El protocolo más tradicional ligado a la etiqueta de las madrinas apuesta por tonalidades suaves en los vestidos de novia para la madre del novio. El rosa y los colores azules cuentan con una gran cantidad de adeptas, pero más allá de las reglas de estilo más clásicas, existen mujeres maduras con este papel que optan por diseños más sorprendentes, en los que los estampados son protagonistas. Un look con estas características es el que escogió Elena en la boda de su hijo en la costa malagueña. Se puso en manos del atelier que tiene a Diego Estrada al frente y logró que su acertado estilismo diera la vuelta a las redes sociales. Hoy descubrimos su historia.
Partir de una idea
"El proceso de creación del vestido no fue una tarea fácil, como supongo que en general en estas situaciones nunca lo es: elegir un vestido a partir de ideas o bocetos sin verlo puesto tampoco ayudaba mucho”, introduce nuestra protagonista. La relación diseñador clienta es siempre un ejercicio de confianza, cuando se trata de dar forma a un estilismo a medida y no todas las invitadas están dispuestas a esperar para ver si el resultado que imaginaron es el que se ha confeccionado.
El punto de partida estaba claro para Elena: “buscaba algo distinto a lo que estaba viendo constantemente en Instagram (el algoritmo no paraba de dirigirme a direcciones relacionadas con bodas) y que me hiciera ilusión y, por otro lado, me influyó mucho la fecha, hora y lugar de celebración de la boda: de día, a principios de julio y en Marbella. Ello suponía para mí eliminar de un plumazo ideas como llevar mantilla, vestido muy formal, etcétera”. Con este concepto claro, se pusieron en marcha para buscar una silueta que resultara favorecedora y que fuera apropiada para el estilo de enlace planteado.
Hecho a medida por Diego Estrada
“Todo lo anterior, me hacía tener muy claro lo que no quería para el vestido, pero no tenía una idea muy definida de lo que sí quería, aunque por supuesto sí pensaba en un vestido con el que me identificara, huyendo de la idea de ‘ir disfrazada’ y sentirme cómoda para el día que me esperaba y para, sin ninguna duda, bailar sin parar”, nos cuenta. Y es que si algo nos han demostrado las madrinas de los últimos meses es que la elegancia no está reñida con la practicidad. Las madres de los novios no tienen que verse obligadas a huir de la pista de baile.
En Madrid encontró el taller perfecto para la confección de su look soñado. “Con esta perspectiva, fui a ver a Diego Estrada porque tenía amigas que ya habían confiado en él y porque su perfil de Instagram también me gustaba y pensaba que me podía aportar ideas y el aire fresco que quería dar a mi vestido”, desvela.
Lo primero que hizo fue descubrir al modisto los detalles del enlace en el que acompañaría a su hijo al altar. Una celebración en el sur y con mucho encanto: “la boda se celebraba en la Finca de la Concepción, un lugar lleno de vegetación típica de Marbella: palmeras, plataneros, buganvillas, adelfas… Con el maravilloso Pico de la Concha de fondo”. Este entorno sirvió de base para dar con la clave más importante de su traje: “me inspiró para buscar un tejido de gasa con flores que se ‘mimetizara’ con la finca y no desentonara con todos estos colores”.
La elección fue tan romántica como estilosa. Una apuesta alegre que nada tuvo que envidiar a los clásicos vestidos lisos y que aportó una gran luminosidad a su rostro. “Escogimos una gasa estampada en tonos azules, rosas y buganvillas muy favorecedora y la forramos de una gasa más gruesa en tono azul intenso para darle más cuerpo y color al vestido", recuerda.
Un trabajo artesano con acabado juvenil
El resultado fue, sin duda, un estilismo rejuvenecedor. Reconoce Elena que a ella le apetecía un estilismo entallado: “y Diego me propuso hacer un drapeado en toda la parte de arriba del vestido que encajara perfectamente y llegara hasta más debajo de la cintura, dejando en los laterales del vestido parte de la gasa utilizada en el drapeado, para darle más movimiento mientras caminaba”.
Joyas con gran valor sentimental
Apostaron por una de las grandes tendencias entre las invitadas de primavera, un sofisticado escote capaz de estilizar, por su habilidad para mostrar las clavículas. A medio camino entre el barco y el asimétrico era “irregular para poder colocar en uno de los lados un broche de platino y brillantes de mi familia materna, que me hacía mucha ilusión ponerme ese día”, revela nuestra protagonista.
Dado que el diseño era estampado, optaron por accesorios discretos. Sus joyas fueron unos pendientes y un anillo de platino y diamantes, de Javier Gómez Zuloaga, que su marido le regaló. "Como calzado, elegí unas sencillas sandalias de tira en rosa empolvado a juego con un clutch que compré por internet en Dulce Castro, un fabricante cordobés y un abanico en tonos azules de Casa de Diego, en la Puerta del Sol, todo un clásico”, comparte. La guinda del pastel la puso su peinado, un infalible recogido bajo de aires clásicos al que no sumó ningún tocado.
Cuando echa la vista atrás, esta madrina viral admite que el ‘sí, quiero’ de un retoño es una jornada maravillosa, que no tiene precio. “El día de la boda lo disfruté plenamente desde el principio hasta el final: la experiencia de ver casarse a un hijo es muy especial, pensar que inicia una nueva etapa en su vida; ese paseo en el coche hasta la Iglesia; el baile, todo”. Además, bromea, hay una gran ventaja: “sin la mitad de nervios que en tu propia boda y disfrutándolo con todos tus amigos y seres queridos”. Por eso, concluye, como suelen hacerlo las madres: “es un recuerdo imborrable que me sigue generando sonrisas y felicidad”.











