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Novias virales

Alejandra, la novia que decoró su boda con ayuda de sus amigos y llevó un sencillo vestido bordado


Poner en práctica el 'menos es más' puede ser la clave del enlace; bien lo sabe nuestra protagonista, que eligió un diseño de colección de Alejandra Valero para casarse con Alejandro en un entorno íntimo y familiar


Vestido de novia Alejandra Valero© Sebastián Oz
María CalvoColaboradora de novias
18 de noviembre de 2025 - 19:00 CET

Alejandra siempre había imaginado una boda que hablara de ella, de su manera calmada de ver la vida, de esa sensibilidad tan suya. Cuando por fin llegó el día, todo encajó de manera natural: su historia, su estilo y ese ambiente que solo se crea cuando una novia tiene muy claro lo que quiere transmitir.

Cuando nos habla de su vestido, habla como quien recuerda un encuentro que estaba destinado a ocurrir. No hubo búsquedas interminables, ni dudas, ni vestidos a medida, ni decenas de pruebas. Hubo, simplemente, un flechazo con un vestido prêt-à-porter.

El vestido de novia de Alejandra, de Alejandra Valero© Sebastián Oz

Un vestido sencillo

 “Me enamoré de este vestido de colección de Alejandra Valero nada más verlo”, confiesa. Su tocaya firma algunas de las piezas más especiales del sector nupcial, y su universo encajó con nuestra protagonista desde el primer momento. El vestido Manhattan fue un auténtico flechazo.

El vestido de novia de Alejandra, de Alejandra Valero, en su boda con Alejandro© Sebastián Oz

Y es que Alejandra tenía clarísimo que no buscaba un diseño clásico. “Sabía que quería algo romántico, bohemio, distinto, con personalidad”, recuerda. Ella, que se define como una persona sencilla, pero con gusto por los detalles especiales, encontró justo eso: un vestido que hablaba de ella sin necesidad de brillos, grandes volúmenes o artificios.

El vestido de novia de Alejandra, de Alejandra Valero, en su boda con Alejandro© Sebastián Oz

Por eso apostó por uno de los iconos del minimalismo en el vestido base: una pieza lencera, estilo slip-dress, que encajaba perfectamente con su idea. Sobre él, una delicadísima capa con influencias de los años 20. Un look nupcial fluido, etéreo, con corte a la cadera, bordados artesanales y un punto vintage que lo hacía inolvidable.

El vestido de novia de Alejandra, de Alejandra Valero© Sebastián Oz

En las pruebas, la conexión fue inmediata. “Fueron increíbles, por la conexión que tuvimos desde el día uno”, cuenta. Solo hicieron falta pequeños ajustes, y nada más. Sencillo, natural… como toda la filosofía de la boda.

El diseño era convertible y, aunque su idea inicial era desprenderse de la capa durante la fiesta, el entusiasmo del día la llevó por otros derroteros. “La realidad es que estaba disfrutando tanto que ni me lo planteé”, confiesa. Y así, fiel a sí misma, mantuvo el look tal y como lo sintió desde el comienzo.

El vestido de novia de Alejandra, de Alejandra Valero© Sebastián Oz

Un velo espectacular, joyas con historia y un ramo muy 'ella'

Si el vestido tenía alma bohemia, los accesorios completaban esa aura tan especial. El velo, también diseñado por Alejandra Valero, era un espectáculo de tul y pedrería bordada, con un toque vintage. En la iglesia, decidió que fuese protagonista absoluto, combinándolo únicamente con unos pendientes muy especiales.

Un velo bordado, de Alejandra Valero© Sebastián Oz

“Llevé unos pendientes de plata y piedras antiguas que me dejó la madre de mi mejor amiga”. Una mujer que considera casi como una segunda madre. “Nos hacía especial ilusión”, comparte emocionada.

El vestido de novia de Alejandra, de Alejandra Valero© Sebastián Oz

Cuando llegó el momento de desprenderse del velo, estrenó un tocado que también le hizo ella: una pieza delicada que imitaba ramitas y pequeñas flores, en sintonía con el aire bohemio de todo su look.

Tocado de novia de Alejandra© Sebastián Oz

Los zapatos fueron un acto de sinceridad y coherencia absoluta. “¡Viva la comodidad!”, dice riendo. Empezó el día con un par de MIM pero, en cuanto pudo, se puso sus Converse vintage favoritas. Porque pocas cosas hablan más de una novia que aquello que se atreve a hacer sin miedo al qué dirán.

El vestido de novia de Alejandra, de Alejandra Valero, con ramo de flores de Mosquet© Sebastián Oz

El ramo, creado por Blanca Marín de Heredia, de Mosquet, fue un auténtico estallido de color. “Quería que fuese muy yo: colorido, alegre y un poco desorganizado”, admite entre risas. Peonías, flores silvestres y una paleta vibrante que contrasta con la serenidad del vestido y le daba un toque fresco al conjunto.

El vestido de novia de Alejandra, de Alejandra Valero© Sebastián Oz

En cuanto al maquillaje y peinado, Alejandra lo tuvo claro desde el principio: naturalidad absoluta. “No me quería ver distinta ese día”, explica. Su mejor amiga, Fuen Albaladejo, fue la encargada de maquillarla “con muchísimo cariño”. El peinado, con el rostro despejado y sin artificios, completaba ese aire fresco que la define.

