Sobre el vestido de novia no hay nada escrito y quizá por eso son muchas las novias que sueñan desde su infancia cómo será el look del gran día, uno que se pasan años planteando en su cabeza, hasta que se hace realidad. Es lo que le sucedió a Ángela, que admite que desde que tiene uso de razón recuerda tener claro el tipo de diseño con el que pasaría por el altar.
La influencer sevillana se casó hace unos días en su tierra, con un estilismo a medida de María Palomo Couture, de inspiración medieval y con una suerte de mangas acuchilladas acabadas en nudo que nos hacen viajar en el tiempo. La joven buscaba una prenda atemporal y elegante. “Me encantaba la idea de sentirme como un hada, una princesa, pero de las antiguas. Como esos vestidos que vemos en películas o libros de época, pero llevados a la actualidad, más frescos y juveniles”, nos explica ella misma.
Un vestido de novia vaporoso y con aires históricos, obra de María Palomo
Nuestra protagonista no llegó a dar muchas vueltas sobre qué firma confeccionaría su vestido soñado, bastó con acercarse al atelier de María Palomo. La diseñadora andaluza adivinó el estilo de diseño que buscaba Ángela y le prometió un paso a paso a su gusto, con calma y esto terminó por conquistar a la joven. “Fui a verla una mañana, sola, ya que su taller estaba cerca de mi trabajo y quería conocerla en persona. Me transmitió una confianza absoluta y supo captar rápidamente lo que buscaba, casi como si ya me conociera, pues me seguía desde hace tiempo en redes. Ese feeling del que se habla con tu diseñador lo tuvimos desde el primer día hasta el último”, confiesa.
El resultado fue un diseño que resaltaba los puntos fuertes de la novia, gracias a un tejido vaporoso, un escote off-the-shoulders, un fajín en la cintura, unas mangas historicistas y una falda a capas. “Me inspiré en siluetas clásicas, pero con detalles que aportaran ese aire mágico y personal que hablara de mí. María supo captar y plasmar todo eso de forma impecable”, señala.
“El proceso fue precioso desde la primera cita. Poco a poco fuimos dando forma a todo lo que tenía en la cabeza. Trabajamos con 20 metros de una gasa de seda espectacular, que combinamos con cortes y capas, dando lugar a un resultado muy favorecedor. Las pruebas fueron momentos muy especiales porque siempre iba acompañada de mi madre, mi hermana, mi madrina y mi prima. Compartir ese tiempo con ellas fue muy bonito, y ver cómo cada detalle tomaba forma fue increíble”, admite.
Cada día en el taller era una oportunidad para sumar elementos o darle un giro nuevo al estilismo. Según nos cuenta Ángela, hasta el último día estuvieron añadiendo detalles, pero esto hizo que cada cita fuera más estimulante y un disfrute para nuestra protagonista y sus acompañantes: “no sabíamos nunca con qué idea nueva íbamos a salir. Lo último fue el fajín y la cola bordada en lino, para salirnos de lo típico y el velo de seda natural francés, con una caída preciosa. Disfrutamos muchísimo de todo el proceso”.
Un segundo look nupcial con volantes
Aunque al principio la sevillana no se planteó lucir un segundo vestido, decidió darle una oportunidad a esa posibilidad y acudió a Victoria Colección para dar una propuesta completamente diferente a la primera. La encontró, más cañera y compuesta por dos piezas. "En la zona bridal, vi asomar un poco de la tela de una falda. Cuando cogí la percha, no me lo podía creer. Me probé el conjunto y no tuve ninguna duda: ese sería mi segundo look", rememora. Escogió a esta casa porque la conocía a la perfección: "trabajé durante cuatro años en el equipo de E-Commerce de Scalpers, y compartíamos oficina y muchos ratos juntas".
Su espectacular tiara era de corales
El diseño de aires bucólicos no habría logrado el mismo efecto exitoso en la red si no hubiera sido por los accesorios que lo acompañaron. En concreto, la tiara fue una pieza clave que captó todas las miradas. Era una creación de Marucca, con corales, realizada a partir de unas piezas antiguas que le entregó la propia Ángela y que también se emplearon para dar forma a sus pendientes. "Conocí a María, de Marucca, el año pasado, cuando me hizo los pendientes para la boda de mi hermano. Desde entonces supe que, el día que me casara, ella se encargaría de mis joyas. ¡Bendito momento!", reconoce.
