Este viernes 13 de junio la familia real sueca está de celebración. El príncipe Carlos Felipe y Sofia de Suecia cumplen una década de matrimonio. Fue en 2015 cuando tuvo lugar su espectacular boda, en la Capilla Real de Palacio Real de Estocolmo, a las 16:30 de la tarde. Era un enlace por amor, contra viento y marea, puesto que el hecho de que la modelo hubiera participado en diferentes programas de televisión, no había sido visto con buenos ojos por la sociedad del país. Sin embargo, poco a poco, aquella joven empresaria se fue ganando el cariño de su pueblo y logró deslumbrar el día de su ‘sí, quiero’ gracias a un look de inspiración clásica, con notas modernas, que es imposible de olvidar.
Un vestido de novia con guiño español
El segundo hijo de del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia y la reina Silvia aguardaba en el altar la llegada de su pareja, la futura duquesa de Varmland. Con él también se encontraban los oficiantes de la ceremonia, el reverendo Lars-Göran Lönnermark, entonces obispo emérito y capellán principal de la corte, y el reverendo Michael Bjerkhagen, capellán de la corte y rector de la parroquia de la corte real. La novia no se hizo esperar y recorrió el pasillo de la capilla del brazo de su padre, Erik Oscar Hellqvist, enfundada en un vestido de silueta línea A, que mezclaba tres tonos de blanco y tejidos propios de la alta artesanía.
La pieza en cuestión destacaba por su preciosismo. Con un corte bajo el pecho, al más puro estilo imperio, presentaba unas mangas largas, un escote de pico delantero, un escote barco trasero (que dejaba al descubierto un tatuaje que tiene en la espalda) y una extensa cola. Era una creación a medida de la diseñadora Ida Sjöstedt, con atelier en Estocolmo. La prenda estaba confeccionada en crepé de seda, forrada con organza de seda italiana, que se combinaba con un encaje de alta costura, repartido por el cuerpo y la cola (de forma vertical), que fue cortado y cosido en el taller de la citada modista, pero que tenía origen español. La casa madrileña de tejidos José María Ruiz (cuyos inicios se remontan a 1982), especializada en los materiales de seda natural de alta calidad más exclusivos, fue el proveedor de esta tela, que podría decirse que es la más reseñable del look.
Entonces fueron varios los expertos que compararon este diseño con el que lució Kate Middleton, princesa de Gales, en su gran día con el príncipe Guillermo de Inglaterra. Era algo previsible, dado que la británica, que también llevó unas inolvidables mangas de encaje de alta costura, había escogido a la misma famosa firma española como proveedora de este. Ella se casó con un vestido diseñado por Sarah Burton para Alexander McQueen en el que el corte princesa resultaba verdaderamente favorecedor y la inspiración más clara del mismo fue Grace Kelly.
Del velo bordado a mano a la tiara, un regalo de los reyes
Volviendo a Sofia de Suecia, en su estilismo nupcial tenía tanta importancia la esperada prenda como los accesorios que la acompañaron. La princesa confió, del mismo modo, en Ida Sjöstedt para que realizara el velo de tul que llevó durante la jornada. Un complemento que colocó ubicado justo encima de un gran recogido bajo y clásico, pero que no llegó a cubrir su rostro. Fue una pieza confeccionada para la ocasión con un delicado tul blanco, de estilo tradicional y que se bordó a mano con apliques de encaje de algodón transparente.
Como joya más reseñable, la protagonista del día lució una tiara —que le hemos visto con el paso de los años en numerosos compromisos— que fue un regalo de sus suegros, los reyes de Suecia. La diadema constaba de una montura que formaba pequeñas hojas de palma, cuajadas de diamantes y que sumaban unas imponentes esmeraldas, talla pera, en la punta. Todo apunta, según la prensa sueca (medios como Svensk Damtidning), a que esta alhaja era en sus inicios un collar, que la reina Silvia recibió como regalo por parte de un tailandés. Para sorprender a su nuera con motivo del inminente casamiento, mandó a Tailandia la pieza para reconvertirla en una tiara. La particularidad de esta joya, la favorita de la princesa, es que es transformable: las piedras de sus puntas pueden cambiarse y por eso en los últimos años la hemos visto con perlas, azabache, turquesas o aguamarinas, en función al look que vestía.
El último accesorio con historia
Para dar forma al ramo de novia, uno de colores vibrantes, Sofía de Suecia, fiel a los proveedores de confianza de la casa real, confió en Claes Carlsson, florista de la corte. El diseño, un gran bouquet en tonos melocotón, incorporaba dos variedades de rosas Austin, además de rosas ambrosia, grenada, morten korch, Estocolmo y belamy. Como marca la tradición en esta monarquía, a este arreglo floral no le podían faltar ramas de mirto. El arbusto estuvo presente en su peinado y en el ramo, pero no fueron ramas de uno cualquiera, sino unas cuidadosamente seleccionadas del arbusto familiar. La princesa Margarita, quien se casó con Gustavo (VI) Adolfo en 1905, trajo el mirto al país y lo ubicó en el Palacio de Sofiero, pero más tarde se trasladó al de Ulriksdal. Desde 1935 una rama de este arbusto se ha sumado a los ramos de todas las novias de la familia real sueca.
El estilismo se transformó conforme el día iba avanzando. Para la noche, como sucede con otras mujeres de la realeza que han dado el ‘sí, quiero’, la duquesa de Varmland se cambió a un segundo vestido de novia. Atrás quedó el look más tradicional, para dar paso a un diseño realizado en seda habotai y encaje, con una cola minimalista que partía de la cintura y un corpiño del que brotaba un tirante asimétrico y una falda, ambos compuestos por el citado encaje. Esta propuesta también fue elaborada a medida por la diseñadora sueca.
Un amor de cuento
La pareja no ha dejado de mostrarse cariñosa en estos 10 años de matrimonio. Ambos se han mostrado públicamente muy enamorados. Todo empezaría con unas bonitas declaraciones del príncipe, durante el banquete de bodas, en las que él reconocía: “iba camino a encontrarme con mi futuro suegro para pedirle la mano a Sofía. Fue el viaje más importante de mi vida”. Unas románticas palabras que conectaron con las que, tiempo después, la pareja hacía públicas en sus redes sociales para festejar su quinto aniversario de boda: “A veces, cada persona toma una decisión decisiva; una decisión que determina su futuro y que se trata de quién es y, sobre todo, de quién quiere ser. Y a menudo se necesita valentía. Valentía para no elegir el camino fácil solo porque es fácil, sin valentía para permanecer en el camino difícil porque es lo correcto”. Cuatro hijos en común y un sinfín de pequeños sutiles detalles captados por las cámaras nos hacen augurar muchos más años de celebración para esta historia de amor de película.