Supongo que, como a la mayoría, siempre me han llamado la atención las bodas de las royals. Sus vestidos (aunque más clásicos y regios de lo que muchas llevaríamos) siempre nos inspiran; sus joyas y sus maravillosas tiaras nos invitan a soñar. Pero hay un detalle que podemos copiar con cierta facilidad: el ramo de novia. En contra de lo que podríamos creer, sus elecciones reflejan muy bien el estilo y la personalidad de cada novia, también las tendencias imperantes en cada momento. Algunos son clásicos, otros atrevidos, y estos seis son mis preferidos. Y tú, ¿llevarías un ramo inspirado en ellas?
Dónde: en la abadía de Sainte-Marie de Pierredon, en la Provenza francesa.
Con quién: con Dimitri Rassam.
El ramo: como guiño a la Provenza francesa, enclave con significado especial para la familia en el que se tuvo lugar la celebración, la novia escogió un ramo de flores silvestres compuesto por lavanda y briznas de trigo, dos plantas típicas de la zona. Una elección con la que influyó a muchas novias que se casaron después que ella.
Dónde: en la Capilla Real de Todos los Santos, ubicada en el Royal Lodge, el Gran Parque del Castillo de Windsor.
Con quién: con Edoardo Mapelli.
El ramo: tal como explicó Palacio, la composición floral estaba formada por rosas y jazmín, y también incluía ramitas de mirto, como han llevado casi todas las mujeres de la realeza británica desde el siglo XIX.
El ramo: la elección de la actual princesa de Gales marca un punto de inflexión en los ramos que, hasta ese momento, habían llevado las royals. Se decantó por una composición de lirios del valle, jacintos, hiedra y mirto. El ramo fue creado por Shane Connolly, que también diseñó el de la reina Camilla. En una entrevista concedida a ¡HOLA!, el florista irlandés explicaba que ninguna de las dos necesitaba impresionar a nadie, y por eso creó para ellas diseños sencillos. En cuanto al tamaño, se decantó por bouquets pequeños porque, aseguraba, nunca le han gustado los grandes por lo incómodos de llevar que resultan para la mayoría de mujeres.
Dónde: la ceremonia religiosa fue celebrada en los jardines del Palacio de Montecarlo.
Con quién: con Philippe Junot.
El ramo: la novia combinó su vestido creado por Marc Bohan para Dior con un sencillísimo ramo de nardos, una flor que se convirtió en la protagonista absoluta de la composición.
El ramo: Giorgio Armani no solo creó el vestido de novia de Charlene de Mónaco, también su ramo, aunque fueron los jardineros del príncipe Alberto quienes le dieron forma. Estaba realizado en tonos blancos y predominaban las orquídeas y los lirios del valle. Estaba diseñado con una pequeña cascada para que encajara con la silueta esbelta de la novia.
El ramo: doña Letizia, asesorada por Manuel Pertegaz, diseñador de su vestido de novia, eligió personalmente su ramo. Se trataba de un diseño de unos veinte centímetros, con una ligera forma de cascada, en el que predominaba el tono marfil y el color natural de las espigas. Su composición estaba llena de significado. Incluía rosas isabelinas (de la variedad Vendela), iris y lirios, unas flores que históricamente han estado ligadas a la dinastía de los Borbones; la variedad Hildegarde, que presentan una preciosa tonalidad azul (color heráldico de los Borbones); la flor de manzano, en claro homenaje al Principado de Asturias; así como la flor de azahar, en tributo a la Condesa de Barcelona y doña María de las Mercedes de Orleans y Borbón.