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Novias virales

Laura, una novia sin velo ni tocado y con vestido desmontable que celebró su boda en un palacio madrileño


Tras haber retratado a muchísimas novias a través de su objetivo, nuestra protagonista, vestida por Inés Martín Alcalde, nos cuenta su enlace soñado con Gonzalo


Image© GMstudio Fotografía
María CalvoColaboradora de novias
23 de noviembre de 2025 - 19:00 CET

Laura Muñoz es fotógrafa y alma de su propio estudio, @lantana_fotografía. Ha vivido decenas de 'sí, quiero' detrás de la cámara, capturando emociones ajenas con una sensibilidad especial. Por eso, su propia boda tenía un significado añadido: al igual que le ocurrió a la wedding planner María Oronoz, era el turno de colocarse al otro lado del objetivo, de vivir en primera persona aquello que tantas veces había contado en imágenes,  y lo hizo con la naturalidad, el gusto y la autenticidad que la definen.

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Cuando habla de su gran día, lo hace con una sonrisa. “Lo más especial fue la emoción que se respiraba en el ambiente”, nos confiesa. Y es fácil imaginarla tal y como la recuerdan sus invitados: feliz, radiante, sencilla y disfrutando de cada instante. Fue una celebración marcada por una fecha, el 15 de marzo, día en que se casaron, justo 6 años después de conocerse.

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Un vestido de novia elegante, sencillo y hippie

A veces, encontrar el vestido perfecto es casi una cuestión de intuición. Laura lo tuvo claro desde el primer momento. “Elegí a Inés Martín Alcalde porque me enamoré de su estilo. Tiene una forma única de combinar lo clásico con lo moderno, logrando vestidos con mucha personalidad”, explica. No buscaba un diseño estridente ni excesivamente formal, sino uno que reflejara exactamente quién es ella: natural y con cierto punto boho que la define.

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Se presentó en el atelier de Inés y le explicó su idea en solo tres palabras: “elegante, sencillo y hippie”. Ese era el punto de partida y, desde ahí, todo fluyó. “Quería sentirme cómoda, fiel a mí misma y, sobre todo, disfrutar de cada momento sin preocuparme por el vestido”, recuerda. Inés y su equipo, especialmente Rosa, entendieron su visión desde la primera prueba. “Fue una experiencia preciosa, muy cuidada. Fueron supercercanas y supieron guiarme en cada paso”, cuenta.

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El diseño fue tomando forma poco a poco, entre tejidos maravillosos y detalles que se ajustaban con cariño. “Lo que más me gustó de mi vestido fueron las mangas”, asegura, y es que eran las grandes protagonistas de su vestido: largas y delicadas, etéreas y escultóricas, salían de una capa bordada rematada en una larga cola que se colocaba sobre el vestido base, de corte recto, escote en la espalda y manga larga, que utilizó como pieza única para la fiesta, porque no quiso un segundo look.

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No hubo sobresaltos ni cambios drásticos, solo la tranquilidad de saber que estaba en buenas manos. “El cariño y la delicadeza de Inés y Rosa me lo llevaré siempre conmigo”, añade emocionada.

Los accesorios: discreción y toques de color

“Quería algo sencillo”, dice Laura, reafirmando esa idea de novia que quiere centrarse en lo esencial. De ahí que no llevara velo ni tocado.

 Los zapatos, sin embargo, sí tuvieron protagonismo. Eligió unas sandalias de terciopelo de seda de Flordeasoka, en un tono burdeos muy suave, sofisticado y cálido, perfecto para su boda, en una época en la que el invierno daba sus últimos coletazos. Ese contraste aportaba profundidad al look y reflejaba su personalidad: clásica, pero nunca previsible. Para la fiesta, los sustituyó por unas cuñas de Sézane en color blanco.

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Las joyas formaban un pequeño homenaje a las personas más importantes de su vida. “Llevé mi anillo de compromiso de zafiro de Mumit, una pulsera que me regaló una de mis mejores amigas de Aristocrazy y los pendientes que me regaló mi abuela”, explica. Eran de oro, diamantes y topacio azul, firmados por Luzz Joyería, que añadían un brillo sutil, elegante y con mucho significado al look.

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El ramo, sin embargo, merecía un capítulo propio. Diseñado por Carol de Un patio con flores, reunía todo lo que Laura estaba buscando. “Quería algo desenfadado, diferente, rústico y con personalidad”. El resultado fue una mezcla de flores secas y preservadas, un juego de paniculata, eucalipto y ramitas teñidas de tonos tierra, verdes apagados, ocres y mostaza que recordaban a los campos en invierno. “Cuando lo vi terminado no me pudo gustar más. Era exactamente lo que buscaba”.