Velo de novia bordado, de Alejandra Valero© Sebastián Oz

La historia de un flechazo

Su amor está a tan solo una letra de distancia. Alejandra y Alejandro se conocieron gracias a un grupo de amigos que propiciaron uno de esos encuentros fortuitos capaces de unir el rumbo dos vidas. Él se mudó al piso de unos íntimos amigos de ella, y ahí surgió la magia; el resto ya es historia. “Al día siguiente de conocerle llamé a mi madre y le dije: ‘mamá, he conocido a mi futuro marido’”, recuerda con una sonrisa. Tenía esa certeza que no se razona, simplemente se intuye. Y, visto está, a él también le pasó lo mismo.

El vestido de novia de Alejandra, de Alejandra Valero, en su boda con Alejandro© Sebastián Oz

Llevaban 10 meses juntos cuando decidieron comprometerse, sabiendo desde el principio que ambos caminaban en el mismo sentido. “Desde que empezamos a salir hablábamos de una vida juntos con muchísima naturalidad”, explica Alejandra. La pedida fue tan espontánea como ellos: ocurrió entre Nueva York y Miami, dos lugares que forman parte de sus recuerdos compartidos. 

Una ceremonia íntima y una celebración muy familiar

Se casaron el 28 de junio en la iglesia del pueblo de Cifuentes (Guadalajara), un templo pequeño y lleno de encanto. No necesitaba más: la luz que entraba por las ventanas, la piedra antigua y la cercanía del entorno componían el escenario perfecto para un enlace que quería alejarse de grandes gestos y abrazar lo íntimo. “Queríamos una boda muy familiar, en la que nos sintiéramos como en casa”, explica.

El vestido de novia de Alejandra, de Alejandra Valero, en su boda con Alejandro© Sebastián Oz

La iglesia estaba decorada con flores de Mosquet, en línea con el ramo de novia. El camino hasta allí era de apenas tres minutos desde la Casa de Hakuna, un lugar lleno de significado para ellos, donde habían hecho retiros y al que volvían siempre que necesitaban reconectar. Ese pequeño paseo marcó la esencia de la celebración: cercanía, sencillez y calidez.

El vestido de novia de Alejandra, de Alejandra Valero, en su boda con Alejandro© Sebastián Oz

La celebración fue, para los novios, uno de los mayores regalos. No hubo wedding planner profesional, porque no la necesitaron. “Nuestros wedding planners fueron nuestros amigos”, recuerda Alejandra con emoción. Todo el mundo se volcó, desde semanas antes, para que nada faltara en este día.

Boda de Ale y Álex, decorada por sus amigos© Sebastián Oz

¿El resultado? Un retrato perfecto de esa energía compartida. “La decoración fue, literalmente, los muebles de la casa y las flores de Mosquet, puestos con muchísimo gusto por todos nuestros amigos el día anterior”, cuenta. El ambiente que crearon recordaba, según ella misma dice, “a una escena de la película Mamma Mia: muebles de jardín, flores frescas, lucecillas y un ambiente mediterráneo relajado y casi improvisado que resultó absolutamente idílico.

Boda de Ale y Álex, decorada por sus amigos© Sebastián Oz
Boda de Ale y Álex, decorada por sus amigos© Sebastián Oz

La música tuvo un papel protagonista gracias a un invitado inesperado llegado directamente desde Florida, la gran sorpresa del día. La pareja tiene una canción especial, God is in the looking of your eyes, de Corey Kilgannon. Lo que ella no esperaba es que, justo cuando estaban en pleno baile, él apareciera en persona para cantársela en directo.

El cantante Corey Kilgannon© Sebastián Oz
Los novios con el cantante Corey Kilgannon© Sebastián Oz

Además, hubo otra canción más, Macaroni Song, un tema que habla de amor sin artificios, justo el mensaje que definía toda la boda. Corey amenizó el cóctel entero, convirtiendo la tarde en un concierto al aire libre, íntimo e inolvidable. El catering estuvo a cargo de AGA Catering, que supo adaptarse al estilo fresco y familiar de la celebración.

Una ola de cariño que lo llenó todo

Cuando le preguntamos qué fue lo más significativo de aquel día, Alejandra no duda ni un segundo. “Lo sobrepasados que nos sentimos por tantísimo amor: de Dios y de cada uno de los que estaban ahí”. La boda, explica, no pretendía ser un despliegue espectacular, sino un encuentro. “No es necesario realizar grandes extravagancias para que ese día sea especial. Lo importante es quererse bien”, resume.

Boda de Ale y Álex© Sebastián Oz

Después de vivirlo todo, Alejandra tiene un mensaje claro para quienes estén preparando su boda: “Lo más importante es no perderse con tanta organización y no olvidar que la prioridad es el otro. Si estás bien rodeado, nada puede salir mal. Menos es más”.

Boda de Ale y Álex© Sebastián Oz

Y añade algo que resume su propia experiencia. “No tengáis miedo a hacer la boda que queráis, aunque no sea como todas las demás”. Porque una novia puede bailar en Converse, un sencillo ramo colorido puede contar más que mil centros esculturales y un jardín decorado con amigos puede ser más bello que el más sofisticado de los montajes. Todo es cuestión de prioridades.

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