Por fin ha llegado el día. Alberto Herrera, hijo del reconocido periodista Carlos Herrera, y su novia, Blanca Llandres Parejo, se han dado el 'sí, quiero'. Lo han hecho en la iglesia de Santo Domingo, ubicada en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda; un templo construido en piedra de cantería (es el único de la zona realizado en este material) y con un impresionante retablo barroco del siglo XVIII. Allí hemos visto a Rocío Crusset, hermana del novio, que estaba espectacular con un vestido amarillo de inspiración oriental. Pero el look más esperado era el vestido de la novia, un diseño a medida creado por Nicolás Montenegro.
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© Europa PressEl diseñador sevillano Nicolás Montenegro ha sido el artífice de este vestido. Una pieza que ha imaginado junto a Rocío Crusset, a quien conoce desde sus años en Milán. Y es que el creativo, que estudió primero Historia del Arte, se trasladó a ciudad italiana para formarse en moda en el Instituto Marangoni. Después empezó a trabajar con Dolce & Gabbana y fue entonces cuando conoció a la hermana de Alberto Herrera.
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© Cortesía de Nicolás Montenegro
© GTRESTal como no explica Montenegro, el punto de partida era un diseño bucólico, muy alejado del aire regio o pomposo que a veces tienen los vestidos de novia. Querían una prenda fluida que encajara con el escenario en el que se iba a celebrar la boda, Sanlúcar de Barrameda, una ciudad con mar. Y aunque pudiéramos pensar que han tenido que adaptar la idea original a su embarazo, en realidad, tal como nos cuenta el creativo, se trata del mismo diseño de los bocetos originales, que han adaptado perfectamente a su nueva figura. ¿El resultado? Una prenda de influencia romántica confeccionada completamente en bambula de seda.
El vestido, de corte imperio, tiene escote cuadrado, mangas adherentes y falda con vuelo. Lo completa una cola de doble capa, para la que se han invertido más de seis metros de bambula de seda. Pero, sin duda, el detalle más especial está en el torso. Ha sido realizado siguiendo la técnica del microdrapeado; un trabajo artesanal, sobre maniquí, en el que se han invertido más de 40 horas de trabajo para lograr un acabado tan especial y conseguir que los pliegues se convirtieran en la mayor ornamentación del diseño. En total, se han empleado cerca de 20 metros de tejido para conseguir el resultado deseado.
© Cortesía de Nicolás Montenegro
© Cortesía de Nicolás MontenegroAunque hubo un tiempo en el que las novias prefirieron prescindir de los velos, desde hace algunos años, este elemento tan característico de las prometidas se ha recuperado. Y Blanca no ha sido una excepción. Eso sí, el suyo no ha sido confeccionado en tul de seda o ilusión, sino en un tejido diferente: una ligera organza de seda natural que lo hace único y completa ese aire bucólico que querían transmitir desde el primer momento.