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Laura también tenía claro cómo quería verse en las fotografías de su gran día: muy ella, sin artificios. “Para mi maquillaje sabía exactamente lo que quería. Algo muy natural”, explica. Kike, de @beautybykikecrespo, entendió el encargo a la perfección y creó un look suave, luminoso y fiel a su esencia.

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También apostó por un semirrecogido delicadísimo, dejando una media melena suelta con ondas suaves y definidas, coronada por una trenza de espiga en el centro. “Quería algo natural, desenfadado y con un aire boho muy delicado”, resume.

Su historia de amor y una fecha clave

Laura y Gonzalo se conocieron también un 15 de marzo de 2019. Fue en una terraza de la Castellana, en Madrid, una tarde que cambió el rumbo de sus vidas y los unió para siempre. “Estuvimos más de 6 horas sin parar de hablar”, cuenta Laura. Aquel día algo profundo se marcó en los dos. “Descubrimos la fuerte conexión que tenemos. Como siempre decimos, fue mágico”.

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Cinco años después, en marzo de 2024, llegó la pedida. Gonzalo eligió Fuerteventura como escenario, un viaje tranquilo en el que se dieron cuenta de que había llegado el momento de dar el paso. Al regresar y empezar a mirar fechas, ocurrió una bonita casualidad: el 15 de marzo de 2025, su aniversario, caía en sábado. “No pudimos ser más felices de poder celebrarlo ese día que para nosotros es tan especial”, dice Laura. La boda tendría lugar exactamente seis años después del día en que se conocieron.

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Laura y Gonzalo celebraron su boda en un escenario imponente: el Palacio de la Margarita, en Madrid, un enclave cargado de historia y rodeado de naturaleza, perfecto para una boda de invierno. “El sitio es increíble”, afirma ella. Y no solo por su estética: “el catering no pudo gustarnos más y el servicio fue espectacular”.

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Pero si hubo un momento que nadie esperaba y que convirtió aquel día en algo casi cinematográfico, fue la nieve. Sí, ¡nieve! “Durante la ceremonia y el cóctel empezó a nevar y fue algo mágico”, recuerda Laura. Los invitados todavía se lo mencionan cada vez que la ven.

Una celebración llena de detalles

La decoración del espacio iba en perfecta sintonía con ese ambiente invernal, y es que Laura quiso combinar tonos fríos con matices cálidos. “Me inspiré en colores invernales junto con anaranjados, burdeos y verdes apagados”, consiguiendo una atmósfera envolvente, íntima y perfecta para esta época del año.

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Marta, de @quilicuanoc_cateringdeco, fue la encargada de dar forma a muchas de estas ideas. “Nos ayudó muchísimo durante todo el proceso”, cuenta Laura.

El seating plan fue uno de los elementos más comentados: elegante, artesanal, “con una flor distinta dibujada en cada mesa”, explica.

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El enlace y la celebración se hicieron en el mismo lugar, algo que nuestra protagonista agradece profundamente. Contaron con la wedding planner Miren Ruiz, que trabajó mano a mano con el equipo del palacio y con Marta y Rafa. “Fue increíble. Muchísimo trabajo por detrás. El día de mi boda no tuvimos que estar pendientes de nada”, dice. Una frase que resume la importancia de un buen equipo.

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Todo fluyó con naturalidad: el cóctel, la cena, la fiesta. La fotografía, como no podía ser de otra manera, fue un punto esencial. “Gonzalo y yo somos fotógrafos y queríamos elegir muy bien”, explica ella. La elección fue clara: Charo, de @gmstudio_fotografia. “En cuanto unos amigos nos enseñaron su trabajo lo tuvimos claro. Era una fotografía de nuestro estilo completamente y no pudimos elegir mejor. Solo hay que ver el increíble reportaje que nos hizo”.

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Después de vivir su propia boda desde dentro, Laura tiene claro lo que aconsejaría a otras novias: confiar, disfrutar y elegir a profesionales con los que sientas conexión real. Y, si algo tiene grabado a fuego, es la importancia de rodearse de un equipo que te permita relajarte el día de tu boda. “Fue un día muy nuestro, lleno de magia e inolvidable”, resume. Y es que hay bodas que dejan una huella especial. “Una amiga íntima siempre me dice que no ha visto a novia más feliz nunca”, confiesa. Y basta escuchar a nuestra protagonista para saber que es verdad.

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© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.