El 28 de octubre de 2024 hacía sol en Atenas. Lo sabemos porque todas las fotografías de la princesa Teodora de Grecia, cuarta hija de los reyes Constantino y Ana María, entrando a la iglesia del brazo de su hermano mayor, el príncipe Pablo, están bañadas por la luz de la tarde. Su boda, en la que contrajo matrimonio con el abogado estadounidense Matthew Kumar, se celebró a las seis, hora local, en catedral de la Anunciación de Santa María de Atenas, más conocida como la Catedral Metropolitana. Hasta allí se desplazaron miembros de varias Casas Reales, entre ellos la reina Sofía, acompañada por las infantas Elena y Cristina; Sassa de Osma y Olympia de Grecia, que ejerció de dama de honor.
El vestido de novia de Teodora de Grecia
Quería que su boda estuviera repleta de referencias a sus antepasados, y lo logró. Teodora de Grecia no solo eligió la misma catedral en la que se casaron sus padres, un edificio emblemático del barrio de Plaka, a las faldas de la Acrópolis, que además es la iglesia más grande de Atenas (allí también se dieron el 'sí, quiero' los reyes Juan Carlos y Sofía, en mayo de 1962). También se decantó por un look nupcial que enlazaba, en ciertos detalles, con sus raíces.
La diseñadora Celia Kritharioti (dueña de la casa de moda más antigua de Grecia y artífice de piezas que han llevado desde Beyoncé hasta Paris Hilton) fue la encargada de crear el vestido de la princesa. Se trataba de un diseño de organza, con encaje francés. Tenía el cuerpo ceñido, escote bardot, falda de gran volumen, motivos florales artesanales de diferentes tamaños inspirados en patrones reales centenarios y más de 500.000 pequeños cristales y flores cosidos a mano uno a uno. Como dijo la diseñadora, "la idea era crear algo majestuoso, pero lleno de vida; un vestido que encarnara tanto la tradición como la modernidad". Una pieza en la que se invirtieron casi 1.200 horas de trabajo.
Siguiendo la tradición, Teodora eligió el velo de su bisabuela, la princesa Margarita de Connaught, nieta de la Reina Victoria de Inglaterra, esposa de Gustavo Adolfo VI de Suecia y madre de la Reina Ingrid de Dinamarca. Se trata de una pieza realizada en encaje de Carrickmacross, que tiene bordados lirios, reina de los prados y tréboles. Es una pieza con más de un siglo de historia, que usaron en sus bodas cuatro reinas: su abuela Ingrid; su madre, la Reina Ana María, sus tías la Reina Margarita y la princesa Benedicta y las dos hijas de esta; su hermana, Alexia, y por último, su prima la Reina Mary de Dinamarca, cuando se casó con Federico, entonces heredero al trono, en 2004.
La tiara, una reliquia familia
Desde hace un siglo, todas las novias de la familia real griega llevan sobre sus cabezas la tiara Jedive de Egipto. Obra de la casa Cartier (1904), está formada por diamantes engastados en espirales de laurel, símbolo de victoria y gloria. La pieza pertenece, desde la muerte de la Reina Ingrid, en el año 2000, a la Reina Ana María, quien, cumpliendo el deseo de su madre, solo la ha sacado para las bodas de sus hijas y de sus sobrinas, las princesas danesas, pero no para las de sus nueras, Marie-Chantal Miller, Tatiana Blatnik y Nina Flohr.
Además, Teodora llevó otras dos joyas familiares: unos pendientes de diamantes de la princesa heredera Margaretha de Suecia y una pulsera hecha del sautoir de diamantes de la reina Alejandrina.
El ramo de novia de la princesa Teodora estaba protagonizado por peonías blancas. Este tipo de flor, que simboliza la belleza, la felicidad y los buenos presagios, fue el broche perfecto para un look nupcial lleno de historia.