NOVIA VIRAL

Una tiara familiar invertida y un vestido de novia con volantes: la boda en Ávila de Inés


Nuestra protagonista se puso en manos de la diseñadora Ynés Suelves y delegó en ella el total del proceso por un íntimo respeto a su obra


Vestido de novia con volantes de Ynés Suelves© TONI SORVENT
María CalvoColaboradora de novias
30 de diciembre de 2025 - 19:00 CET

Cuenta el mito que existían cincuenta Nereidas. Eran las hijas de Nereo, el “anciano del mar”, y de la oceánide Doris. Vivían en las profundidades, pero no en lo oscuro y temible, sino en su parte más luminosa, calmada y protectora. No eran diosas distantes, sino presencias cercanas, casi cómplices, que ayudaban a los humanos cuando el mar se volvía incierto. Quizás por eso, a nuestra protagonista le generaba tanta calma navegar dentro del fascinante universo creativo de Ynés Suelves

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

La diseñadora se convirtió en su particular ninfa del mar, en una protectora que le ayudó a moldear su vestido de novia cuando la vorágine de los preparativos de boda hacían demasiado ruido ahí fuera. “La ‘gestión vestido’ era la que más paz me daba. Entrar allí me producía una tranquilidad, una alegría y una serenidad inmensas”, reconoce. Porque en ese atelier, situado cerca del madrileño metro de Alonso Martínez, existe una sala bautizada como “el cuarto de Las Nereidas”, y ahí es donde se hilvanan los deseos de las novias, como no podía ser de otra manera.

“Está pintado entero por su madre, desde las paredes al techo, el mobiliario y las cortinas. Es un sueño”, nos relata Inés. Ella, al ser una pintora surrealista pop, tuvo con ese espacio una especie de revelación. “Cuando entré allí me recordó muchísimo a mis obras. No porque los motivos se parezcan, sino porque pensé: ‘me quiero quedar a vivir y pintar aquí dentro’”.

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

Inés concibió su boda como una extensión natural de su forma de entender la belleza, el arte y la vida. Nada fue impostado ni ajeno a ella. Al contrario: cada decisión tuvo que ver con su sensibilidad artística y con su manera de plasmar mundos oníricos y muy personales, los mismos que desarrolla en su trabajo como @rubioroa.art. “Muchas decisiones estéticas de la boda están conectadas con mi forma de crear”, reconoce. Y basta con repasar su look nupcial para entender que, en este caso, el vestido no fue solo un vestido, sino el hilo conductor de toda una historia.

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

“Sigo a Ynés desde hace mucho tiempo y me gusta absolutamente todo lo que hace”, cuenta la novia. Y es que la diseñadora también tiene un lenguaje propio. “Todos sus diseños son especiales; ya sea por el tejido (me apasionan sus bordados a mano y cómo combina diferentes telas – pintadas a mano, encajes, transparencias, brillos, etc.), el volumen y los patrones marcados. Es como si su ropa saliese de un cuento o de un mundo de fantasía”. Sin embargo, más allá del nombre y de su savoir faire, lo que selló su elección fue una conexión inmediata. “Desde el primer día conecté muchísimo con ella y con todo su entorno”.  

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

De artista a artista: el respeto hacia el creativo 

Inés tenía algunas ideas claras, pero también algo aún más importante: la voluntad de dejarse llevar. “Sabía que quería algo hippie y a la vez rockero, cañero”, explica. Una falda con movimiento, telas superpuestas y una parte superior ceñida, tipo corsé, muy característica de Ynés Suelves. 

Había un diseño que tenía especialmente fichado: Ese vestido de volantes cortos que, para mí, es su masterpiece sin ninguna duda. Sin embargo, lo esencial era otra cosa. “Tenía clarísimo que le iba a dejar total libre albedrío. La experta en diseño de moda es ella y yo confiaba plenamente”. Y esa confianza no era casual. “A mí me fastidia cuando alguien me encarga un cuadro y me da mil directrices o me dice cómo hacerlo. Yo quería un diseño suyo propio, sin instrucciones ni cambios”.

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

Si hay que describir con una palabra el proceso del vestido fue “flechazo”. “El primer día le comenté por encima lo que me gustaba, lo que no, le enseñé fotos… Lo típico”. La respuesta de Ynés fue inmediata: sacó el vestido de volantes y se lo probó. “Y así fue el proceso”, ríe, “¡en menos de una hora!”. De hecho, lo tuvo claro desde el primer momento. “Me hubiese casado con esa misma toile”. No le importaba que el diseño ya existiera; al contrario, era justo lo que buscaba. “Precisamente quería eso: algo totalmente suyo, sin instrucciones, ni guías, ni cambios”. 

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

Las pruebas fueron pocas, “no más de cinco”, y el proceso fue una auténtica gozada. “Si por mí fuera y con la confianza que tenía en ella, hubiese ido a recogerlo directamente la semana de la boda”. 

