Nunca se sabe en qué momento del día a día, el amor puede tocar la puerta. Y si no que se lo digan a Patricia, una novia que ha cautivado con su look transformable, repleto de bordados, con una impresionante capa, que conoció a Diego, su ya marido, por caprichos del destino. “Nos presentaron unos amigos que están casados (entonces eran novios). Yo era amiga de ella y Diego de él. Organizaron unas copas y desde entonces”, nos revela. Fruto de ese primer contacto llegó una boda en Pamplona que estuvo repleta de emoción y en la que su vestido, de Santa Eugenia Atelier, fue el centro de todas las miradas.

Desmontable, con capa y con bordados: un diseño a medida
Cuando preguntamos a Patricia por la búsqueda del atelier que confeccionó su diseño nupcial, nos explica que visitó a varias diseñadoras, pero que en esta firma encontró esa conexión, que no se ve, pero se siente, y supo que habían captado su idea. “Yo tenía muy claro la idea que quería, pero era bastante difícil ponerla en papel. Era todo inspiración de Pinterest, pero nada que ver con novias, y además, cada pieza que tenía pensada, venía de algo completamente diferente, por lo que era muy difícil plasmar todo junto en un papel y que tuviese la esencia que quería”, apunta.

Con esta premisa como punto de partida, parecía muy complicado dar con alguien que pudiera juntar todos los conceptos para convertirlos en un único estilismo. No tardó en dar con Santa Eugenia Atelier y con su diseñadora, Beatriz Eugenia González. “Bea me caló a la primera. Cuando me enseñó el boceto, me di cuenta de lo bien que había entendido y plasmado mi idea. Además, me enseñó la tela de la parte de arriba de la capa, que es un tejido de abalorios, y junto con eso no lo dudé”, reconoce.


El boceto para Patricia había sabido combinar todas y cada una de esas imágenes que nuestra protagonista había guardado de Pinterest. Eran vestidos y detalles muy especiales, pero ninguno correspondía a un look de novia. Las pasarelas, al igual que el street style, fueron clave en esa selección de fotos. “La forma del vestido de abajo la quería como con parches y bordados, inspiración que vi en una foto de una pasarela. Sin embargo, para la de la armadura de la capa, que iba envuelta al cuello, me inspiré en una foto de una chica en la playa que no llevaba prácticamente nada. ¡A mi madre casi le da un ‘yuyu’ cuando vio eso!”, confiesa entre risas.

“Era complicado, porque tenía distintas ideas de cosas muy diferentes, y juntarlo todo y que quedase bien, elegante e integrado, no era nada fácil. Pero Bea lo consiguió en seguida”, señala.

"Me emocionó que, en una de las pruebas, cuando vimos casi el resultado final, Bea se puso a llorar. Me conmovió mucho", recuerda Patricia.


Al detalle, bordados manuales para la novia
Algunos de los recuerdos más bonitos que guarda de los preparativos de su enlace, tienen que ver con las diferentes citas en el taller. “La verdad es que fue maravilloso. Bea es una persona muy dulce, te transmite una paz y una tranquilidad que hacía que todo fuese fácil”, defiende. En esas pruebas dieron forma a un estilismo que nuestra protagonista define como “brutal” con una capa, con rejilla de abalorios en la zona del cuello, que no era nada sencilla de elaborar: “un reto para el atelier porque todavía no se cómo fueron capaces de coser todo, era muy frágil”.

“En cuanto al vestido de abajo, Bea tuvo una idea que me encantó y es que fueran dos. Por debajo un vestido sencillo de satén y por encima el vestido bordado que era prácticamente transparente. Es decir, eran dos, primero uno y encima el otro, de manera que daba mucha más fluidez y movimiento al vestido. ¡Una pasada!”, destaca.

La prenda estaba repleta de bordados realizados a mano, para los que previamente habían seleccionado los abalorios y tonalidades. Estos se colocaban sobre un vestido realizado a base de parches de gasa bordada, que una vez unidos, desflecaron a conciencia. “Una auténtica maravilla y un sueño”, puntualiza Patricia. Precisamente por la pasión que sentía por una pieza tan delicada, frente a la opción de lucir un segundo diseño en su gran día, esta madrileña optó por un look desmontable y durante el convite retiró la capa. Con ello lograba un estilismo más relajado, en el que se apreciaban con mayor precisión cada uno de los bordados.

Un ramo de novia en tonos morados y unas joyas vintage
Para completar su vestido a medida, Patricia confió en un ramo de novia colorido, de inspiración silvestre, que con mimo le preparó Floristería Torrens. El diseño, marcado por los colores granates, morados y rosas, era lo que ella siempre había querido y, además, iba a juego con la decoración de la ceremonia.

Quizá por el peso de la capa vaporosa o por poder lucir peinado, Patricia no llevó velo en su gran día. Sí que confió en joyas que desde entonces son un fondo de armario atemporal: pendientes vintage, de la joyería pamplonesa Agurcho, que le regalaron sus suegros y su anillo de compromiso: “es espectacular, además es desmontable, de tal manera que solo te puedes poner el anillo del centro si quieres”. Además, llevó unos cómodos zapatos de novia de Flordeasoka.


