NOVIA VIRAL

La boda de Carla en Altea: un vestido con capa de encaje antiguo y un velo heredado de su bisabuela


Esta novia confió en Claudia Llagostera para hacer realidad su look nupcial, que tenía ese aire mediterráneo y especial que buscaba en su boda de verano.


Vestido de novia Claudia Llagostera© DeRando Studio
María CalvoColaboradora de novias
28 de diciembre de 2025 - 19:00 CET

Cuando llega la hora de dar el paso, muchas prometidas no tienen en mente una imagen definida de su vestido de novia ideal. Se dejan guiar por imágenes, por sensaciones, pero necesitan la seguridad de una mano experta que les guíe en el proceso. El estilo de Carla no encajaba con una propuesta clásica y esa seguridad fue la que le llevó a confiar en Claudia Llagostera desde el minuto uno. Juntas, dieron con un look profundamente personal, que hablaba de ella y de su familia, cargado de herencia y de piezas llenas de significado.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera© DeRando Studio

“Mi miedo era no verme guapa vestida de novia porque los diseños clásicos no iban nada conmigo”, confiesa. Ese punto de partida fue decisivo. La tradición más encorsetada no iba con ella; quería más bien algo que destilara la energía relajada de la época estival y la esencia mediterránea que abraza Altea, la localidad donde se casaría con Tote, la persona con la que comparte su vida desde hace más de una década.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera© DeRando Studio

Un vestido desmontable con capa

El estilo y lenguaje estético de la diseñadora conectaba con la idea de Carla: “Tenía claro que Claudia iba a saber captar perfectamente qué me podría ir bien”, recuerda. La conexión entre ambas fue inmediata, pero el camino hasta el diseño final no fue lineal. 

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera© DeRando Studio

En las primeras pruebas no terminaba de verse, algo que ella misma explica con naturalidad. “En las pruebas iniciales sentía que no era mi vestido… Fue casi como un salto de fe”. Sin embargo, esa confianza en Claudia y su equipo nunca se tambaleó y el esfuerzo tuvo recompensa. “La prueba final fue espectacular, ahí fue cuando de verdad aluciné y me vi por fin como siempre había querido”.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera© DeRando Studio

Una de las anécdotas fue “la aventura” de encontrar el escote perfecto. “El primero no me convencía, el siguiente tenía el pico demasiado alto…”, recuerda entre risas. Finalmente, a base de pruebas y paciencia, dieron con la silueta ideal de este vestido, creado en gasa de seda y satén, con una caída ligera y aire relajado.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera© DeRando Studio

La pieza más especial del look fue una capa, que inicialmente iba a ser un abrigo. Sin embargo, cuando se probó aquella primera toilé supo que no era para ella. Ajuste tras ajuste, prueba tras prueba, nació esa pieza vaporosa, confeccionada también en gasa de seda y abierta en la espalda. Estaba rematada con antiguos encajes familiares, unos bolillos cosidos a mano procedentes de sus bisabuelas que lo convertían en un alarde de artesanía y en una pequeña obra de arte. Aparte de encajar perfectamente con la idea de la boda, fue un guiño directo a las mujeres de su familia, una forma de llevarlas cerca en un momento tan importante.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera© DeRando Studio
Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera© DeRando Studio

Pero hay algo más: el vestido era convertible. Tras la ceremonia, Carla simplemente se retiró la capa y dejó que el vestido hablara por sí solo: limpio, fresco y con una espalda espectacular. Un diseño pensado para disfrutar, moverse y, sobre todo, sentirse muy ella en cada momento del día.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera© DeRando Studio

Un velo heredado y un ramo difícil de encontrar

Sus accesorios también contaban historias y eso es lo que dio personalidad propia al vestido. La más emotiva, quizás, la encontramos en el relato del velo, una auténtica joya familiar. “Era el mismo con el que se casaron mi bisabuela y mi abuela”, explica. Llevarlo era para ella un honor, y más aún sabiendo que su abuela estaría presente en la boda para verla vestida de novia.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera, con velo heredado de su bisabuela© DeRando Studio
Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera, con velo heredado de su bisabuela© DeRando Studio

Los zapatos, por su parte, fueron un regalo de sus mejores amigas, Ana y María: un modelo de Amina Muaddi que fue “amor a primera vista”. Y ahí no terminan los detalles importantes: su amiga Colubi le regaló el camisón y la bata de Serene Collection, un detalle que Carla recuerda con especial cariño y del que va a disfrutar siempre.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera, con zapatos de Amina Muaddi© DeRando Studio

Para las joyas, eligió piezas con historia emocional. Los pendientes, de diamantes y oro blanco se los regalaron los padres de su marido en la pedida, y las alianzas también se hicieron en el mismo taller, Claudio Lacaba Joyeros, donde vivieron “una mañana muy especial”. Finalmente, completó su look con un collar de Paulet, un regalo de su tía abuela Toya, “que es como una segunda abuela”. Cada detalle, guardaba una emoción. 