Tejidos que vuelan y un cancán inesperado 

Incluso la elección del tejido se dejó en manos de la diseñadora. “Recuerdo decirle: ‘¡la que más te guste y creas que le va mejor, mientras no sea ni rosa ni rojo’”. Cuando Ynés le aviso de que ya había llegado la tela, solo hizo una pregunta: “¿Vuela?”. Y volaba. 

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

Era una seda súper ligera, ni muy blanca ni muy crema, con los bordes sin rematar. La ligereza era clave para ella. “Una de las cosas que le pedí fue ir súper cómoda. Me sorprendió que el vestido no pesaba mucho, teniendo en cuenta la cantidad de tela que lleva”. 

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

Ahí apareció un elemento inesperado: el cancán. Al principio, Inés dudó. “Nunca había llevado uno y no sabía si iba a saber moverme con él”. Pero la diseñadora insistió y acertó de lleno. “Es de las mejores prendas que me he puesto en mi vida. El vestido cae sobre él y el cancán conduce su movimiento. Lo hace muchísimo más ligero, parece que no llevas nada”. Ahora sí que sí, el vestido “volaba”.

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

Para la ceremonia por la Iglesia, Ynés le confeccionó un abriguito-capa de organza, pensado también para el fresco de Ávila. “La tela fue una gran elección: al ser ligeramente rígida, mantenía el volumen, y al ser translúcida, no ocultaba el vestido”. Por supuesto, no hubo segundo look, ni el diseño era convertible. Se respetó semejante joya hasta el final. “Era mi sueño de vestido, ¿cómo iba a reemplazarlo?”. De hecho, le supo a poco. “Estoy deseando volver a ponérmelo. Todavía no sé ni cuándo ni dónde”. 

Accesorios prácticos e ingeniosos 

Hubo también espacio para las anécdotas. En una de las pruebas, Inés lanzó una petición poco habitual: añadir bolsillos al vestido. “Sobre todo porque soy fumadora y no me apetecía estar con la cajetilla en la mano todo el rato”. La solución llegó en forma de accesorio. “Era complicado poner bolsillos, así que se le ocurrió hacerme un bolsito de la misma tela que el vestido. Me pareció un puntazo”. 

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo
Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

El velo, también de Ynés Suelves, estaba bordado a mano. “Me hacía mucha ilusión llevar algo bordado, ya que yo también utilizo esa técnica en algunos de mis cuadros”. Un guiño personal que reforzaba la conexión entre su trabajo artístico y su look nupcial. 

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo
Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo
Velo bordado de Ynés Suelves© Chachacha Photo

Como el bordado era floral, eligió unos pendientes de Ynés con forma de flores grandes. “La boda era en el campo y en primavera, me parecieron muy adecuados”. Sus tacones fueron de Flor de Asoka, una elección clara desde el principio. “Son los más cómodos que he llevado”. Los personalizó en un tono teja clarito, buscando un punto de color que rompiera con el blanco. Gracias al cancán, el vestido quedaba unos centímetros por encima del suelo. “Así que los tacones se veían perfectamente al caminar”. 

Pendientes de flor de Ynés Suelves© Chachacha Photo
Zapatos de novia de Flor de Asoka© Chachacha Photo

Como tocado, llevó una diadema heredada de su bisabuela paterna, una joya cargada de significado familiar. “La han llevado mi abuela, mi madre y mi hermana en sus bodas”. Aunque ella decidió reinterpretarla de manera original. “Me parecía demasiado ‘princesa’ para mi estilo, así que le di la vuelta y la coloqué en posición horizontal”.

Inés con la tiara familiar de boda puesta de forma invertida© Chachacha Photo

En el pelo añadió un lazo de Moc, hecho con telas naturales teñidas a mano. “Quería llevar algo de la marca sí o sí”. El tono armonizaba con los zapatos y reforzaba el guiño floral. “Me divertía ese detalle: un lazo colocado en un sitio poco habitual, flotando ahí como por sorpresa”.

Novia con lazo de Moc© Chachacha Photo
Semirrecogido trenzado de novia© Chachacha Photo

El maquillaje y el peinado corrieron a cargo de Mónica Roldán, su peluquera de confianza. “Necesitaba a alguien cercano, en quien pudiera confiar plenamente”. Además, fue clave en la colocación de la diadema. “Fue muy creativa y me ayudó muchísimo”. 

Vestido de volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo
Bouquet de novia de margaritas© Chachacha Photo

En flores, Inés lo tuvo claro. “Me apasionan las margaritas blancas”. Como ya llevaba color en los zapatos y las uñas rojas - “mi abuela también las llevaba así” - el ramo debía ser blanco y verde. Finalmente eligió una flor grande, similar a la margarita, en un ramo compacto y redondito. “Me gustan las cosas ordenadas”. 

Bouquet de novia de margaritas© Chachacha Photo

Una celebración con historia y tradición familiar

Inés y Álvaro se conocieron gracias a la familia. “Álvaro es el mejor amigo del marido de mi hermana. Nos presentaron ellos”. Llevaban cinco años juntos cuando decidieron casarse. “La idea estuvo ahí desde el primer día realmente”. 