Clásico y de tallo largo, así fue su ramo
La inspiración del ramo nupcial llegó, en realidad, por casualidad. Nuestra protagonista se topó con un cuadro con un ramo de tulipanes gigantes y le propuso a Juan Carlos, De Acanto Floristas, que estaba al frente de la decoración de la ceremonia religiosa, que localizara esa variedad floral. Como el reto fue mayúsculo, no la consiguió, pero en cambio optaron por unas elegantes y clásicas calas mini. "Me flipó el resultado", dice.
Ángela fue, además, una de esas novias virales que se apuntaron a la tendencia de los abanicos. Un accesorio de alma española, de lo más práctico en bodas de verano, que ha resurgido como fenómeno en meses recientes. El suyo es un diseño en blanco bordado a mano por la firma Banikair con motivos cósmicos. Por otro lado, sus sandalias fueron un trabajo de Paco Gil, una firma que la propia diseñadora María Palomo le recomendó: "¡Fue un acierto total! Hicieron exactamente lo que quería… y además, eran comodísimos".
Durante los preparativos quiso hacer un guiño a su bisabuela y vistió un conjunto suyo que ella había bordado muchos años atrás. Compartió estos momentos previos con sus seres queridos y con la maquilladora Julia Hidalgo, que estuvo detrás de su look de belleza, a quien conocía antes de contratarla para su enlace. "Tenía clarísimo que quería que fuera ella. Quería llevar un moño y un maquillaje muy natural, algo que me representara completamente, y nadie mejor que ella para hacerlo perfecto. Es la mejor… y en casa ya es una más de la familia".
10 años después: un amor predestinado
El vestido era la pieza más esperada del gran día. Un enlace de verano que tuvo lugar el pasado 5 de julio de 2025 y en el que dio el ‘sí, quiero’ a Eduardo, Edu para los amigos, a quien Ángela conoció hace más de una década en la Feria de Morón de la Frontera (Sevilla). Su historia de amor es de esas que parecen escritas en las estrellas: “Pasamos toda la noche en nuestra propia burbuja, apoyados en una barra, hablando sin parar, como si el resto del mundo no existiera. Cuando me subí al coche con mis amigas al final de la noche, les dije sin pensarlo: ‘he conocido al padre de mis hijos’. Hoy lo recuerdo y... Wow".
"En aquel entonces éramos muy jóvenes, con caminos distintos y sueños aún por descubrir. La vida nos llevó por direcciones separadas, pero Dios, caprichoso y sabio a partes iguales, tenía otros planes. Con el paso de los años empezaron a sucedernos cosas que parecían señales: personas que nos mencionaban al otro sin saberlo, lugares en los que coincidíamos, mejores amigos en común... Era como si algo nos empujara a reencontrarnos. Y así fue. Bastó una cerveza para confirmar lo que ya sabíamos: que queríamos compartir la vida juntos. Poder mirarnos en el altar fue como cerrar el círculo y comenzar el más bonito de todos”.
La petición de matrimonio llegó por sorpresa para nuestra protagonista. La pareja llevaba dos años viviendo junta y se había escapado de viaje a Marruecos. Se acababa de comprar un piso, por lo que la andaluza no se esperaba que su novio diera el paso en ese preciso momento. El instante más esperado llegó en medio del desierto: "La última noche, bajo las estrellas, me pidió que nos casáramos. Fue un momento precioso, muy íntimo. No dejábamos de abrazarnos, de reír… y de llorar. Fue muy nuestro".
Marchena como escenario de la boda
Los prometidos se pusieron manos a la obra y decidieron que la ceremonia religiosa tendría ligar en Marchena. Esta localidad es el municipio del que es originaria la madre de la novia. "Mis padres restauraron con mucho cariño la que hoy es nuestra casa allí, y tenía clarísimo que quería vestirme en ese lugar tan especial y que todas mis amigas vinieran antes de la iglesia", revela Ángela. Por ello, la iglesia que escogieron para darse el 'sí, quiero' fue la popular Parroquia de San Juan Bautista, que además cuenta con un gran valor sentimental para la familia.