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera© DeRando Studio
Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera© DeRando Studio

El ramo, diseñado por Claudia de El Jardín del Cabo, fue un pequeño reto. Carla tenía claro que quería tulipanes, aunque no fueran de temporada. Y, contra todo pronóstico, los tuvo. “Siempre nos reíamos porque de todas las flores que pedía, ninguna era de temporada”, recuerda divertida.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera con ramo de flores de tulipanes de Jardín del Cabo© DeRando Studio

Para el peinado confió en Claudia Pinedo, su peluquera de siempre, la única persona que, según dice, es capaz de peinarla exactamente como se siente bien. Optaron por un recogido desenfadado, natural y fresco, que no fue fácil conseguir. “Hicimos varias pruebas el mismo día de la boda porque no nos terminaba de salir lo que queríamos. Fuimos un poco a contrarreloj”, confiesa. Pero juntas dieron con el resultado perfecto.

Carla con conjunto de Serene Collection© DeRando Studio

El maquillaje corrió a cargo de Raquel Castillo, una profesional que había sido parte de otro momento importante: la pedida. Carla quería verse natural, sin artificios, y Raquel supo captar su esencia. “Me sentí comodísima todo el día”, afirma.

Su historia de amor

La historia de Carla y Tote tiene algo de destino y algo de familiar, como si todo ya estuviese escrito. Se conocieron hace unos doce años en Segovia, gracias a la prima pequeña de ella, Caye. Lo suyo fue una amistad larga y sólida, de esas que se construyen sin expectativas. Años después, otra prima, Candela, volvió a unirlos en Jávea y, ahí sí, comenzó su relación.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera © DeRando Studio

“Desde que empezamos a salir supimos que queríamos compartir la vida juntos”, recuerda Carla. Y Tote no tardó en dar el paso: le pidió matrimonio esquiando en Baqueira, los dos solos. Ese año y medio que transcurrió entre la pedida y la boda coincidió con la preparación del MIR de Carla, algo que le ayudó incluso en sus momentos más duros. “Me dio fuerzas para seguir estudiando”, confiesa, hasta el punto que consiguió su plaza de cirugía general en Madrid justo un mes antes de casarse.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera © DeRando Studio

Una boda celebrada de Altea

El lugar elegido no fue casual. Altea siempre fue especial para ambos: de pequeños veraneaban allí con sus familias, así que casarse en ese mismo escenario fue “como cerrar un círculo”.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera © DeRando Studio

La preboda tuvo lugar en el Chiringuito Mascarat, a pie de playa, con música en directo y un ambiente relajado y divertido que les permitió disfrutar de sus invitados.

El 28 de junio les pareció la fecha perfecta para casarse: el verano comenzaba, el mar estaba imponente y acababan de celebrar su aniversario. Y lugar no pudo ser otro que la iglesia Nuestra Señora del Consuelo, que se mostró aún más bonita con la ayuda de Mamen Blasco, que creó dentro todo un jardín botánico, tal y como deseaban los novios.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera © DeRando Studio

Aunque es una de las iglesias más icónicas de la zona, la novia tuvo un pequeño imprevisto en el camino que ahora recuerda como una divertida anécdota: ni ella, ni su padre, ni su padrino sabían llegar. “Mi padre tuvo que bajarse del coche, ramo en mano, a preguntarle a tres chicos dónde estaba la iglesia… ¡y la teníamos delante!”. Ese momento inesperado aligeró la tensión y les regaló un momento de risas compartidas justo antes de hacer la entrada hacia el altar.

Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera © DeRando Studio
Vestido de novia de Carla, de Claudia Llagostera © DeRando Studio

El gran día, tras la ceremonia, continuó en la Finca Marqués de Montemolar, un enclave con encanto donde celebraron hasta la madrugada.

Una decoración al detalle y muy cuidada

La organización fue impecable gracias a Lucía y su equipo de Bodas con Lucía, que les dieron la tranquilidad necesaria para disfrutar de cada instante. El catering corrió a cargo de El Poblet, con Adolfo a la cabeza: “Todo estaba espectacular y el servicio fue impecable”, recuerda Carla.

Finca Marqués de Montemolar© DeRando Studio

En la finca, la magia la puso otra vez El Jardín del Cabo, con una puesta en escena espectacular. “Claudia hace magia con la decoración de las mesas, tuve un flechazo cuando la vi decorar y en nuestra boda no fue para menos. Todo estaba cuidado al detalle”.

Finca Marqués de Montemolar© DeRando Studio

Lo más especial, sin embargo, fue algo mucho más profundo: “Casarme con el amor de mi vida, rodeados de las personas que más queremos y con mi abuela presente”.

Carla y Tote© DeRando Studio

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