El final de septiembre suele marcar el cierre de la temporada de bodas, pero este 2025 se reservó una sorpresa digna de cerrar el calendario con broche de oro: la boda de Selena Gómez y Benny Blanco. La cantante y actriz, de 33 años, y el productor musical, de 37, se dieron el “sí, quiero” el 27 de septiembre en Santa Bárbara, rodeados de amigos, familiares y un despliegue de seguridad propio de un evento de Estado. La expectación era enorme, no solo porque se trataba de una de las parejas más mediáticas del momento, sino porque Selena —con su influencia en la música, la moda y la cultura pop— prometía regalar un momento icónico. Y así fue.
El centro de todas las miradas fue el vestido. Selena eligió a Ralph Lauren, una decisión cargada de simbolismo. La firma, con una larga tradición en bodas estadounidenses —recordemos la de Priyanka Chopra con Nick Jonas—, era el aliado perfecto para crear un diseño que combinara modernidad y atemporalidad. El vestido, confeccionado en satén drapeado a mano, presentaba un escote halter que se desplegaba como un ramo de pétalos etéreos, cayendo en una espalda abierta en V. La falda, de caída fluida y con cola, evocaba una sencillez elegante que recordaba a los grandes momentos de la moda nupcial en Hollywood. No es casual que la silueta halter remita tanto a las divas de los años 30 como a Carolyn Bessette, cuyo vestido minimalista de Narciso Rodríguez se ha convertido en un referente inagotable.
Selena completó el look con unos pendientes de diamantes de Tiffany & Co., un peinado bob con ondas suaves de inspiración Old Hollywood y un ramo de lirios del valle, flor que tradicionalmente simboliza la pureza y que, en el universo nupcial, siempre trae ecos de Grace Kelly o Kate Middleton. El maquillaje fue fiel a su estilo: piel luminosa, labios en tonos melocotón y mejillas sonrojadas, probablemente gracias a su propio Soft Pinch Blush de Rare Beauty.
Benny Blanco, por su parte, se mantuvo en la misma sintonía estética con un esmoquin negro clásico diseñado también por Ralph Lauren. Un gesto que no solo subraya la complicidad de la pareja, sino que recuerda cómo las grandes casas de moda trabajan estas bodas como un “total look”, desde la novia hasta el último detalle del novio. En Instagram, la pareja confirmó el enlace con una serie de imágenes íntimas. En una de ellas, Selena aparece sentada en el suelo, con Blanco recostado sobre su regazo: más que una sesión editorial, parecía un retrato de su intimidad.
La ceremonia se celebró en el Sea Crest Nursery, un vivero transformado en jardín de ensueño con carpas blancas y estrictas medidas de seguridad. Los 170 invitados fueron trasladados en autobuses desde el hotel El Encanto sin conocer previamente la ubicación, lo que acentuó el carácter secreto del enlace. Entre los asistentes destacaron Taylor Swift, Paul Rudd, Paris Hilton, Ed Sheeran, Ashley Park, David Henrie y, por supuesto, Martin Short y Steve Martin, sus inseparables compañeros de reparto en Only Murders in the Building. Selena ya había adelantado en el Drew Barrymore Show que “Marty es el que va a dar el discurso” y bromeó con que “Steve probablemente sacará su banjo”.
Curiosamente, no era la primera vez que la actriz se vestía de novia: en 2023, durante el rodaje de la serie, lució un voluminoso vestido de David’s Bridal con escote corazón y un largo velo de encaje. Un look completamente distinto al minimalismo elegante que eligió en su gran día, pero que entonces ya encendió las especulaciones de cómo se vería Selena en el altar.
El compromiso, anunciado en diciembre de 2024, ya había mostrado que la pareja no se tomaba demasiado en serio las convenciones. Benny Blanco organizó un picnic con Taco Bell, aunque confesó después en el programa de Jimmy Fallon que la pedida estuvo a punto de no suceder: “Ella casi ni aparece”, dijo, recordando que Selena estuvo a punto de cancelar porque no se encontraba bien. Lo que sí apareció fue un marquise de seis quilates con un aro pavé que rápidamente se convirtió en el anillo más buscado de 2025 (hasta que llegó el de Georgina).
Durante los preparativos, Selena reveló que Pinterest había sido su primer organizador de boda improvisado, hasta que contrató a Mindy Weiss, la organizadora por excelencia en Hollywood. “Estoy muy emocionada y me siento muy afortunada”, confesó en una entrevista previa. Benny, más pragmático, resumió sus prioridades en un solo detalle gastronómico: “Lo único que me importa es que Jake Cohen haga la challah”, dijo en el pódcast Table Manners. Selena añadió que su postre soñado serían los biscuits and gravy de su abuela. La cantante también reconoció que probablemente no habría primer baile: “Me da vergüenza”, explicó, aunque sí deseaba compartir uno con su abuelo materno.
Las semanas previas también dejaron destellos de moda. En agosto, Selena viajó a Cabo San Lucas para su despedida de soltera con varios looks nupciales: uno mini de Retrofête bordado con perlas, un vestido floral de Cult Gaia y un velo con el lema “Bride to be”. Mientras tanto, Benny Blanco celebraba su despedida en Las Vegas entre spa, caviar y discotecas. En las alfombras rojas, ella también parecía lanzar pistas: un Louis Vuitton en los Emmy y un Ralph Lauren con 16.000 cristales en los premios Óscar, que en retrospectiva se siente como un ensayo general para el gran día.
La historia de la pareja se remonta a los estudios de grabación. Benny Blanco produjo varios de los temas más conocidos de Selena en 2015, como Same Old Love y Kill Em with Kindness, además de colaborar en 2019 en I Can’t Get Enough. En 2023, volvieron a coincidir en Single Soon y este año lanzaron juntos el álbum I Said I Love You First... And You Said It Back. La boda, más que un final, parece el siguiente capítulo de una relación marcada desde el inicio por la música.