Si tuviéramos la capacidad de movernos a nuestro antojo por el tiempo, es más que probable que decidiéramos regresar a los momentos que nos han hecho más felices. Y eso implicaría, en muchos casos, transportarnos de nuevo al día de nuestra boda. Por eso, le hemos pedido a la diseñadora Claudia Llagostera que participe en este "juego" y retroceda al 28 de mayo de 2022; que recuerde, reviva y nos confiese todo aquello que cambiaría de su gran día si volviera a casarse hoy.
La boda de Claudia Llagostera
La boda de Claudia Llagostera y Jo fue una de esas celebraciones que se recuerdan por su naturalidad y su alma. La pareja escogió Tarifa, su sitio preferido y donde comenzó su historia, para darse el 'sí, quiero'. Eligieron la playa de Valdevaqueros, un lugar en el que habitualmente no se celebran bodas (la suya fue posible gracias a sus amigos). Celebraron una ceremonia civil muy cerca de la arena, con el sonido de las olas de fondo y una decoración que solo potenciaba la belleza del paisaje; nada parecía forzado.
Tras la ceremonia, los invitados se desplazaron al Tumbao, uno de los lugares más emblemáticos de Valdevaqueros. Pocos espacios capturan tan bien el espíritu de Tarifa: madera, vegetación, arena y una atmósfera relajada que encajaba con la esencia de los novios. Una forma de ser que también queda patente en este detalle del que habla Claudia. "No había reglas ni dress code, creo que ese fue el éxito de nuestra boda".
Uno de los grandes aciertos de su enlace fue apostar por un cóctel largo y un formato gastronómico divertido y participativo: un buffet de asado que se convirtió en uno de los momentos preferidos de los invitados. El "huaso", en particular, fue tema de conversación durante días por lo rico y original que resultó.
Si su boda se hubiera celebrado hoy, Claudia nos cuenta que hubiera incluido una tarta, ellos no tuvieron, y reconoce que le hace gracia la idea. "Me hubiera gustado gestionar mejor la recena; estuvo bien, pero la dejaron en mesas en vez de pasarla y mucha gente se lo perdió", añade.
La música fue otro de los elementos inolvidables del gran día. Los novios contaron con Los Castizos como DJs, amigos a los que quieren especialmente. Su sesión convirtió la boda en una auténtica fiesta. Ella nos dice divertida que, "por su culpa todos nuestros amigos dicen que tenemos que casarnos otra vez".
Para la organización y decoración contaron con un equipo formado por Natalia, Lola y Javier (weddingplanners.es), que fue clave para que todo saliera como la pareja había imaginado y para resolver los inevitables imprevistos del gran día.
El vestido de novia de Claudia
Cuando se es diseñadora nupcial y llega el momento de crear el vestido de novia de una misma, no siempre es sencillo. A veces las cosas están muy claras, pero en otros casos hay muchas dudas. El vestido de Claudia partió del tejido. Lo había comprado para una de sus clientas, pero finalmente no lo utilizaron y a ella (y a su marido) le encantaba. Contó con la ayuda de su amiga, la diseñadora Mónica Calles para crearlo porque, ya se sabe, "en casa de herrero, cuchillo de palo"; Claudia no se probó su vestido hasta el día anterior a la boda.
Eso sí, su vestido le sigue enamorando. "De hecho me lo pruebo en mis aniversarios, ¡me hace gracia! Hoy seguramente me haría otro vestido, porque me encanta diseñar y hay mil cosas que me gustan, pero creo que fue perfecto y no podría representarme mejor. Estuve muy cómoda todo el rato", nos cuenta.
Su vestido, confeccionado a partir de una colcha antigua, combinaba un abrigo de gasa de seda con algodón bordado a mano y encajes en forma de cintas. Una pieza completamente artesanal, con alma, que reflejaba su vínculo con los tejidos, la moda lenta y la importancia de las piezas únicas.
Las joyas (sus pendientes y su collar), creadas junto al equipo de Paulet, estaban pensadas específicamente para ella y fueron el germen de las exitosas colaboraciones que, desde hace ya algunos meses, presentan la firma de joyería y la diseñadora. En cuanto al ramo, optó por flores secas y verde, anudadas con una gasa de seda rasgada hecha con retales de su propio vestido.
Claudia asegura que sí cambiaría sus zapatos: "me puse plataformas y creo que hoy me pondría algo más moderno". Pero no su maquillaje ni su peinado, "imposible, llevo el mismo desde los 15 años". La diseñadora nos confiesa que no suele peinarse ni llevar maquillajes marcados, por lo que confió en Rebecca Martín para el día de su boda. "Ella hace todas mis campañas conmigo y es amiga. Fue perfecto, me veo muy yo. Natural, pero con mi mejor cara".
Claudia, ¿qué consejo esencial le darías a tu "yo" que estaba planificando su boda?
Tengo suerte de haberme casado llevando muchos años en el sector nupcial, y me repetí mil veces lo que les digo a mis clientas. Disfruta del proceso. Y nosotros lo hicimos mucho. Pero si me diría: pasar más rato con cada persona, se me pasó volando y siento que no estuve tanto con gente a la que adoro.
Si solo pudieras hacer un cambio en tu boda original, y solo uno, ¿cuál sería?
Bailar con Jo. Mi padre acababa de fallecer y se me hacía duro inaugurar el baile sin él. No me atreví, pero ahora me arrepiento de no haber tenido ese momento de primer baile junto a mi marido. Y hay gente que no invitaría y a otra que no entiendo cómo no estaban. La vida y la gente en tres años te sorprende.


















