Sevilla acogió el pasado sábado 4 de octubre el enlace más esperado de la temporada, la boda entre Cayetano Martínez de Irujo y Bárbara Mirjan, de la cual te hemos contado todos los detalles esta semana en ¡HOLA!. Tras nueve años de relación, la pareja se dio el "sí, quiero" Iglesia del Cristo de los Gitanos de Sevilla rodeada de 300 amigos y familiares. La ceremonia fue emocionante y feliz, las mismas emociones que transmitían los novios, y además Bárbara sorprendió con su vestido, un diseño de Navascués confeccionado en crepé de organza y decorado con bordados inspirados en la Semana Santa sevillana y guiños a la familia de Cayetano.
Lo que no imaginábamos al ver a la novia en la iglesia era que su elegantísimo vestido era desmontable: al llegar a Las Arroyuelas, la finca que Cayetano heredó de su madre en Carmona y donde tuvo lugar el banquete, el baile y la fiesta, Bárbara fue quitando piezas al diseño para adaptarlo a los diferentes momentos.
Su vestido de novia transformable
Comenzó por el velo. Con la coleta a la vista, bailó con su padre una versión de bachata de Stand by Me, el clásico de Ben E. King, primero, y con su marido You're Still the One, de Shania Twain, después. Pero su look de novia transformable fue mucho más allá, hasta lograr un vestido muy diferente al clásico que había llevado en la ceremonia.
Le quitó las mangas largas y ligeramente acampanadas, el fajín bordado... y, lo más increíble, la sobrefalda. Así pudimos descubrir la verdadera base del diseño: un vestido de tirantes gruesos, con escote cuadrado y falda tipo sirena que se abre con cortes de godet de organza que le dan elegancia, un toque inesperado y mucho movimiento.
Con este último look, Bárbara Mirajn bailó y disfruto durante la parte final de la boda, la fiesta, donde todos los invitados le acompañaron tan felices como los protagonistas.
La conexión entre los dos looks: joyas con historia
Lo que sí mantuvo la novia a lo largo de toda la boda, fue su look de belleza: una coleta alta, pulida y ondulada, y el maquillaje natural, centrado en la mirada y los pómulos, más marcados, y con labios nude rosados. También llevó las mismas joyas desde la iglesia hasta el final de la fiesta, unas piezas de lo más especiales y con historia propia.
A modo de tiara, Bárbara lució una pulsera de la firma Grassy, un detalle que no había decidido hasta la prueba final del vestido. Cuando se vio con el vestido acabado, la tiara de diamantes y el velo, tuvo claro que ese era el look que quería en su gran día.
Además, llevó unos pendientes de diamantes de estilo art decó que el propio Cayetano le regaló para su enlace. Eran preciosos, daban luz y combinaban a la perfección con la pulsera de diamantes que le habían dejado (ese "algo prestado" que toda novia debe llevar según la tradición).
Los zapatos a medida de Isabel Abdo y el ramo de inspiración silvestre, formado por esparragueras plumosas, colas de zorro, rosas de jardín blancas y anémonas empolvadas, completaron este look nupcial que pasará a la historia.