El velo es uno de los complementos más emblemáticos del look nupcial y está cargado de simbolismo y tradición. Aunque hoy en día muchas novias reinterpretan su uso en clave contemporánea, existen ciertas normas de protocolo que conviene tener en cuenta para llevarlo de forma adecuada y elegante.
El origen del velo
El uso del velo se remonta a la Antigua Roma, donde las novias lo llevaban de color rojizo o naranja (de ahí el nombre con el que se le conocía, flammeum). Era un símbolo de modestia y protección, ya que se pensaba que el velo ahuyentaba los malos espíritus. Más tarde, adquirió un significado religioso y se convirtió en un símbolo de respeto hacia el sacramento del matrimonio.
Hoy en día, aunque ha perdido gran parte de su simbolismo original, el velo sigue siendo un gesto de tradición que muchas novias conservan por su elegancia, estética y la emoción que conlleva. Ya sea largo o corto, con bordados, encaje o liso, se ha transformado en una pieza cargada de personalidad y significado, capaz de cerrar el look nupcial con un aire romántico, solemne o vanguardista, según cómo se lleve.
El protocolo básico del velo
Según el protocolo tradicional, el velo queda reservado para las bodas religiosas. Su elección debe estar alineada con el estilo del vestido, el tipo de ceremonia y la personalidad de la novia. Lo más común es optar por un velo largo o mantilla (en el caso de España). En cuanto a cómo se lleva, hay dos alternativas principales: ir velada -es decir, cubriendo el rostro- o descubierta. Las novias más tradicionales suelen inclinarse por la primera opción. En ese caso, el velo se coloca sobre el rostro antes de salir de casa o, al menos, antes de salir del coche y entrar en la iglesia. Si se opta por llevar el velo cayendo desde la cabeza, sin cubrir el rostro, su colocación debe estar bien integrada con el peinado y con los accesorios.
La novia velada
Según la tradición, la novia esperaba velada hasta después de celebrarse el rito del matrimonio. Hoy en día, sin embargo, lo más habitual es que el novio retire el velo del rostro una vez la novia llega al altar, normalmente en el momento en el que el padre o padrino la 'entrega' al novio. Es un gesto que simboliza el inicio del compromiso mutuo. Una vez retirado, el velo puede dejarse caer hacia atrás o colocarse cuidadosamente sobre los hombros. Una recomendación: antes del gran día, encarga a un familiar o amiga cercana que, una vez el novio haya retirado el velo del rostro, lo acomode con discreción para que quede bien colocado.
Con broches o tiaras
En los velos que se sujetan con una joya, ya sea una tiara o un broche, el protocolo recomienda que, si la novia va velada, se sitúe por debajo del velo, es decir, oculto entre el peinado y la base del velo. Esto permite que la tela cubra el rostro con naturalidad y que, una vez retirada, el broche o tiara quede visible si así se desea. Si la novia no va velada, el broche puede mostrarse de manera más protagonista, en la parte superior del moño, coleta o semirrecogido.
¿Cómo colocarlo?
El velo debe sujetarse con horquillas, peinetas o diademas que aseguren su correcta fijación durante la ceremonia. El broche o joya con la que se adorne suele tener una función meramente estética. La colocación dependerá del tipo de peinado: en moños bajos suele ir en la base del recogido; en melenas sueltas o semirrecogidas, en la coronilla o ligeramente hacia atrás. Un consejo: en el gran día, cuenta con la ayuda de un profesional a la hora de colocarlo, ya que es un material muy delicado, y asegúrate de que este accesorio es el último paso a la hora de vestirte, así evitamos mancharlo de maquillaje o que se enganche, por ejemplo, con las joyas. Además, es muy recomendable, antes de la prueba de peinado, pedir al diseñador del vestido un retal de tela similar -o igual- a la del velo para hacer pruebas con tu peluquero con antelación.
El largo del velo
Siempre debe ser varios centímetros más largo que la cola del vestido. Si la novia va velada, la parte que cubre el rostro debería llegar, como mínimo, hasta la cintura, dejando el ramo fuera del velo. En los últimos años, sin embargo, hemos sido testigo de dos tendencias que vienen pisando fuerte: por una parte, velos largos, también por delante, que cubren tanto el rostro como el ramo, el cual ayuda a apartar el velo y evitar que este se adhiera a el rostro, en especial si el tejido es muy ligero. Por otra parte, su completo opuesto: velos cortos, que hemos visto incluso en novias vestidas de largo, y que suelen llegar a la altura de la cadera.
¿Cuándo debemos quitárnoslo?
Tras la ceremonia y antes del cóctel, la novia suele quitarse el velo, habitualmente con ayuda de su madre, hermanas o amigas. La joya que lo acompañe no se retira, sino que pasa a ser la protagonista del peinado. Es importante recordar que, durante el banquete nupcial, la novia nunca debe llevar el velo puesto.
Alternativas al clásico velo
En los últimos años, el protocolo nupcial se ha relajado y cada vez más novias deciden prescindir de velo o mantilla en su gran día, una opción igualmente válida. Si este es tu caso y quieres elevar tu look con un detalle especial, existen otras alternativas como tocados, largos abrigos -en bodas de invierno- o capas ligeras con capucha o que nacen de los hombros. Lo más importante, en este día tan especial, es encontrar el estilo que más se adapte a tu personalidad y sentirte la mejor versión de ti misma.