Ha sido un fin de semana donde el amor ha triunfado en Andalucía: si el sábado se casaban en Sevilla Cayetano Martínez de Irujo y Bárbara Mirjan, en Cádiz lo hacían Fátima Domecq Carrión y Enrique Aldama. La novia es hija de Ignacio Domecq Urquijo, uno de los jugadores de polo más importantes de España, y de Fátima Carrión, cuñada del presidente de Acciona.
La iglesia de Santo Domingo, en Jerez de la Frontera, se convertía en el escenario donde la pareja pronunciaba el 'sí, quiero' durante una emotiva ceremonia religiosa. A este templo cargado de historia, uno de los primeros en levantarse fuera de las murallas de la ciudad, llegaba la novia subida en carruaje tradicional tirado por caballos. Entró a la iglesia acompañada del brazo de su padre y revelando, en ese momento, el secreto mejor guardado de todas las bodas: el vestido de novia.
El diseño elegido por Fátima Domecq destacaba por su elegancia atemporal y una cuidada confección artesanal. La protagonista del día lució un vestido de líneas arquitectónicas, con un cuerpo estructurado tipo corsé, de escote palabra de honor, que entallaba asimétricamente la cintura. Desde esta, la falda se abría en una silueta en A con cascadas de tejido ligero que aportaban movimiento y volumen a través de capas superpuestas, que formaban también la cola.
Durante la ceremonia en la iglesia, Fátima lució una ligera capa semitransparente que envolvía sus hombros, sujeta por un broche de estilo vintage, una de las joyas más buscadas por las novias de esta temporada. Destacaba sin duda su larguísimo velo bordado, que colgaba de un elegante moño pulido, un peinado que adornó con flores metalizadas, muy en la línea de las novias andaluzas modernas, que unen tradición con su toque personal.
Cuando el matrimonio llegó a la finca donde les esperaban sus invitados y tuvo lugar el convite nupcial, la novia se desprendió tanto de la capa como del velo para mayor comodidad. Posaba radiante junto a su pareja y amigos, llevando en sus manos un sencillo ramo de rosas empolvadas y follaje verde.
Un look nupcial con elegantes líneas geométricas y falda en capas ligeras, que se enmarca en esta corriente de minimalismo con alma artesanal que estamos viendo en las nuevas novias, donde los vestidos priorizan la silueta y el movimiento por encima del adorno: con presencia, pero sin artificios, capaces de mantener la esencia clásica adaptada al 2025.