No quiso sorpresas con su look de belleza y por eso Patricia optó por un maquillaje sencillo, aunque luminoso. Al frente del mismo y del peinado (un moño de bailarina clásico), estuvo Arturo de Bobbi Brown, a quien está muy agradecida porque el resultado le encantó.

Un 'sí, quiero' en Pamplona
No solo el estilismo fue acertado, sino que también su boda en Pamplona cautivó a los invitados a la cita. Meses antes del sí, quiero, el amor cuajó para esta pareja con una petición de matrimonio que llegó en abril de 2022, en Abadía Retuerta (se habían conocido en mayo de 2019).

“Creo que realmente nunca llegamos a hablar seriamente de casarnos. Yo era algo que no quería hablar, porque quería que fuese sorpresa. Pero a veces no hace falta expresarlo con palabras para saber que estás 100% convencida. ¡Así que imagino que Diego tuvo buena intuición!”.


Pasaron por el altar un 1 de julio y, aunque la novia es madrileña, escogieron la capital navarra. “Mi marido es de ahí y me engañó para casarnos ahí. Yo soy de Madrid, pero a él le hacía tanta ilusión que no me podía negar”, admite. La ceremonia tuvo lugar en la histórica Iglesia de las Agustinas Recoletas y la celebración se trasladó a Señorío de Arleta. Dos enclaves que Patricia define como preciosos.

“Cuando digo que mi marido me engañó para casarnos en Pamplona es porque la probabilidad de que te llueva, sea la fecha que sea, es muy alta, y realmente no teníamos un plan B, ya que en la finca no cabíamos todos y teníamos que hacer el cóctel al aire libre, y había mesas en la comida que tenían que estar fuera. El día anterior estaba diluviando, pero no solo conseguimos salvar la lluvia, sino que encima tuvimos un día nada más y nada menos que de 20 grados, cuando en Madrid había una ola de calor y estaban a 40 grados. ¡Un alivio para todos los invitados!”, rememora.

Organizar a distancia
Patricia nos explica que, a pesar de la distancia, contar con el apoyo de su suegra lo hizo todo más fácil. En su caso prescindió de wedding planner, pero esto no fue un impedimento para que el resultado superara las expectativas. "Con ella, con mi madre y con mi tía, pudimos organizar todo de maravilla", señala.


"Contratamos a un grupo de música en el cóctel y fue divertidísimo. Toda la boda bailando. Además, mis primos organizaron en la comida un intento de flash mob que fue buenísmo. Aparecieron con trompetas y violines de juguete. ¡Fue un puntazo!Mi hermana y mi cuñado, que trabajan en el mundo de la coctelería, nos regalaron unas barras con barmans durante toda la noche. ¡Cuando las copas te las ponen ricas y buenas te cambia la peli!".

Una decoración en sintonía con el entorno
El día antes del enlace, los novios y sus familias se dedicaron a cortar ramas de los árboles para decorar la carpa del banquete. Además, contaron con manteles propios para el convite, pusieron puestos en el aperitivo y regalaron pañuelos de San Fermín a sus invitados. Para la decoración de la ceremonia y la celebración, confiaron, del mismo modo, en el trabajo de Floristería Torrens: "Además, nos trasladaron todas las flores de la iglesia a la finca y decoraron la zona de baile, y donde comíamos con ellas. Súper aprovechado".

Lo mejor del día
"Fue un día muy especial, no paré de disfrutar como una enana desde que salí de la iglesia. Lo recuerdo con muchísimo cariño y adrenalina. Suelen decir que las novias el día de su boda están a mil cosas y no pueden llegar a disfrutar del todo, pero a mí me pasó todo lo contrario, lo disfruté muchísimo y estuve mucho con mis amigas y familia. No salí de la pista de baile. He de decir, que en parte fue gracias al DJ (Iñigo Ristori), que consiguió que la pista de baile no estuviese vacía en ningún momento, no paramos de bailar. Fue una boda divertidísima".

El punto y final de Patricia llega con una recomendación para las novias, a las que invita a ser ellas mismas y a que no renuncien a sentirse identificadas con el vestido de novia que imaginen. “Si estás segura y te ves guapa, tienes rienda suelta para disfrutar a tope el día de tu boda. En cuanto al gran día, déjate llevar, está todo hecho y solo te queda disfrutar, y un consejo que para mí es clave: evitar muchas fotos posadas, para poder disfrutar del aperitivo’”.

La boda de Patricia y Diego
Fecha: 1 de julio
Lugar (ceremonia y celebración): Iglesia de Agustinas Recoletas, de Pamplona y Señorío de Arleta
Proveedores:
- Vestido: Santa Eugenia Atelier
- Foto: @chachachaphoto
- Dj: @iristori
- Flores: @floristeriatorrens