No hay duda de que el vestido de novia es uno de los grandes protagonistas, además del secreto mejor guardado, de cualquier novia. Pero hay ocasiones en que las joyas que acompañan al look nupcial resultan tan impresionantes, que reciben la misma e incluso más importancia. Es lo que ha ocurrido durante la boda de Lord Hugh Carnegie y Kate Morgan, que este 30 de agosto se daban el 'sí, quiero' en Escocia.
Él es el hijo menor del duque de Fife, primo tercero del rey Carlos III, y ella es descendiente de la empresa británica Morgan Motor Company, fabricante de vehículos deportivos. Ambos sellaban su amor el fin de semana con una ceremonia en la iglesia de Farnell, una discreta construcción neogótica, y una posterior celebración en el castillo de Kinnaird Head, hogar de la familia del novio durante más de 600 años.
Destacó la presencia de invitados como Lady Marina Windsor, nieta de los duques de Kent, quien compartió algunas instantáneas de la velada. Llamó la atención también el conjunto escogido por Lord Hugh Carnegie, encomendándose a la tradición y eligiendo un kilt, conocido popularmente como falda escocesa, cuyo estampado tartán suele variar en función de los miembros de los clanes familiares que la lleven.
La novia acertó sin duda con su vestido de cuerpo de encaje y cuello chimenea, con manga francesa, perfecta para el lluvioso día que acompañó la boda. Un modelo elegante, con semitransparencias en la espalda, abotonada, que contaba con una falda vaporosa confeccionada en tul.
Una tiara de diamantes con historia
Resultaba inevitable no posar la mirada en la espectacular joya que coronaba el sencillo recogido de Kate Morgan. Y es que más allá del éxito que las tiaras tienen entre las novias millenials más virales de este año, la de la británica es especial, ya que se trata de una reliquia familiar. Bautizada como Fife Fringe, es una pieza con barras de diamantes que recuerda a la popular tiara que usó la reina Isabel II en su boda y, que años después, reutilizaría Beatriz de York en la suya.
La primera mujer de la familia real británica que llevó la tiara Fife Fringe, fue Luisa de Gales en su boda con el primer duque de Fife, en 1889. Fue un regalo de sus padres que, más tarde, Luisa transformaría en collar para lucirlo en el enlace de su hermano, el rey Jorge V, abuelo de Isabel II.
Desde entonces, esta tiara ha tenido un recorrido fascinante dentro de la aristocracia de Reino Unido, forman parte de looks como el de Lady Patricia Ramsay, princesa de Connaught, o Camille Ascoli, condesa de Southesk. En la actualidad, la joya se expone como parte de la exposición Victoria Revealed en el Palacio de Kensington, aunque la familia Carnegie puede disponer de ella, como ha ocurrido en esta ocasión.