En Andalucía las novias con tiara son una constante que se repite, en gran parte, por los espectaculares joyeros familiares, que pasan de generación en generación y que se convierten en un valioso recuerdo. Una de ellas fue Carmen, una recién casada que optó por un delicado y romántico vestido nupcial con corpiño floral y falda vaporosa y una diadema histórica perteneciente a sus antepasados para su gran día. La localidad sevillana de Écija fue testigo de su boda con Juan Pedro, para convertirse en los marqueses de Monesterio, con una celebración inolvidable repleta de detalles.

El corpiño floral: la tendencia clave en el diseño
El look nupcial, que sigue la tendencia de los corsés que hemos visto a otras novias virales, era un trabajo de Fátima González Atelier, cuyo taller se encuentra en Madrid. Aunque podría haber visitado muchas otras firmas, lo cierto es que a nuestra protagonista le bastó con una. “Fue la primera diseñadora que vi y desde el minuto uno me encantó tanto el boceto que me hizo como ella. Ahora puedo decir que fue la mejor elección que pude tomar”, reconoce.

La inspiración de esta pieza se encuentra en otros enlaces, en otras chicas que han dado el ‘sí, quiero’ con prendas de aires bucólicos. Había detalles que Carmen quería con total seguridad en su diseño y así se lo hizo saber a la creadora: “desde el primer momento sabía que quería que el corpiño del vestido tuviese una tela bordada, porque lo había visto en muchas novias y me encantaba el toque que le daba a los vestidos. Al principio me costó decidir qué tela elegir, porque Fátima me enseñó muchos tejidos diferentes y cada cual era más bonito, pero creo que el que elegí fue un acierto”.

Además del tejido floral que componía el cuerpo del look, también tuvo un gran protagonismo la organza, que logró ese acabado elegante y con movimiento que resulta tan favorecedor. La diseñadora lo incorporó a las mangas, la cola y la falda y el resultado superó las expectativas de la marquesa de Monesterio. “Me parecía espectacular y le daba un toque muy elegante al vestido”, señala.


Cuando le consultamos acerca del proceso de creación de la prenda, ella confiesa que esos momentos fueron verdaderamente emocionantes, de los que se guarda para siempre con ilusión en el baúl de los recuerdos. Y es que esas citas en el atelier son escenas memorables de la organización de la boda. “A todas las pruebas iba con mis dos hermanas y mi madre y es muy especial, al fin y al cabo, es lo único que eliges tú al cien por cien y quería que fuese un vestido que me representase y fuese muy yo”, concede.

"En ningún momento valoré hacerme un segundo vestido. Lo que sí que tenía claro era que la cola se tenía que quitar para estar más cómoda en el momento del baile, pero quería llevar el mismo vestido durante toda la boda", nos cuenta.

Accesorios de gran valor familiar
Coronando el estilismo de Carmen se encontraba una diadema familiar de corte clásico, que combinó con su anillo de pedida (regalo de su marido y sus suegros) y unos pendientes largos en tono azul, obsequio de sus amigas, como marca una tradición que comparten. “Además, siempre llevo conmigo una pulsera con mi inicial, me la regaló mi hermana hace varios años, cuando lanzó su pequeña marca de pulseras personalizadas Malchi Jewelry, y no me la quito nunca, así que por supuesto no podía no ponérmela el día de la boda”. Como calzado, apostó por unas sandalias color verde oliva de Flordeasoka, que cambió por unas alpargatas por la noche.


"La bata que llevé mientras me maquillaban, fue un regalo de mi amiga Anita de su marca de ropa Baudesson. Fue hecha a medida y el resultado quedó increíble. Los puños de la bata eran muy especiales porque estaban hechos con las telas de mi vestido mezcladas con mi color favorito, el verde".

Un ramo con sabor a campo
Lo silvestre, en sintonía con su boda, que tuvo lugar en el campo, estuvo presente en su ramo de novia, diseñado por Alfabia, de aire salvaje y muy vistoso. "Quería un ramo sencillo, así que, como la boda era en el campo, optamos por mucho verde y como quería meterle un poco de color, le pusimos algunos tonos rosas y el resultado fue justo lo que tenía en mente".

Para su look de belleza, nuestra protagonista confió en un moño clásico, que casaba a la perfección con la tiara, porque es una gran amante de las novias con cabello recogido. Para el maquillaje se puso en manos de Ana Reyna. "Siempre había querido que el día de mi boda me maquillase ella, era algo que tenía muy claro. Yo no me suelo maquillar y algo que me encanta de Ana es su forma tan natural de maquillar a las novias, así que de las primeras cosas que hice cuando me enteré de que me casaba, fue llamarla", puntualiza.

Siete años de amor
Además de sobre su look de novia, Carmen nos desvela algunos detalles de su relación. Nuestra protagonista conoció a su ya marido a través de unos amigos, en el verano de 2017, mientras se encontraban en Menorca. “No fue hasta pasados unos meses que volvimos a coincidir en una fiesta y a partir de ahí empezamos a salir”, rememora.