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

Al celebrarse la boda en Ávila y con buena parte de la familia de Inés viviendo en el sur, la pareja quiso organizar un encuentro previo, pero sin recurrir a la clásica cena de preboda. El día antes, reunieron a muchos de sus invitados en Naturávila, un campo de golf situado a apenas diez minutos de la ciudad, donde organizaron un torneo que se convirtió en el mejor preámbulo posible. Aprovechando que el jueves era festivo en Madrid, muchos pudieron desplazarse con antelación y sumarse después a un aperitivo al aire libre. “Pasamos gran parte de la tarde al sol. Por primera vez en meses hacía buen tiempo, disfrutando de las vistas del campo y de los lagos. Fue un planazo”, recuerda Inés. 

Ceremonia© Chachacha Photo

La boda se celebró el 17 de mayo de 2025, en Ávila, un día en el que la lluvia volvió a conceder tregua. La ceremonia tuvo lugar en el Santuario de Sonsoles, un pequeño templo a las afueras de la ciudad, rodeado de jardines. “El día que lo visité por primera vez, me invadió una paz increíble. Me recordaba al jardín de la casa de mis abuelos en Galicia, un lugar al que tengo muchísimo cariño”. 

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves

El lugar tenía, además, un fuerte significado familiar. El padre de Álvaro es devoto de la Virgen de Sonsoles y les parecía un sitio ideal, con muchísimo encanto. La portada del misal, de hecho, es un cuadro de esta Virgen en el Santuario que Inés pintó a su suegro como regalo por la boda. 

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo
Gaiteros© Chachacha Photo

¿Uno de los momentos más especiales? La música que sonó durante la misa. “Contratamos un grupo de gaiteros gallegos. La ceremonia fue espectacular gracias a ellos”. Un guiño a las raíces gallegas de la novia que convirtió la ceremonia en un recuerdo imborrable. 

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

Ya convertidos en marido y mujer, los invitados se trasladaron a la Finca Dehesa de la Serna, propiedad de la familia del novio desde hace generaciones. “A Álvaro le hacía especial ilusión celebrar la boda allí. Es una finca preciosa”. En la zona del ropero y del cuarto de baño, pusieron unos cuadritos donde se explicaba con todo mimo y detalle la increíble historia de este lugar que se remonta a 1142. 

Finca Dehesa de la Serna© Chachacha Photo

La organización estuvo en manos de Gris Berenjena, wedding planners habituales de la finca. “Marta y Cristina llevan los eventos de aquí siempre y son estupendas. Conocen la casa y el personal a la perfección, y son de Ávila, lo que facilitó mucho todo. Fue una maravilla y de las mejores decisiones que tomamos”.

Finca Dehesa de la Serna© Chachacha Photo
Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo
Finca Dehesa de la Serna© Chachacha Photo

El aperitivo fue uno de los momentos más divertidos. “Había un grupo de cubanos tocando y pudimos bailar un buen rato”. Más tarde, cuando la noche estaba al caer, la sesión de fotos al atardecer acabó convirtiéndose en un instante único e íntimo. “Nos pusimos a bailar los dos solos. Fue increíble”. 

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

La decoración floral fue obra de Aquilea, en un momento en el que el campo estaba en pleno esplendor primaveral; tan bonito que “no necesitaba demasiados adornos”, así que optaron por un estilo silvestre y alegre con centros pequeños y variados, en tonos verdes, naranjas, amarillos, rosas y lilas.

Comedor en la Finca Dehesa de la Serna© Chachacha Photo
Decoración floral de las mesas de Aquilea© Chachacha Photo

Los manteles verde agua y las servilletas de vichy reforzaban ese aire campestre, y los manteles del aperitivo tenían un dibujo de unos granos de cacao de colores alegres, tipo acuarela, otro guiño personal a la profesión Inés quién, por cierto, también diseñó los dibujos de la papelería, como no podía ser de otra manera. Y todo, bajo las imponentes carpas circus de Tentacción, que completaban la obra perfecta. “Son las más bonitas que he visto. Se integraban muy bien en el entorno y están hechas con materiales y acabados bonitos”, resuelve.

Seating plan diseñado por Inés Rubio @rubioroa.art© Chachacha Photo
Menú diseñado por Inés Rubio @rubioroa.art© Chachacha Photo
Misal diseñado por Inés Rubio @rubioroa.art© Chachacha Photo

Si Inés tuviera que dar un consejo a otras novias, lo tiene claro: “se pasa todo muy rápido y no hay que tener prisa por ejecutar. Hay que disfrutar de cada momento, de cada decisión y de todo el proceso”. Y quizá esa sea la clave de una boda tan auténtica como la suya: vivirla como se crea una obra de arte, sin forzar, dejándose llevar y confiando en la intuición. Porque, como hacen las Nereidas, solo cuando te dejas mecer en la parte más luminosa y calmada del mar, es cuando ocurren las mejores cosas.

Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo
Vestido de novia con volantes y cancán de Ynés Suelves© Chachacha Photo

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