Hace unos meses Teresa Helbig presentó su última colección nupcial, una propuesta íntima y artesanal que redefine el instante previo al 'sí, quiero' bajo la delicadeza de un susurro y la potencia de un recuerdo imborrable. Inspirada en el universo estético de Las vírgenes suicidas de Sofía Coppola, la diseñadora barcelonesa imagina a la novia en su habitación, sola, en ese momento suspendido en el tiempo antes de cruzar la puerta para unirse de por vida a su pareja. Bajo ese concepto nace una línea de 17 diseños, marcada por la artesanía y el mimo a los pequeños detalles que tanto la caracteriza.
¿Qué hay detrás de esta nueva colección de novias?
Es una colección con un punto retro, una inspiración que nos lleva a una estética muy "Sofía Coppola en la película Las Vírgenes Suicidas". Pero, sobre todo, hay un propósito: hacer que la novia no pase desapercibida. Cada vestido tiene un nivel de artesanía brutal. Nos gusta pensar que es como un talismán el día de la boda. La línea nace desde ese instante íntimo, en el que la prometida está sola en su habitación, justo antes de salir. Es un momento silencioso y muy potente, y por eso lo hemos recreado.
¿Cómo surgió esa idea del “descanso” previo, ese silencio en casa?
Cuando creamos una colección, empezamos contándonos historias dentro del equipo. Nunca se había trabajado ese momento previo a la salida, antes del 'sí, quiero', así que empezamos a jugar con esa idea. Y como siempre somos muy de hablar y compartir, acabamos construyendo desde ese diálogo.
¿Qué hace diferente a una novia Helbig?
¡Se nota desde lejos! Es una cuestión de actitud y personalidad, son mujeres muy identificables. Muchas veces dicen: “lleva un Helbig” sin ni siquiera mirar la etiqueta. Es una cuestión de energía, saben decidir, tienen muy claro lo que quieren y no se dejan influenciar. Buscan simplicidad, aunque con un nivel técnico muy alto; el patronaje es clave en nuestros vestidos.
¿Qué tejidos predominan en esta colección?
Mucho tul de seda, tul de algodón… Hay un vestido que es más clásico por el nivel de artesanía, por ejemplo está confeccionado con raso, gasa y unas puntillas que nos hace un señor a mano en su pequeño taller en el norte de Italia. Nos reunimos con él, desarrollamos las puntillas, y después las incrustamos en los tejidos. Hay piezas que no se pueden coser, hay que bordarlas, luego recortarlas… Es un trabajo muy complejo.
¿Cuál es tu vestido favorito de este lanzamiento?
Uno con inspiración años 20. Está todo cosido con perlas sueltas, como si fueran un collar, y luego lleva florecitas de porcelana colgando.
Y si tuvieras que casarte ahora mismo con uno de tus diseños, ¿cuál sería?
Cualquiera, porque todos son como mis bebés. Pero si tengo que elegir uno que me represente, sería el vestido de seda con el collar de perlas. Tiene algo especial, es diferente y me identifica mucho.
A veces las prometidas llegan sin tener ni idea de lo que quieren, ¿cómo las guías?
Escuchando y observando mucho. Hay algo muy gracioso que siempre nos pasa, y es que cuando bajan por la escalera, ya intuimos lo que les va. Casi siempre es el primer vestido el que se acaban llevando. Supongo que son los años de experiencia, pero lo vemos muy claro.
¿Qué le dirías a una novia que está muy perdida con todo?
Que no escuche a nadie. Escúchate a ti misma. Dentro de ti tienes todas las respuestas. Sabes perfectamente lo que quieres, a dónde vas y cómo eres. Solo tienes que parar y oírte.
¿Recuerdas alguna novia que te dejara completamente descolocada por lo que pidió... o por cómo era?
Sí, una en particular. Nos pidió un vestido que fuese muy Helbig y que se inspirase en una película de fantasía, de esas que, en principio, no tienen nada que ver con el imaginario habitual de una novia, ¡me pareció interesantísimo! Y lo primero que pensé fue: esto va a ser un viaje, y basándonos en un look de colección maravilloso cambiamos tejidos y color, añadimos cuero y el resultado fue exquisito.
¿Qué es lo más surrealista que te ha pasado nunca en una prueba de vestido?