Para disfrutar del menú y de la fiesta confiaron en uno de los espacios de boda de referencia en Sevilla. Hacienda Los Miradores fue el enclave escogido para la celebración, que los recién casados definen como la ubicación perfecta. Y es que este histórico rincón sevillano ofrece diferentes escenarios, muy cuidados, para sorprender a los invitados. "La frase que usamos en toda la boda fue: 'el sueño de una noche de verano' y realmente lo fue".
Aunque la pareja quiso estar presente en cada decisión y dar su toque al enlace, decidieron aliviar la carga de trabajo y se pusieron en manos de La Madrina Weddings, que se encargó de la organización. "Contar con La Madrina Weddings fue, sin duda, la mejor decisión. Nos permitió disfrutar a tope. Son realmente maravillosas, y el día de la boda todo estaba impecable", puntualiza Ángela.
"Hizo una noche espectacular y la fiesta fue sencillamente increíble. El equipo de To Go Music superó todas nuestras expectativas. Jesús y Alicia son los mejores: no dejaron de sorprendernos ni un segundo. Queríamos crear un auténtico festival y cuando entramos en la zona de baile, ¡alucinamos! Las pantallas, la luna, los fuegos… ¡todo fue impresionante! Éramos 300 personas y se nos hizo de día. Cuando llegaron los autobuses a las 8 de la mañana, ¡nadie se quería ir! Acabamos bailando, cantando y llorando de emoción. Fue una auténtica pasada", recuerda.
Si nuestra protagonista tuviera que dar un consejo a quienes se casan en meses venideros sería que disfrutaran del proceso, porque la boda es la mejor excusa para reunir a la familia. "Haz las cosas como a ti y a tu futuro marido os hagan felices, sin sentirte presionada por expectativas externas. Y, sobre todo, el día de la boda… No os separéis. Nosotros no parábamos de mirarnos y repetirnos: 'gordi, la que hemos liado. ¡Lo hemos hecho!' Es una sensación indescriptible celebrar con todos los que queréis la fiesta de vuestro amor", apunta emocionada.
Una decoración de tendencia: colores vibrantes y una papelería con mensaje
Con el buen gusto que caracteriza a nuestra protagonista, la belleza del espacio y el buen hacer de sus proveedores se pudo dar forma a la decoración del espacio. Hacienda Los Miradores se llenó de color en la zona del aperitivo y de arreglos florales en blanco en la zona del banquete. Del montaje floral se encargó Concha Candela Arte Floral: "Amanda supo captar desde el principio nuestra visión. ¡El resultado fue incluso mejor de lo que había imaginado!".
En lo referente a la papelería del esperado día, la sevillana puso tu toque y confió en el equipo de Cotton Bird. Define el proceso como una experiencia muy bonita en la que se mezclaron los dibujos que había hecho la propia Ángela con ideas de la creativa firma. "Así creamos una línea perfecta y coherente con todo lo que queríamos transmitir", cuenta.
"Soy muy perfeccionista y me encantan los detalles. Nuestra boda estuvo llena de ellos y los hice casi todos a mano. Todo muy personalizado para nuestros invitados", desvela Ángela.
Lo más especial del día
Ángela manifiesta que la boda fue el mejor día de sus vidas, una jornada en la que les inundó la emoción. Empezando por la ceremonia: "la misa fue muy emotiva: el sacerdote, amigo de la familia, celebró una ceremonia preciosa y cercana. Mi hermano cantó y nuestro amigo Jaime tocó el órgano… fue realmente especial". Del enlace se quedan también con el camino a la hacienda, que hicieron al atardecer en su coche soñado, un Excalibur negro. "Parecía una escena de película", relata. "Y, al llegar, empezó la fiesta sin parar. Entramos con la canción de Volaré y, desde ese momento, no dejamos de bailar. Ver a todos nuestros familiares y amigos reunidos fue algo verdaderamente inolvidable. Había una energía preciosa; todos estaban completamente entregados". Y ese es, sin duda, el mejor recuerdo, el mejor regalo.