Durante los meses de verano, el sol y el calor no solo afectan a nuestra piel y a nuestro estado de hidratación, sino también a nuestros alimentos. Es por esto que el verano es una época en la que la incidencia de trastornos gastrointestinales en el niño aumenta de forma llamativa.
Las denominadas “diarreas estivales” están casi todas ocasionadas por la contaminación de aguas potables de consumo, debido al aumento de las poblaciones en determinados núcleos urbanos de zonas de veraneo, y las intoxicaciones alimentarias por el consumo de alimentos poco controlados y potencialmente contaminados, generalmente fuera de la dieta habitual del hogar.
Los viajes a zonas de baja salubridad, la higiene insuficiente de las personas que preparan los alimentos, los desplazamientos y los viajes, la saturación de poblaciones en determinadas áreas geográficas y la conservación inadecuada de los alimentos son, entre muchos otros factores, los desencadenantes y, en muchas ocasiones, causantes del aumento de la patología intestinal en esta época del año.
Es importante recordar que estas infecciones afectan de forma más grave a niños, sobre todo lactantes, y también a ancianos o aquellas personas que tengan algún proceso patológico de base
¿Por qué los niños padecen más gastroenteritis en verano?
Las gastroenteritis del verano suelen estar producidas por la ingestión de aguas contaminadas en núcleos de población con sobrecarga y saturación de sus estructuras de alcantarillado, con la consiguiente filtración de aguas residuales.
Las intoxicaciones alimentarias pueden afectar a un niño o a un grupo de personas que hayan ingerido el mismo alimento contaminado, generalmente al aire libre, en grandes reuniones sociales o en restaurantes.
Se produce al ingerir un alimento contaminado por bacterias, parásitos o virus, siendo la mayoría de ellas producidas por el Estafilococo, la E. Coli o la Salmonella.
Síntomas de las ‘diarreas estivales’ en niños
Entre las 2 y las 6 horas de ingerir el agua o el alimento contaminado se suelen presentar los siguientes síntomas:
- Dolor abdominal.
- Diarrea.
- Fiebre y escalofríos.
- Nauseas y vómitos.
- Decaimiento, debilidad y signos de deshidratación.
Es importante recordar que estas infecciones afectan de forma más grave a niños, sobre todo lactantes, y también a ancianos o aquellas personas que tengan algún proceso patológico de base, y que la complicación más frecuente y más temible es la deshidratación.
¿Qué hacer si un niño tiene gastroenteritis en verano?
El tratamiento estará orientado a mantener el aparato digestivo en reposo y a prevenir o tratar la deshidratación. Aunque suelen ser procesos autolimitados (de 12 a 48 horas), si la diarrea y los vómitos se prolongan y son incontrolables, sobre todo en lactantes y niños pequeños, deberán acudir a un pediatra para su tratamiento, que en ocasiones precisará de rehidratación intravenosa.
Dieta inicial exclusivamente hídrica con rehidratantes orales (agua + electrolitos) y dieta posterior con alimentos astringentes (arroz, zanahoria, yogurt, etc).
¿Se puede prevenir la gastroenteritis en verano?
Hay ciertas pautas que se deben seguir de cara a la prevención de estos trastornos gastrointestinales:
- Mantener la cadena del frio de los alimentos (carnes, pescados, mariscos, lácteos y mayonesa)
- Antes de comer, lavar al niño las manos con agua y jabón.
- Antes de cocinar, lavarse las manos y lavar bien los vegetales y las frutas antes de consumirlos.
- Evitar aguas potencialmente contaminadas.
- No consumir mariscos crudos ni mayonesas caseras.