La historia de Ana, la novia sevillana del vestido sencillo y las joyas familiares

Tras posponer la fecha hasta en tres ocasiones, se casó en una bonita celebración en la Iglesia de Santa Ana, un emblema en el barrio de Triana

Por Estrella Albendea

Hay parejas que parecen predestinadas a encontrarse y por mucho que las partes recorran caminos diferentes, todo parece alineado para que surja el amor. Esto sucedió con Ana, una de las novias con más éxito de las últimas semanas, que dio el 'sí, quiero' a Eduardo, su amigo desde que era una niña. “Aunque nos conocemos desde la infancia (es más, hicimos la comunión juntos), nuestra relación empezó hace algo más de diez años, cuando cada uno estudiaba en la universidad, y las casualidades de la vida nos hicieron volver a unir nuestros caminos. Desde entonces no solo no nos hemos separado, sino que solo tenemos buenos recuerdos”, nos cuenta.  Después de una temporada a distancia y un regreso definitivo a Sevilla, la ciudad que los vio nacer, se casaron en la Iglesia de Santa Ana, en el corazón de Triana, no sin antes verse obligados a posponer su boda hasta en tres ocasiones.

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La sencillez de un vestido

Explica nuestra protagonista que en su gran día estaba convencida de que no se debía improvisar, era imprescindible contar con proveedores brillantes que inspirasen confianza. Precisamente para dar con la firma de su vestido de novia pasó por diferentes ateliers y en ninguno se sentía cómoda: “no terminaban de comprender mi idea. Siempre les decía lo mismo: que no quería un vestido sencillo, pero tampoco quería que fuese recargado, y, por supuesto, lo quería favorecedor. Finalmente creo que fue un acierto y me siento muy satisfecha del resultado”.

Un estilismo minimalista, a medida, con detalles muy especiales fue el definitivo. “Hasta que di con Mara, de Pol Núñez, que nos entendimos a la primera, fue complicado encontrar el diseño que tenía en mente. Es cierto que mi fecha inicial era mayo y quizás por eso mi vestido es un poco invernal, por tener mangas largas, pero el diseño me gustaba tanto y me sentía tan identificada que no quise cambiar nada. A cada cita que iba estaba más contenta y me gustaba más el resultado, hasta me dio pena el día que me llevé el vestido a casa”, reconoce. ¿La clave su éxito? La naturalidad y la delicadeza de sus mangas transparentes, un escote casi barco y una silueta recta que estiliza.

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El look no estaba completo sin unos accesorios con personalidad, que pusieron una nota diferente al conjunto. Los zapatos, unas plataformas de tendencia, los encontró en Un paso más, durante una visita a Madrid con sus amigas: “buscaba un calzado cómodo y que después pudiese ponerme en más ocasiones”. Añadió un pai pai muy sofisticado, de Antik, que le regaló su hermana. “Me fue muy útil por el calor que hizo ese día y la verdad que en las fotos he visto que queda muy bien”, indica.

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El poder del peinado

Las piezas más especiales fueron, sin duda, las que pasaron de generación en generación y que tuvieron un papel destacado en el look. “Tuve muchas dudas, pero fue muy especial la selección de los pendientes y los broches en el pelo. Son joyas familiares y tienen ese toque sentimental”, apunta. Las colocó alrededor de una bonita coleta obra de Eva Romero, quien se encargó del maquillaje y la peluquería de su gran día. “Una amiga me recomendó que fuese la misma persona la que me peinase y maquillase para no agobiarme con los tiempos y creo que fue todo un acierto. Tengo que decir que es encantadora durante toda la preparación, te transmite la paz y confianza que ese día necesitas. La realidad es que quedé contentísima y sintiéndome muy identificada con la elección. Desde el primer momento le pedí un maquillaje de día, elegante, y una coleta bien peinada, y todo quedó intacto hasta el final”, recuerda.

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Todo al blanco

Fiel a ese minimalismo del que hizo gala en su boda, Ana optó por el blanco en su ramo de novia y triunfó al más puro estilo ‘royal’, con un diseño floral elegante que no pasará de moda. “Siempre he sabido que quería un ramo de flores blancas, sin color. Pero, no tenía muy decidida la flor y, además, tenía que adaptarme a las flores de la época, por lo que me deje aconsejar por Mercedes Pantoja, quien me propuso fresias con unas hojas de magnolio, que me gustaban especialmente. Y el resultado fue un ramo tal y como imaginaba”, dice. 

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En el corazón de Triana

Su look, que mezclaba tradición y modernidad fue la elección perfecta para un enlace en la Real Parroquia Señora Santa Ana, conocida popularmente como la Catedral de Triana, un templo del siglo XIII, declarado Bien de Interés Cultural. Fue el pasado mes de julio cuando la pareja se casó, después de años de espera. “Echando la mirada atrás, tardamos más de 24 meses en hacerlo realidad, y es que Edu me pidió matrimonio en Abril de 2019. Lo teníamos en líneas generales bastante claro y la organización inicial fue relativamente fácil, teníamos tiempo e ideas cerradas. Naturalmente todo se torció con el inicio de la pandemia”.

No obstante los novios jugaban con ventaja y pudieron contar con la mayor parte de los proveedores con los que imaginaron su enlace desde el inicio. “Tenemos amigos muy cercanos que son referentes en el sector y se volcaron de lleno en nuestra boda. Especialmente nuestra amiga Inma Noya, Directora Comercial de El Pino de San José, así como del Catering Miguel Ángel. Y otro buen amigo, como es Juan Rojas, propietario y cabeza visible de Staffsound Audiovisuales, a los que siempre estaremos especialmente agradecidos porque nos brindaron toda su experiencia”, señala.

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Decoración a medida

Con un equipo brillante para hacer su día inolvidable, Ana y Edu disfrutaron de una jornada inolvidable, marcada también por una ‘deco’ especial. “El Pino de San José ya de por sí apenas necesita decoración, es un sitio maravilloso. El jardín estaba en unas condiciones espectaculares y realmente cuidado, pero decidimos contar con la ayuda de Mercedes Pantoja para toda la decoración de las mesas y los exteriores. La verdad que confié plenamente en ella, únicamente le dije los tonos de flores que me gustaban y ella lo hizo más espectacular aún”, nos cuenta.

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Fue así como todas las piezas encajaron: novios elegantes, una decoración sublime, un espacio de referencia y unos proveedores que eran acierto asegurado. Desde la experiencia vivida y con un maravilloso recuerdo en su memoria, el consejo de nuestra protagonista a los prometidos de los próximos meses no es otro que ponerse en manos de reputados profesionales: “aconsejo que previamente tengan referencias de todos ellos. Te deben generar confianza porque el día de la boda pasa volando y tu debes estar centrado en disfrutar”. Porque en la organización de una boda, mejor prevenir que curar, mejor disfrutar que preocuparse. Ana y Eduardo son ejemplo de ello.