición, se fue convirtiendo sutilmente en un ritual familiar. De este modo, logramos crear un hábito sólido, transformando el ejercicio de la lectura, que para mí era un reto, en un momento de disfrute y elección personal.
Para situar a padres que acaben de descubrir que sus hijos son disléxicos, ¿por qué esos problemas de lectura y de aprendizaje? ¿Cómo ves o cómo procesa el cerebro de una persona disléxica las letras, las palabras, para que necesite un esfuerzo extra para aprender?
Para una persona disléxica, leer una frase es, efectivamente, como si el cerebro tuviera que ensamblar una y otra vez cada pieza de un puzzle (la palabra), sin poder archivar la imágen completa. El cerebro no disléxico, en cambio, simplemente reconoce el puzzle ya montado y lo procesa al instante. Esta falta de automatización no solo significa que la lectura es lenta; implica que el cerebro tiene que hacer un triple esfuerzo cada vez que lee:
- Esfuerzo de decodificación (pieza por pieza): Tienen que centrarse de forma consciente en decodificar el sonido de cada letra, en lugar de reconocer la palabra de un vistazo. Esto consume una enorme cantidad de energía mental solo en la tarea de leer.
- Esfuerzo de memoria de trabajo: Como se centran tanto en decodificar la palabra actual, les cuesta mantener en la memoria las palabras que acaban de leer. Cuando por fin terminan la frase, han gastado tanta energía en el puzle que se les olvida el significado general.
- Esfuerzo de comprensión: El resultado es que la energía que deberían usar para entender, analizar y disfrutar el texto se ha agotado en el trabajo mecánico de descifrar. Por eso, al terminar de leer, los niños pueden estar cansados y no recordar lo que acaban de leer.
Este esfuerzo constante es la razón del cansancio extremo y la lentitud en la lectura. Por ello, en cada uno de mis libros, hemos incluido actividades para que puedan descansar y seguir disfrutando: como una meditación diseñada en exclusiva para la obra por Leire Cepa, o una receta de sushi saludable avalada nutricionalmente por Toscana Viar, nutricionista de equipos deportivos de alto rendimiento como el Athletic Club de Bilbao o la Selección Española de Fútbol, para que puedan cocinar en familia. El objetivo es que sigan disfrutando con los libros aunque no tengan más ganas de leer.
La dislexia es un trastorno del neurodesarrollo y, por tanto, no se cura, pero ¿se puede compensar de alguna forma? ¿Cómo?
La dislexia se compensa al enseñarle al cerebro a crear nuevas rutas de aprendizaje. Además de trabajar el proceso mecánico, se puede apoyar con terapia multisensorial (usando el tacto, el oído y la vista) para construir "atajos" en la memoria. Además, en determinadas situaciones se puede utilizar tecnología de apoyo (como la función "texto a voz") para eliminar el esfuerzo al descifrar y permitir que la energía se centre en comprender.
Los colegios tienen un papel clave y activo en este proceso. Es fundamental que ellos realicen e implementen adaptaciones metodológicas para facilitar un aprendizaje eficaz y lograr una evaluación justa e integral del conocimiento que no dependa solo de las pruebas escritas.
También tus hijos tienen dislexia. ¿De qué manera las ayudas para que aprendan y para que disfruten con la lectura?
Sí, mis tres hijos tienen dislexia. Cuando eran más pequeños les leía yo, luego, comenzamos a intercalar la lectura: un párrafo ellos y otro yo; más adelante, hicimos lo mismo con las páginas (una ellos y una yo); y finalmente, me leían ellos a mí. Había días en los que se cansaban muy rápido y aprovechabamos para inventarnos algún juego, siempre relacionado con la historia del libro.
Es importantísimo trabajar la motivación, ya que actúa como ese superpoder que inyecta la energía para no rendirse y seguir con el esfuerzo constante que les exige este camino. Pero no es solo eso: es la clave para proteger su autoestima y su confianza. Les ayuda a creer de verdad en todo su potencial y en que pueden aprender lo que sea, a pesar de los baches que se puedan encontrar.
¿Cuál es, para ti, el método de aprendizaje de lectoescritura más adecuado para niños con dislexia?
Aunque no soy especialista en psicopedagogía, mi experiencia personal me ha enseñado que es fundamental adaptarse al máximo a las necesidades individuales de cada niño. En mi caso particular, he comprobado que cada uno avanza a su propio ritmo, y respetarlo ha sido la clave. Cada uno requiere un enfoque y una metodología distintos para el aprendizaje. La flexibilidad es importantísima, ya que con esto no solo se enseña a leer, sino que se trabaja en su confianza y, sobre todo, se les demuestra que sí pueden aprender.