Hemos vivido momentos divertidísimos, algunos realmente dignos de película, pero hay uno que siempre recordaré porque tuvo ese punto surrealista que nos dio un susto tremendo. Estábamos en pleno fitting con una novia que venía con muchísima ilusión. Se pone el vestido, se mira al espejo y de repente, se desmaya. ¡Literalmente! De la emoción, del impacto, del “no me creo que sea yo”. Cayó al suelo y del impacto se hizo una herida en la barbilla.
En ese momento todo se detuvo, llamamos a la ambulancia y el equipo entró en modo contención total, con esa mezcla de preocupación y adrenalina que solo se siente cuando algo escapa por completo al guion. Por suerte, fue solo un susto, ¡pero vaya susto! Ella estaba bien, y con el paso de las horas acabó riéndose de todo, incluso diciendo que “si no me desmayo con el vestido, no es el mío”.
¿Tienes algún ritual secreto o superstición antes de presentar una colección?
Más que superstición, es un pequeño ritual de conexión. Reunirnos con el equipo unos minutos antes de salir. Es un momento muy nuestro, casi sagrado. Compartimos los nervios, respiramos hondo y nos miramos como diciendo: “Ya está, lo hemos conseguido”. Es una forma de alinearnos, de abrazarnos sin palabras y recordarnos que lo que está a punto de pasar es fruto del trabajo de todos.
Si pudieras vestir de novia a cualquier actriz (viva o muerta), ¿a quién elegirías y por qué?
A Jane Birkin y su hija Charlotte Gainsbourg. Madre e hija, musas atemporales. Las dos tienen eso que tanto admiro: autenticidad, genialidad, talento y mirada propia.
¿Qué diferencia a una novia de Barcelona a una de Madrid?
Te diría que, en el fondo, la esencia es la misma. Porque nuestras novias, sean de Barcelona, de Madrid o de cualquier otro lugar, comparten algo muy poderoso: son mujeres con criterio, con una visión clara de sí mismas y del momento que están viviendo. No buscan disfrazarse de novia, buscan reconocerse, verse reflejadas en un vestido que hable su mismo idioma.
Es verdad que puede haber pequeños matices en cuanto a formas de entender la celebración o el entorno. Pero cuando cruzan la puerta del universo Helbig, todas comparten un mismo código: el de la autenticidad, la feminidad sin clichés, el gusto por lo bien hecho y esa necesidad de salirse de lo previsible. Quieren sentirse únicas, sin renunciar a su esencia. Y ahí es donde se produce la magia.
¿Hay algún tejido que te fascine, pero que tengas completamente vetado para novias?
Sí, la organza de seda. Me fascina. Tiene algo casi etéreo: una caída sutil, un brillo elegante, sin estridencias… Pero precisamente por eso la tengo vetada para novias. Es un tejido tan delicado, tan temperamental, que no perdona ni una arruga ni un mal gesto. Es bellísima, sí, pero también imprevisible, como una flor salvaje que no se deja domesticar.
¿Alguna vez te han pedido un vestido negro… o algo completamente inesperado? ¡Cuéntanos!
Las Helbig son mujeres con ideas muy propias e independientes. Por eso, siempre que el concepto base sea tremendamente Helbig, hemos hecho desde el vestido más clásico sofisticadísimo hasta las locuras más inesperadas como uno de cartas de póquer bordadas o un tipo camiseta larga hasta los pies bordado con microcristales, perlas y lentejuelas para la celebración de sus bodas de oro… O añadir tejidos antiguos de las novias al traje creando patchwork o geometrías. ¡Todas son un reto maravilloso!
¿Has llorado alguna vez en una prueba de vestido?
Más que llorar soy de emocionarme muchísimo con las novias, cada una de ellas es un mundo, y verlas con el vestido que hemos estado creando desde hace tantos meses es una mezcla de orgullo, conexión y sororidad que hace que muchas veces tenga ese nudo en la garganta y el corazón desbordado.
Si las paredes del atelier hablaran, ¿qué secretos nos contarían?
Si esas paredes pudiesen hablar, contarían historias de pasión, de la emoción de las primeras veces, del mimo con el que nace cada proyecto, del entusiasmo y la dedicación de cada una de las partes del equipo... La lista es infinita.