Un vestido de novia sencillo con un profundo escote: la elección de Natacha Roumiantzoff para su boda con el archiduque Alejandro de Habsburgo

Se trata de un diseño muy favorecedor lleno de detalles especiales

Por Regina Navarro

La localidad de Beloeil (Bélgica), se ha convertido este fin de semana en el escenario de la celebración de la boda del archiduque Alejandro de Habsburgo, el cuarto de los cinco hijos del archiduque Carlos Cristián de Austria y la princesa María Astrid de Luxemburgo, con la condesa Natacha Roumiantzoff-Pachkevitch. Un enlace que tuvo lugar el sábado 30 de septiembre en la iglesia de Saint Pierre de Beloeil. Y, como suele ser habitual, fue cuando la novia llegó acompañada de su padre cuando pudimos conocer uno de los secretos mejor guardados: su vestido.

La condesa eligió un diseño sencillo y minimalista, una tendencia que desde hace años conquista a novias de estilos muy diferentes. El suyo, confeccionado en un bonito tejido blanco lleno de movimiento contaba con tres detalles que lo hacían muy especial. Por un lado, el escote. El acabado elegido por la condesa se conoce con el nombre de deep plunge, un término inglés que podría definirse como 'zambullida profunda' y que hace referencia a esos con forma de V que se pronuncian casi hasta la zona de la cintura.

Otro elemento a destacar en el vestido de la novia son sus mangas. Conocidas como mangas de obispo, estos diseños se caracterizan por terminar en un frunce o puño fruncido. Por lo general, son más pegadas en la zona superior y se ensanchan conforme se acercan a su fin. Las de la condesa Natacha Roumiantzoff-Pachkevitch estaban confeccionadas en un tejido ligeramente más transparente que el empleado para elaborar el resto del vestido y contaban con un detalle de encaje en el puño. Ese detalle de encaje que cierra las mangas, lo encontramos también en la zona de la cintura, del que nace una favorecedora falda con silueta A. Con él se rompe, en cierto modo, la sencillez de la prenda, dando un toque diferenciador. Consigue, además, un efecto muy favorecedor que permite alargar visualmente la silueta gracias a este corte.

Una novia velada

Aunque hubo un tiempo en el que el velo se relacionaba con un tendencia pasada de moda y eran muy pocas las novias que lo elegían para su gran día, desde hace unos años este elemento ha vuelto a cobrar protagonismo. La condesa no dudó en elegir un diseño sencillo, confeccionado en tul, que se alargaba más allá de la cola, y que llevó cubriendo su rostro en la entrada a la iglesia. Lo llamativo es que, al contrario que muchas novias, que eligen lucirlo sobre el cabello recogido, prefirió apostar por un semirrecogido para su gran día. 

Cómo las novias más clásicas, Natacha Roumiantzoff-Pachkevitch prefirió no incluir notas de color en su look nupical. Por eso se decantó por zapatos blancos y un pequeño bouquet en el que el blanco y verde fueron los únicos tonos presentes. En cuanto a las joyas, minimalistas y muy favorecedoras, se decantó por unos pendientes de perlas y un colgante a juego. También una sencilla diadema que, una vez retirado el velo del rostro, pudimos ver con más detalle.