Desde aquel momento y hasta el día en que Juan Pedro le pidió matrimonio pasaron años de aprendizajes y mucho amor. “En octubre del año pasado me pidió que me casase con él, ya llevábamos siete años saliendo y decidimos dar el paso”, admite.

Una boda en Écija
Comenzó así una aventura, la cuenta atrás, con la que se volcaron en lograr la boda de sus sueños. Apostaron por un enlace en plena primavera y al aire libre. Escogieron como fecha el pasado 31 de mayo y como enclave, la localidad sevillana de Écija. La ceremonia tuvo lugar en la Parroquia de Santa María y el banquete les llevó a un lugar que conocían bien, ubicado por la zona: “celebramos con todos nuestros familiares y amigos en la Yeguada de Almenara Alta, finca familiar cercana”.


Juan Pedro fue vestido con el tradicional traje de maestrante, el uniforme de gala de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, una solemne corporación nobiliaria cuyos orígenes se remontan a 1670, siempre al servicio de la corona. "Propietaria de la más emblemática Plaza de Toros (la sevillana), dedica los ingresos que obtiene de ella y de su patrimonio, al mecenazgo y la asistencia benéfico-social, cumpliendo así con su vocación de servicio a la Corona y por ende, a la Sociedad", recuerdan en su web.

Carmen Egaña Seoane y Juan Pedro de Soto González de Aguilar son los marqueses de Monesterio.

La anécdota más divertida
Los despistes en las bodas están a la orden del día y es habitual que la novia se deje algo atrás. Lo que le sucedió a Carmen, en realidad, es más habitual de lo que parece y deja una divertida anécdota para el recuerdo: "me habían dicho alguna vez que con los nervios algunas novias se olvidaban el ramo en sus casas y siempre pensé que a mí no me pasaría eso hasta que me pasó. Cuando estábamos llegando a la iglesia me di cuenta de que me había olvidado por completo el ramo en casa, así que tuvimos que dar media vuelta y volver corriendo a por él".

Un menú con sello cordobés
Para la organización de la boda, los novios no contaron con wedding planner, sino que fueron fieles a sí mismos y a aquello que tenían claro. Eso sí, confiaron en un catering cordobés que fue un gran aliado durante los preparativos. "El catering, que era la Ermita de la Candelaria, nos ayudó con toda la organización de la boda, nos lo pusieron todo muy fácil", dice la marquesa de Monesterio sobre una de las empresas con mejor reputación en el sector nupcial en Andalucía.

Otra gran decisión fue la decoración de los espacios. Para la ceremonia, los novios crearon un bosque de verdes a diferentes alturas, presentes en el altar y otros rincones del templo. Estos se combinaban con flores de colores vivos, como las peonías, las rosas o los ranúnculos. "Elegí a la floristería Alfabia para decorar toda la iglesia", matiza nuestra protagonista sobre la misma firma que eligió para su ramo de novia.

La decoración del banquete
Con la decoración de la celebración, la idea era vestir los espacios y crear ese ambiente bucólico de campo en flor que es tan tendencia y que los novios supieron plasmar, tanto con los centros de la mesa en forma de caminos florales como con bodegones que adornaban rincones muy visitados por los invitados.


"Como la boda era en el campo, nos apetecía que la decoración fuese acorde con el ambiente en el que estábamos. Así que, elegimos una decoración con olivos, granados, limoneros, de la empresa Olivos Ornamentales, que nos pudo facilitar toda esta variedad de arboleda", relata Carmen sobre un recurso perfecto para vestir espacios al aire libre.

No obstante, la decoración de las mesas de la boda y del aperitivo recayó en el propio catering, Ermita de la Candelaria, que hizo un gran trabajo al captar la idea de la pareja.


El mejor recuerdo
"Lo más especial de esta jornada fue que nuestras familias y amigos nos pudiesen acompañar en un día tan especial para nosotros", apunta Carmen.

Para concluir, nuestra protagonista quiere acercar un consejo a las novias que se casan próximamente. Una recomendación sencilla, pero que en momentos de tensión tiende a olvidarse: "mi consejo para otras novias es que no se agobien por si algo no sale como se esperaban, porque al final la única que sabe como tiene que salir eres tú". Y a todos los demás siempre les quedará un buen recuerdo.

La boda de Carmen y Juan Pedro
Fecha: 31 de mayo de 2025.
Lugar de celebración (ceremonia y banquete): Parroquia de Santa María de Écija y Yeguada de Almenara Alta.
Proveedores:
- @malchi_jewelry
- @baudesson_
- @anareynatorroba
- @fatimagonzalezatelier_
- @mugad
- @ermitadelacandelaria
- @alfabiaflores
- @olivosornamentales
- @queridacatherine