No es nada habitual casarse un lunes. Pero ese fue el día elegido por Ingrid Asensio y Fernando Sanz, exfutbolista del Real Madrid e hijo del presidente del club, Lorenzo Sanz, para su boda. Y es que cuadrar la agenda del deportista no resultó nada sencillo. Se dieron el 'sí, quiero' el 30 de junio de 1997 en la iglesia San Jerónimo el Real en Madrid, que adornaron con siete grandes centros de flores compuestos por peonías, margaritas y liliums blancos. Un enlace del que se han cumplido 28 años y que ella ha recordado abriendo su álbum de boda.
"28 años de amor incondicional, mil y una veces más te elegiría como mi marido, como padre de mis hijos, como mi amante, como abuelo de mis nietas, como mi mejor amigo y como el compañero de viaje de esta preciosa vida que viajamos juntos con nuestra preciosa familia que hemos formado, te quiero con todo mi corazón", escribía junto a las imágenes. Un romántico comentario al que él añadía: "La suerte fue mía de que te cruzaras en mi camino, te quiero más que hace 28 años, me diste tantas cosas… Y todas tan buenas, gracias por tanto amor y por tanta paciencia, te quiero más que a mi vida".
Un vestido de novia de raso de seda salvaje
Ingrid llegó a la iglesia en un espectacular Rolls-Royce blanco acompañada por su padre, Antonio Asensio, presidente de Antena Televisión y Grupo Z. Para su gran día, la novia apostó por un diseño de inspiración romántica firmado por Chus Basaldúa, confeccionado en raso de seda salvaje, uno de los tejidos más populares del momento. El vestido tenía un favorecedor escote barco, decorado con ondas, y un cuerpo entallado hasta la cintura, de la que partía un polisón corto bordado con los mismos motivos que adornaban las mangas. Estas, de tres cuartos y ligeramente abullonadas en los hombros, terminaban perfectamente el diseño, igual que la cola de tres metros.
La novia completó su look con un velo de tul bordado en encaje de chantilly, que cubría el rostro hasta la cintura y se extendía hasta el final de la cola, aportando un aire de gran elegancia. Como complementos, eligió unos zapatos de salón forrados en el mismo tejido que el vestido y un ramo de rosas blancas, su flor favorita, que lanzó durante la celebración y fue recogido por su cuñada Diana, quien se casaría al año siguiente.
Para el peinado, el estilista Leonardo realizó un recogido alto de inspiración imperio con bucles, adornado con azahar y rematado con una trenza en la nuca, en un trabajo que llevó alrededor de una hora y cuarto. El maquillaje, a cargo de Álvaro Gutiérrez, se caracterizó por sombras en tonos tierra para los ojos marcados con eyeliner negro y un discreto brillo en los labios. ¡No podía estar más guapa!
Después de la ceremonia, la pareja se dirigió al Club de Campo, donde disfrutaron, junto a sus invitados —entre los que estaban Concha Velasco, Bertín Osborne, Manuel Campo Vidal y María Rey, Nieves Herrero o futbolistas como Fernando Hierro o Predrag Mijatović—, de un cóctel y una cena servida por el Casino de Madrid.